Los estilos para la tropicalia 2017 del nordeste de Brasil se dieron cita entre el 23 y el 27 de mayo en el Puerto Marítimo de Fortaleza con sus terrazas con vistas a los molinos para energía eólica, los puestos de comida típica y en la celebración del diseño autoral y artesanal que predica “Dragao Fashion Brasil”. Mientras que el pueblo brasileño proclamaba “Fora Temer” en las calles de Río y desde manifestaciones en Brasilia, en Fortaleza, en cambio, la moda fue el gesto político. En el comienzo y a modo de apertura aconteció una charla del diseñador Alexandre Herchcovitch, quien se refirió a su particular recorrido en la moda desde que comenzó a hacer ropas para las drags de Sao Paulo circa 1990 con restos de ropa de tela del taller de ropa interior de su madre a su rol protagónico en la generación en el apogeo del San Pablo Fashion Week desde su firma propia, las alianzas y colaboraciones con infinitos nombres de la industria hasta la venta de su marca y la actual creación de una línea de ropa para a la garconne, que rescata y remoza prendas vintage. Acto seguido, un grupo de expertas ahondó en las premisas del up cycling, una modalidad de reciclaje que no admite tratamientos químicos y constituye el último grito de la moda en las prédicas ambientalistas.
Por las pasarelas apodadas De Barro y de Fuego dispuestas en el ciclo que conmemoró su 18° edición, esponsoreada por ABIT- Asociación Brasilera de la Industria Textil- como indicadores de estilos regionales cautivó la colección de Lindebergue Fernándes. “En una realidad política avasalladora, recurrí a cuestiones de género y relatos de amor, mi colección buscó en las memorias de mi infancia y el centenario de la virgen Nuestra Señora de Portugal” señaló Lindebergue Fernándes. Sus modelos llevaron túnicas religiosas blancas aunque con matices de ornamentos tropicales, velos con estampas renacentistas y vitrales, atuendos monacales para hombre y mujer ricos en bordados y la ineludible línea de denim con pequeños lunares bordados en blanco y apliques de perlas. El adorno que exudan las colecciones del nordeste brasileño se hace eco del barroquismo que entre los trajes para las fiestas regionales y la religión de las artesanías- de bordados a joyas y accesorios en madera-. Un paneo por los puestos del Mercado central de artesanías con sus trajes ricos en cintas, la exuberancia de los frutos pareció replicarse luego en gestos indumentarios, ya en colecciones de ropa de noche como en zapatos con cintas de seda, adornos de glitter en el rostro y en el cuerpo que compusieron la campaña editorial del ciclo de moda. Los ornamentos se replicaban además en los asistentes a la pasarela inclusiva- su entrada es libre y gratuita- de ahí que deviene en paseo de rigor para los moradores de Fortaleza y sus alrededores. Los estilos espontáneos cautivaron tanto o más que los de la pasarela.
La agrupación Babado Coletivo demostró que además de oficiar como cobijo de catorce diseñadores recurrió a un corto con prédicas feministas que prologó el comienzo del desfile y argumentó que la pasarela podía ser otro modo para la protesta. La paleta de colores rica en neones, en rosa y en vermelho, los contrastes de transparencias en las camisas, los accesorios que llevaban las y los modelos expresaban “poder femenino” tanto en la cintura, en las carteras y en los bieses fueron algunos de los recursos expresivos. Los modelos hombre llevaban ropa interior femenina -bodies en color piel- y labios pintados que contrastaban con sus barbas y bigotes. Del lado del diseño autoral, Weider Silveiro presentó una colección de vestidos camiseros, con apliques de glitter, asimetrías y volados de bailaoras, guiños a la estética pop y a Madonna en su período La isla bonita, aunque con tipologías contemporáneas y depuradas. La iconografía de los bordados regionales se erigió como indicador de estilo cearense por excelencia: vestida con un vestido de rendas color celeste, la diseñadora Almerinda María, creadora de un atelier homónimo, fue ovacionada luego de presentar su colección compuesta de encajes en tonos celeste pastel, blanco, amarillo, crudo y negro como materia prima de sastrería leve, de blusas y vestidos con siluetas diversas.