“No lo sé”, “no me acuerdo”, “no, no lo vi”, “lo único que sé es lo que está en los cuadernos”. Esas fueron las respuestas del chofer Oscar Centeno ante las preguntas de un juez español, dos fiscales de la Fiscalía Contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada y una abogada de la Administración de Justicia de España. Lo que le preguntaron fue si podía agregar algún detalle de los pagos de la empresa española Isolux, socia del Grupo Macri, a los funcionarios del Ministerio de Infraestructura en tiempos del gobierno de Cristina Kirchner. Centeno, que aceptó declarar, no agregó nada de nada: dijo que el dinero nunca se contó delante de él, que nunca vio la cara de los ejecutivos de Isolux en la Argentina, que la plata se entregó arriba en las oficinas mientras él estaba abajo en el auto y que todo lo que podía afirmar es lo que estaba en las entradas que escribió en los cuadernos. La credibilidad de Centeno está muy sobre el tapete dado que, entre otras cosas, dijo que quemó los cuadernos y después aparecieron seis de los ocho originales, justito cuatro días antes de las elecciones de octubre de 2019.
La justicia española investiga la corrupción de la empresa Isolux, aliada de los Macri en los Parques Eólicos, pero particularmente centrada en los pagos que los hermanos De Goycoechea -ejecutivos de Isolux- le habrían hecho a Roberto Baratta. Juan Carlos De Goycoechea se negó a declarar como testigo bajo juramento, porque podría perjudicarlo en la justicia argentina. Su hermano, César -que figura en los Panamá Papers- también se negó a declarar con el mismo argumento.
En su momento, Baratta había sostenido que en el caso de Isolux como en el de Techint, ninguno de ellos entregó suma alguna, sino que la plata se la quedaron los ejecutivos, que luego la legalizaron en el blanqueo de Macri de 2016 o la mantuvieron escondida como surge de los Panamá Papers.
El que sí aceptó declarar ante el juez y los fiscales españoes fue Centeno, que lo hizo por la plataforma Zoom dado que es un testigo protegido. Se lo vio más bien tranquilo, sin nervios, hablando desde una oficina de la Defensoría General de la Nación. Estuvo asistido por el defensor de oficio, Sergio Steizel, mientras que del lado de Isolux hubo nada menos que seis letrados conectados por Zoom.
Según quienes participaron de la audiencia, Centeno sólo se limitó a confirmar lo que figura en los cuadernos. Eso sí, ratificó que él escribió esas entradas y sacó las fotos. Pero admitió que nunca vio a ningún ejecutivo de Isolux y que tampoco pudo ver lo que contenían los bolsos que bajaban desde las oficinas de Maipú 741.
Según explicó Centeno, lo que puso en los cuadernos fue producto de lo que le escuchó decir a Baratta y otros funcionarios. En los cuadernos, el chofer puso que en total retiraron 12 millones de dólares, mientras que De Goycoechea admitió que a veces entregaron 200.000 dólares, otras 250.000 y otras veces 300.000. Era tres veces por año y en concepto de aportes a las campañas electorales. También declaró que todo tenía el visto bueno de la central española de Isolux y era en el marco de las obras en Río Turbio adjudicadas a la empresa ibérica.
Está claro que lo escrito por Centeno es más que dudoso: no resulta creíble que haya establecido los pagos sin haber visto los protagonistas y el dinero en ningún momento.
Isolux aparece involucrada en denuncias de corrupción en varios países y está siendo investigada por la justicia española. Dentro de España, en Catalunya, Castilla-León, Euskadi, Galicia y Asturias. En América Latina, en Chile y Argentina.
Las manipulaciones y extorsiones de Claudio Bonadio y Carlos Stornelli con los arrepentidos -el que no declaraba contra CFK seguiría preso- frustraron una investigación que podía ser trascendente: el club de la obra pública, las irregularidades de las grandes empresas y las concesiones al estilo de los peajes en la Panamericana o la Autopista del Oeste.
En una cantidad enorme de esos negocios, Isolux estuvo asociada o vinculada con el Grupo Macri, incluyendo numerosas licitaciones en que la española se presentó en alianza con IECSA, loa constructora de la familia Macri, presidida por el primo del expresidente, Angelo Calcaterra.