El conflicto Rusia-Ucrania tiene diversas causas complejas. Una significativa es la naturaleza expansiva sin límites de la globalización neoliberal.
¿Qué es la política neoliberal? Someter la producción, la distribución, el consumo y el trabajo a lo financiero con el objetivo de maximizar beneficios de empresas transnacionales –el “mercado”-, socavando al Estado y así concentrar riquezas y, por ende, multiplicar pobreza y desigualdad social.
La globalización no tiene límites geográficos -menos éticos-, ya que la penetración del capital financiero transnacional por sí o camuflado en el capital comercial e industrial así lo exige. Las exportaciones e importaciones contabilizadas como “entre países” llevan el Caballo de Troya de las transferencias interempresas transnacionales. Por ello el saldo positivo de la balanza comercial –ingreso genuino de divisas- se esfuma en fuga de divisas y en espurios endeudamientos externos privados y públicos.
Sin embargo, la expansión de la globalización neoliberal hegemonizado unipolarmente por Estados Unidos y secundado sumisamente por la Unión Europea y Japón, encontraron su límite geopolítico. Es decir, China y Rusia hegemonizan el bloque geopolítico opuesto, basado en la multipolaridad.
Disputas de tipo de hegemonía
Estados Unidos y la OTAN, en el marco de la globalización, fueron avanzando con políticas neoliberales en los países del este europeo, acompañadas de misiles con ojivas nucleares apuntando a Rusia y por elevación a China. Este último país resulta ser el enemigo principal de la hegemonía unipolar norteamericana, del pensamiento único y la práctica neoliberal.
Ignoraron los consejos de Henry Kissinger, que decía que neutralizar a China requería generar alianzas con Rusia que desactivase la unidad de la potencia financiera y económica de China, con el poder militar nuclear de Rusia.
La ceguera, producto de la obsesión de expandirse, para multiplicar ingresos y riquezas les impidió ver que integrar Ucrania a la OTAN era un imposible, salvo afrontar la colisión nuclear o neutralizar políticamente a Vladimir Putin.
Cuando Estados Unidos y la OTAN no respondieron al pedido de controlar el espacio aéreo ucraniano y comenzaron como premio consuelo, con las sanciones económicas, suponiendo que socavarían el poder político de Putin, se volvieron a equivocar.
Cambios en el sistema de monedas
El rublo, que había caído 30 por ciento, se recuperó a su nivel previo por la decisión política de obligar a pagar en esa moneda las exportaciones de gas. Esta última medida provocará serias consecuencias a la nave insignia de la globalización neoliberal: el dólar. Significa potenciar las intenciones reprimidas de países emergentes de eludir la dominación política del dólar y las instituciones financieras que lo circundan. Dominación surgida a partir de los acuerdos de Bretton Woods y la decisión arbitraria de Richard Nixon de quitar el respaldo en oro a dicha moneda a partir de la presencia y permanencia de los enormes déficits gemelos de la economía estadounidense.
El poder de Estados Unidos de emitir dólares en cantidad sin respaldo para cubrir déficits constantes es la génesis y esencia de la globalización neoliberal.
El dinero no es un “velo” o meramente un medio de cambio, como es el ilusorio pensamiento de la ortodoxia económica. Es, además de valor social objetivado, la expresión material del poder político. En el caso del dólar -impuesto como dinero internacional- ejerce el poder político mundial.
Rusia y China entienden y rechazan el poder político del dólar. Por ello firmaron un acuerdo en 2019 para el uso de sus monedas en el comercio bilateral. De esta manera, en 2020 las transacciones fuera del dólar –partiendo de un 2 por ciento- significaron el 25 por ciento y en 2021, el 50.
En 2022 seguramente se profundizará la tendencia. El ejemplo de pagar en rublos las exportaciones de gas se extiende. El comercio entre India y Rusia por fertilizantes y petróleo se saldará con rupias y rublos. Arabia Saudita anunció que comercializará con China utilizando el yuan, lo que sumaría a otros países productores de petróleo de la OPEP.
En definitiva, las medidas económicas y retirada de transnacionales más que perjudicar a Rusia están afectando a Europa y al propio Estados Unidos, y más grave a la economía mundial. A su vez, el retiro de transnacionales posibilitará sustituir importaciones, lo que redundará en favor de la producción y balance financiero, de Rusia.
El enfrentamiento armado -que denigra la condición humana- se resolverá probablemente a favor de Rusia por su mayor poder militar y la no intervención directa de la OTAN. Sin embargo, la mayor derrota de Occidente será el duro golpe a la globalización neoliberal que encontró su límite, a lo que se suma el retroceso y rechazo del dólar como moneda de dominación mundial.
* Docente, economista, contador público e integrante del Club Argentino Arturo Jauretche. [email protected]