Muches de quienes luchan por la desmanicomialización miran como ejemplo la experiencia de Italia. El tema del trabajo, uno de los grandes desafíos para la vida de les usuarios externados, se resolvió allí con la conformación de cooperativas. Aquí, en diferentes provincias del país hay emprendimientos de huerta, comida, carpintería, artesanías, panadería y vivero, entre otras cosas, dentro y fuera de los neuropsiquiátricos, pero la mayoría no están formalizados. Una nueva resolución del Instituto Nacional de Activismo y Economía Social (INAES), presentada este miércoles en el Centro Cultural de la Cooperación, apunta a fortalecer al sector.
Los ejes de la resolución del INAES
La resolución 1366/2022 establece una nueva normativa para las cooperativas que apuestan a la integración socio-laboral de personas con discapacidad específicamente en el plano de la salud mental. Crea la Unidad de Vinculación de Cooperativas Sociales de este tipo, que dependerá de la Dirección Nacional de Cumplimiento y Fiscalización del INAES. Algunas de sus funciones serán trabajar en el abordaje de problemáticas y la elaboración de proyectos, elaborar propuestas tendientes al dictado de legislación y nuevas resoluciones, analizar la generación de herramientas para el desarrollo, la inserción y la sustentabilidad de los proyectos y brindar asistencia técnica y capacitaciones.
Mariana Pacecho, psicóloga y secretaria de La Huella, una cooperativa de carpintería surgida en el Borda, precisa que, además, la novedad implica una reducción en las exigencias burocráticas para las organizaciones. "No es menor que una norma las reconozca y visibilice. Implica que las personas con padecimientos de salud mental sean reconocidas como trabajadores y trabajadoras. Tiene un impacto muy potente en lo subjetivo. Sabemos lo difícil que resulta para ciertos sectores el acceso al trabajo, por eso creemos que es a través de cooperativas", explica. A Oscar Ferrara, quien estuvo internado durante dos años, La Huella le "cambió la vida". "Es mi segunda casa. Me dio la posibilidad de reinsertarme", afirma. Piensa que la resolución es "muy importante" porque atiende al artículo 11 de la Ley Nacional de Salud Mental, "una visión (sobre la inclusión laboral) que todavía no está muy tomada en cuenta para que los usuarios puedan generar otros espacios".
En una nota publicada por este diario sobre la desmanicomialización en provincia de Buenos Aires, los directores de los neuropsiquiátricos públicos coincidían con la perspectiva de que el cooperativismo es el camino que abre la aplicación de la ley. "Hasta ahora quienes se podían asociar a las cooperativas eran solamente los socio-trabajadores. No podía, por ejemplo, un profesional que trabajara en el Estado. En La Huella tenemos un integrante que trabaja en el Borda, por ejemplo. A estas personas las apoyan sus familiares, los pasantes de las universidades... las personas con discapacidad necesitan de distintos apoyos. Esto no se podía reflejar. Ahora sí", agrega Pacheco.
El texto de la resolución reconoce "un desarrollo territorial creciente" de estas iniciativas cuyo "objeto central" es "la inclusión", es decir, "la construcción de lazos" socio-económicos, culturales y comunitarios. Señala que el reconocimiento de la persona con discapacidad como "trabajador/a asociado/a" tiene "efectos en la organización subjetiva de la persona", en términos de su "independencia y posicionamiento autónomo".
Red de Cooperativas Sociales
La directora nacional de Cumplimiento y Fiscalización del INAES, Milagros Moya, cuenta a Página/12 que la resolución es producto de un planteo de la Red de Cooperativas Sociales. La norma se armó en conjunto con ella y apunta "tanto a acompañar proyectos existentes como la generación de nuevos". "Institucionaliza un trabajo de muchos años. Aborda cuestiones que la red requería a lo largo del camino que viene recorriendo. Va a permitir no solamente generar estatutos especializados, sino también construir en conjunto. Entendemos a la cooperativa como una herramienta humanista que hace años viene transformando la manera de producir en nuestro país", define la funcionaria.
Un antecedente es la resolución 1/2019, referida a cooperativas sociales compuestas por personas en situación de vulnerabilidad social. La nueva es la primera específica. En el ámbito de la salud mental, en distintas partes del país hay emprendimientos de huerta, comida, carpintería, artesanías, panadería, textiles, vivero, hilandería, diseño multimedial, parquización, jardinería, organización de eventos culturales, mantenimiento y reciclado. Algunas cooperativas son Sembrando sueños, El horno está para bollos (Santa Fe, huerta y comida) y Lilikelen (Buenos Aires, textil, carpintería y huerta). La mayoría de los emprendimientos no están formalizados. Algunos funcionan muy bien y hace tiempo, como Emilianas (Santa Fe, catering), Hilando caminos (Chubut, tejido), Movida de Locos (Buenos Aires, proyectos diversos). No hay datos oficiales ni extra oficiales de cuántos son. El registro será una tarea de la Unidad de Vinculación, anticipa Moya.
La experiencia de La Huella
La Huella nació en 2008. Se volvió cooperativa en 2014 tras un "laburazo enorme", recuerda Pacheco. Trabaja creando "valor desde materiales reciclados que reviven en muebles y objetos con belleza e identidad", según se lee en su página de Facebook. Tiene sede en el Borda y en tres casas (una es la de Pacheco). Hace un tiempo la desalojaron del espacio donde funcionaba en el hospital y le entregaron una "casita toda destruida" que hubo que reacondicionar. Se destaca en el paño por su persistencia: ha logrado mantenerse en funcionamiento con el tiempo, algo que resulta difícil para estas iniciativas. Por eso Pacheco sentencia: "No queremos ser un caso aislado". De los diez socios de la Huella cuatro son usuarios del servicio de salud mental del Borda. Uno de ellos está internado en la institución.
"Lo más difícil de todo es el tema del mercado en el cual insertarse. El objetivo es que el usuario tenga un trabajo digno y decente y pueda tener su retiro, el equivalente a un sueldo", plantea la psicóloga. El ingreso por el empleo suele integrarse a las pensiones por discapacidad, por adulto mayor, etcétera.
Ferrara, de 61 años, ebanista y artesano, estuvo internado en el Borda entre 2006 y 2008. En la mitad de su internación se acercó a la Huella. Tenía experiencia previa: había estudiado en una escuela técnica y trabajado en casas de antigüedades y carpinterías. "Pero cuando me interné tuve que recuperar el oficio. La discapacidad te tira para atrás. Algunos pueden salir, otros no. El problema es que vuelven a recaer, a internarse. Uno tiene la suerte de que la salud ha ido progresando y de que ha vuelto a recuperar el oficio, el trabajo, la relación los demás. Se logra, después de la internación, volver a ser una persona social", expresa.
Trabaja de lunes a viernes de 9 a 12.30. Gana entre 8 y 15 mil pesos por su trabajo. "Muchos pacientes vienen una vez por semana. Hay que lograr ponerse en la cabeza que podés trabajar. Los pacientes que están internados no tienen esa capacidad. Están dentro del encierro de la sala", señala. No considera a su oficio como una "rutina" porque "cada objeto tiene su tiempo de desarrollo", y abraza la filosofía de generar muebles con madera reciclada. Considera, esencialmente, que su participación en la cooperativa le devolvió "la voz".