El Gobierno porteño quitó la habilitación para la sala de exposición del Museo de Informática, posicionado como el segundo más grande después del de Silicon Valley, con un patrimonio de 48.000 piezas, por lo que a partir de mayo seguirá funcionado solo como espacio de investigación y biblioteca a puertas cerradas, aunque los fundadores y voluntarios de la institución conservan la esperanza de poder volver a abrir.
"Un día vino un señor japonés de unos 80 y pico de años, se paró frente a una máquina que hay en la sala y se puso a llorar. Me acerco, él no hablaba castellano, yo no hablaba japonés, así que nos comunicamos en un inglés medio entreverado. Me contó entre lágrimas que él fue durante muchos años el encargado de manejar el robot que hacía el enrejado de esa máquina", recordó Alicia Murchio, cofundadora del Museo de Informática de la Argentina junto a su esposo, Carlos Chiodini.
Esta es una de las miles de anécdotas de visitantes que confluyen en este museo nacido en 2010 como parte de una fundación, que se posiciona como una reliquia en la región y entre los mejores de su tipo junto a los de Estados Unidos, Alemania, España e Inglaterra.
Su patrimonio no sólo está conformado por más de 48.000 piezas, sino por la misión de mantener vigente el desarrollo de la industria de la informática en el país, recuperando objetos como la computadora que creó en su juventud el ingeniero aeroespacial argentino Pablo de León, quien ahora diseña trajes espaciales en la NASA, y conservando una réplica de Clementina, la primera computadora científica traída al país en 1960.
Pero el museo también abrió las puertas para explicar, por ejemplo, el rol de la tecnología en el espionaje desde la Segunda Guerra Mundial a la actualidad, brindar un recorrido interactivo sobre el mundo de los videojuegos y presentar una exposición acerca del aporte de las mujeres a la tecnología, entre cientos de muestras, charlas y talleres.
A partir de mayo, esas exhibiciones quedarán a puertas cerradas. "La sala de exposiciones cierra porque el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires nos quitó la habilitación en 2020, en plena pandemia, y hace dos años que estamos tratando de tener una nueva y no lo logramos", relató Chiodini, sobre la lucha para mantener abierto el museo.
En el futuro, esta institución seguirá en pie como espacio de investigación, biblioteca y exposición itinerante, intentando "adaptarse" a la nueva realidad y con la "esperanza" de que algún día pueda volver a abrir sus puertas al público, contaron emocionados los fundadores.
Allí las personas no sólo ven reliquias de la informática en funcionamiento, sino que también aprenden. "En las visitas, intentamos sacar a la luz los mitos y las leyendas: quién hizo esto, quién hizo lo otro. Por ejemplo, la gente suele creer en la aparente rivalidad entre (Steve) Jobs y (Bill) Gates", comentó Chiodini.
También hay un espacio exclusivo dedicado a la industria nacional, que se tradujo en una exhibición llamada "Hecho en Argentina" que fue declarada de interés cultural, donde se podía ver toda la línea de Fate Electrónica, las máquinas que desarrolló en los 70 la empresa cordobesa Microsistemas, las computadoras "Drean Commodore" y hasta una réplica de Clementina.
Los sábados 23 y 30 de abril serán los últimos días para visitar el museo, ubicado en Marcelo T. de Alvear 738, en la ciudad de Buenos Aires. Luego, "no nos vamos a reinventar, vamos a adaptarnos a esta nueva realidad", aclaró Carlos Chiodini.