Desde la venta de indulgencias en la iglesia católica de la Edad Media hasta la oferta de parcelas en la Luna, enriquecerse con algo que solo depende de una narrativa seductora es una tentación. El fenómeno de los NFT, Fan tokens y criptomonedas, entre otros, resuena en ese ámbito que se debate entre el marketing y una realidad que muestra la hilacha con creciente frecuencia. Incluso Vitalik Buterin, el creador de Ethereum, la principal plataforma que les permite funcionar, reconoció en una entrevista que el capital financiero puede transformar su proyecto en un casino.

Inventar valor

Una forma de ganar dinero es convencer a suficiente gente de que algo tiene valor para luego vendérselo. Otra forma es vendérselo a alguien que, si bien no cree que realmente tenga valor, considera que otros sí lo creerán y pagarán en el futuro más que lo que uno invirtió. Sobre esta profecía autocumplida basada en ingeniería social se construyen muchos esquemas que permiten fortunas rápidas en el mundo de los criptoactivos.

¿Cómo se construye una narrativa seductora? Una posibilidad es mostrar un Bored Ape ("Mono aburrido", un NFT de moda sin ninguna pretensión artística), en programas de televisión con famosos como Jimmy Fallon y París Hilton. Calculan que Fallon pagó más de 200 mil dólares por "registrar" (no poseer, ya que es un bien digital) uno de esos monos. De hecho, el lector también puede verlo en su pantalla sin problema y "poseerlo" tanto como Fallon. A todas luces, en el programa se buscó inflar aún más la burbuja de los Bored Apes, algo que incluso puede tener consecuencias para el conductor por conflicto de intereses.

El caso resuena en Argentina, donde una persona con numerosos pedidos de quiebra, juicios ejecutivos y denuncias por estafas, como Leonardo Cositorto, apareció en diversos medios presentado como el empresario dueño del conglomerado Zoe, con patas en la educación, el fútbol y la gastronomía, además de contar, por supuesto, con una criptomoneda propia. Un mínimo chequeo por parte de los comunicadores que le dieron el espacio hubiera ahorrado pérdidas a miles de personas que cayeron en su esquema.

En la mezcla entre publicidad, jerga tecnológica, la necesidad de muchas personas de "salvarse" y la creencia de que la tecnología será determinante para construir un mundo más justo, se cocinan estafas cada vez más frecuentes. Es la conclusión a la que parece estar llegando nada menos que Vitalik Buterin, el creador de Ethereum, la plataforma que prometía crear una web descentralizada (la web3, como se la llama ahora) y que más bien parece servir para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres.

La culpa no es Ethereum

Buterin, nacido en Rusia pero criado en Canadá, es uno de los genios tecnológicos de la actualidad. Interesado en Bitcoin desde pequeño, en 2013 concibió Ethereum, una plataforma de código abierto basada en blockchain (como Bitcoin). Con ella esperaba realizar todo tipo de contratos e intercambios sin necesidad de una autoridad central. La plataforma cuenta además con una criptomoneda propia, el ETH. La expectativa de Buterin, resumidamente, es que gracias a Ethereum se desarrollarían sistemas de votación más justos, una mejor planificación urbana y un ingreso básico universal. Buterin cuenta con una fortuna en ETH cercana a los 1.500 millones de dólares, con oscilaciones que acompañan su cotización. Pero su desinterés por el dinero quedó en evidencia en varias decisiones que tomó, además de que es capaz de dar conferencias en pijama.

Por eso sorprendió una entrevista que dio a la revista Time en la que reconoció que las cosas no estaban saliendo como habían planeado: "El mundo cripto tiene mucho potencial distópico si se lo implementa mal", dijo. En una referencia a los Bored Apes, los mismos que promocionaba Fallon, indicó que "el peligro es que tenés estos monos de tres millones de dólares y eso te transforma en otro tipo de casino". Para peor, la gestión de la plataforma se encarece por transacciones que solo sirven para especular y hace demasiado costosos proyectos con fines sociales.

Luego de nueve años de esfuerzo por construir y desarrollar su plataforma, Buterin parece estar llegando al concepto de "solucionismo tecnológico" que Evgeny Morozov desarrolló en un libro de 2013. La idea de que el mundo se puede mejorar gracias a la plataforma adecuada, resulta a veces frecuente entre quienes vienen del mundo tecno y desconocen la complejidad de la sociedad y la multiplicidad de actores que intervienen en los cambios a gran escala. En el mejor de los casos, la tecnología puede colaborar, pero un cambio de rumbo requiere muchos otros factores.

Es por eso que en la actualidad, con un capital financiero cada vez más desbocado, cualquier espacio tentador es explotado sin pruritos y no hay tecnología que, por sí misma, pueda evitarlo. De hecho, Buterin no tiene un control real sobre la plataforma descentralizada y cada vez invierte más tiempo en promover lo que considera buenos usos de su idea.

Como dice Buterin, "si no hacemos uso de nuestra voz, lo único que se construirá son aquellas cosas que generen ganancias rápidas". Bienvenido al capitalismo financiero, Vitalik.