Si bien Tarja Turunen hace años que juega de local en la Argentina, siempre le gusta poner a prueba esa sensación. Lo evidencia incluso en esa forma tan porteña de hablar el castellano. “Vamos a romper todo”, dice la cantante finlandesa al otro lado del Zoom, antes de su reencuentro con Buenos Aires, este viernes en el Teatro Broadway, como parte de su gira Raw Tour 2022. “Mi último concierto allá fue en octubre de 2019. Después vinimos a Europa, y tuvimos que parar por la pandemia”, se lamenta la ex vocalista de la banda de metal Nightwish. Aunque hice conciertos en el verano pasado, estoy súper feliz de volver porque ésta es mi primera gira en dos años”.

Esta pareja y madre de argentinos atiende a esta nota desde España, país en el que reside desde hace seis años. Así que se encuentra bastante lejos de la línea de fuego. Pero ahora que la guerra entre Ucrania y Rusia se acercó a la frontera de Finlandia, se despertaron tanto sus miedos como los fantasmas familiares. “En mi país están asustados porque lo que está pasando nos hizo recordar la guerra que tuvimos con la Unión Soviética. Mi padre es un hijo de esa guerra, y tiene esos pensamientos y memorias”, comparte la artista que inició su carrera solista en 2008, justo cuando se mudó temporalmente a la capital argentina. “Así que lo estamos viviendo muy fuerte”.

-Gracias a vos se conoce mucho más de Finlandia en la Argentina. Pero también rompiste con ese estereotipo frío y distante que a veces tienen los nórdicos.

-Forma parte de nuestra cultura. Por ejemplo, la generación de mi madre era súper fuerte, y nunca mostraba debilidad ni fragilidad. Existía la sensación de que las mujeres no debían mostrar sus problemas para transmitirles esa fuerza a sus hijos. Como lo hacían los vikingos. Gracias a Dios, esa mentalidad cambió. De hecho, me dicen que soy la más latina de mi familia. Incluso más que mi marido.

-Tienen a la primera ministra más joven del mundo, Sanna Marin. Sólo la supera Gabriel Boric.

-Soy de un país un poquito raro. Finlandia fue el primero en el que pusieron la ley de igualdad entre sexos, y el gobierno está lleno de mujeres poderosas. Los logros que alcanzamos las mujeres no sólo debemos recordarlos el 8M, sino todos los días.

-A propósito de eso, ¿sentís que la mujer ganó más espacios en una escena básicamente colmada por los hombres como la del metal?

-Me siento privilegiada de ser una mujer que está en esta industria musical. Debido a mi forma de ser, muchas mujeres piensan que soy fuerte. Y le quiero transmitir a todas que eso es posible, a pesar de que la fragilidad también está entre nosotras. Nunca tuve problemas en lo que hago por ser mujer. Pude adelantarme en la historia, luchar por mi vida y vivir mis sueños. Siempre trabajé mucho. Pero no es la misma situación para todas. La música nos conecta, y hablamos mucho. Tenemos muy buena comunicación en el metal. Las siento hermanas.

-Tus letras suelen contar historias que versan en algunos casos sobre el empoderamiento. ¿Qué poder tiene la canción hoy?

-Escribir la letra es lo más difícil para mí. Cuando termino la música, comienzo a escribir. La historia tiene que ser profunda, no puedo hacer canciones superficiales. No puedo decir nada que no tenga un significado. Es una lucha constante. Hay mucha gente que vive esta vida sin soñar nunca. Sin poder vivir con sus sueños. Yo sí lo logré, lo estoy viviendo. La música era mi primer amor. Tuve suerte, pero trabajé mucho. Mi público me apoya, y por eso le estoy super agradecida.

-También ha sido una suerte de terapia para vos.

-Tiene mucho poder como terapia. Tuve un ictus en 2018, y pensé que no me iba a poder recuperar. De eso trata mi álbum In the Raw (2019), por eso es mi trabajo más personal. Traté de entender qué estaba pasando en mi cabeza y en mi corazón.

-Si bien esta gira sirve para seguir presentando ese disco, acabás de terminar otro álbum.

-Outlanders ya está listo. Cada dos meses, sacamos un single. Gracias a la pandemia, pudimos terminarlo. Es un proyecto electrónico, nada que ver con el metal. Más que cantar, ahí uso mi voz como instrumento. Ya se puede escuchar. Subimos a las plataformas un par de canciones.

-Pese a que se te considera una artista de metal, tu carrera también probó en la música navideña y en la música clásica. Tu identidad pasa más bien por tu voz.

-Nunca fui una fundamentalista del metal. Mi incursión en esa escena fue una sorpresa incluso para mí. Estaba estudiando música clásica en la universidad cuando entré en la banda, y a pesar del éxito que tuvimos no dejé la carrera. Entonces nunca tuve fronteras, ni tampoco quiero tenerlas. La música es pura emoción, y listo. Si te gusta o no algo es como la comida: se puede discutir. Si me llena el alma, voy para delante. Mis fans saben que siempre estoy cambiando. Sé que no es fácil escuchar mi música porque desconcierto todo el tiempo. Pero progreso porque ando en la búsqueda de cosas nuevas. Eso soy yo.

-Esas metamorfosis tuyas son una metáfora del caleidoscopio sonoro que encierra la escena musical finlandesa. Hay de todo.

-La escena de mi país es interesante en muchos aspectos diferentes. Si lo comparamos con Suecia, que está cerca de nosotros, tiene más presencia en la historia de la música por la cantidad de grandes artistas que salieron de ahí. Pero Finlandia sólo es reconocida por el talento de sus músicos. Como embajadora de la música finlandesa, estoy orgullosa de la cultura y la música que hay allá ahora mismo.