Ya sea en formato digital o físico, fueron muchos quienes se reencontraron con la lectura durante los meses de confinamiento por la pandemia. Mientras las ventas de libros en papel cayeron 30% en 2021, la popularidad de los ebooks creció. Ambos formatos cuentan con defensores y fanáticos, y el debate se vuelve inevitable: ¿cuáles son los puntos fuertes de uno y otro?, ¿cuál ofrece una mejor experiencia?
El 23 de abril es el Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor, una fecha fijada por la Unesco en 1988 para promover la lectura, la industria editorial y defender la propiedad intelectual. La fecha coincide con los fallecimientos, en 1616, de William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega.
A la hora de enumerar las ventajas de los libros de papel y de sus versiones digitales, surgen observaciones sobre los costos, la portabilidad y la piratería. Mientras que un Kindle permite cargar miles de libros en unos pocos gramos, las emociones que transmiten los libros de papel siguen siendo fundamentales para muchos.
El libro de papel, símbolo de la nostalgia
El primer aspecto que se puede tener en cuenta es el que trasciende a la ciencia y lo material: el plano simbólico. Según un estudio del sitio especializado Tiendeo, el 55% de los lectores prefiere el libro físico al digital. ¿Las razones? Para el 61% es por el disfrute de guardarlos y poder prestarlos, un 58% dijo disfrutar el papel al tacto y un 38% destacó la importancia de los olores.
“Necesito escribir, tachar, marcar el texto”, coincide Nacho Damiano, creador del movimiento de intercambio y difusión Pila de Libros. “Yo tengo recuerdos de en qué circunstancias de mi vida leí cada libro”, dice en diálogo con GO Noticias, y agrega que “el soporte suma a cómo te atraviesa un texto, y el digital en algún punto homogeniza todo, es como estar todo el tiempo leyendo un Word, todos los libros son un mismo libro y eso para mi atenta contra el disfrute y el recuerdo particular de cada uno”.
“En este contexto de ritmos tan acelerados en la vida cotidiana, la gente tiene muy poco tiempo y atención para dedicarle a la literatura”, apunta, y considera que la literatura “atenta contra la inmediatez y lo pre-masticado, es algo a lo que hay que dedicarle más tiempo, más cabeza y en eso el soporte influye: los libros son una pausa a ese ritmo, son una forma de resistencia, de contracultura”, dice Damiano.
Pila de Libros se conforma a través de un sitio web donde actualmente 7000 usuarios de siete países distintos ofrecen libros para intercambiar y enumeran títulos que desean. Si se encuentran dos personas de zonas aledañas dispuestas a intercambiar, se genera el “match”. El proyecto ya registró 140.000 intercambios desde sus inicios, en octubre del 2020.
“Una de las cosas más valiosas de Pila es el intercambio social. Conocés gente con intereses en común y con un amor por la lectura. Deja de ser un tema solitario, el contacto humano real que ayuda mucho a generar una comunidad que promueva la lectura”, explica.
Incluso Cristian Giménez, especialista en informática y tecnología y creador de Cronix, una biblioteca digital con más de 82.000 ebooks disponibles gratuitamente, admite que “el ebook todavía no puede vencer el sentimentalismo del libro de papel”. Especialmente a la hora de “cambiar de hoja, sentir el olor al papel, sentir el objeto”, los libros siguen siendo una gran influencia para los lectores, dice a GO Noticias.
Los ebooks y la cuestión de precio
Uno de los principales beneficios de los libros digitales es el ahorro, tanto de dinero como de papel. Este punto tiene dos causas fundamentales: por un lado, los ebooks son efectivamente más baratos que los libros físicos; pero además está muy extendida la piratería que permite acceder a las descargas de cientos de miles de títulos totalmente gratis.
“Las Malas”, de Camila Sosa Villada, por ejemplo, cuesta $1100 en versión ebook en la tienda oficial de Amazon y $2100 en promedio en librerías. “Cometierra”, de Dolores Reyes, ronda los $1300 en su versión ebook, mientras que en las librerías está a alrededor de $1700.
Para Giménez, la diferencia de precio es el motivo “más importante” por el que muchas personas pasan a leer libros digitales: “Nunca fue barato comprar libros, mucho menos cuando te gusta leer como hobbie y no disponés del dinero para comprar uno o dos libros por mes”.
“No solo se beneficia el ambiente porque implica menos árboles muertos, los ebooks son hasta un tercio más baratos que los libros de papel”, agrega el creador de Cronix.
Un ebook marca Kindle de categoría media ronda los 20.000 pesos; el Kindle Paperwhite 10 Gen mide 17 x 12 centímetros, tiene una pantalla de 6 pulgadas, pesa menos de 200 gramos y tiene una capacidad interna de 8GB, que equivale aproximadamente a unos 2000 libros. La batería tiene un tiempo de uso de alrededor de seis semanas.
“En un lector de libros electrónico promedio podés almacenar en simultáneo más libros de los que podrían leerse en toda una vida”, dice Giménez.
Leer libros sin comprarlos
Para competir con los precios bajos o incluso inexistentes de los ebooks, Damiano presente una alternativa: “Pila de Libros viene a ofrecer una opción para leer libros de papel sin tener que necesariamente comprarlos. Además es una red social humana de recomendaciones, charlas, intereses compartidos, hay un ‘extra’ en ese encuentro”, dice.
Damiano considera que “en Argentina no hay tanta cultura del ebook justamente porque la diferencia de precio no es tan significativa. Quizá en otros países se ve una diferencia de hasta cinco veces más en papel y es otra cosa”. Entonces, “la gente termina eligiendo comprarse en papel o no comprar ninguno o más bien, piratearlo”, porque “acá la descarga gratis de un libro es muy simple, tenemos una cultura del pirateo enorme y el producto es el mismo”.
Y justamente eso es lo que buscó Giménez con Cronix: “Que descargar libros no sea una tarea titánica”, especialmente por la enorme cantidad de sitios que ofrecen supuestas descargas gratuitas, aunque “algunos son estafas o están llenos de publicidades”. Hoy Cronix ofrece un catálogo de 82.000 títulos para descarga y recibe aportes voluntarios para sostener el proyecto mediante la aplicación “Cafecito”.
El mayor crecimiento de esta biblioteca digital se dio durante los primeros meses de la pandemia, cuenta Giménez, cuando la mayor parte de la sociedad se encontraba bajo estricto confinamiento: “El avance de la lectura digital también se da cuando la brecha digital se acorta y cuando la gente tiene más tiempo para leer -observa-. La pandemia hizo que lo digital fuera algo más común para más gente”.
Con los libros a todos lados
La facilidad para transportar cientos de libros en poco espacio y por muy poco peso es otro de los puntos que los “team ebook” esgrimen en su defensa. Aunque hay que considerar que llevar un dispositivo tecnológico acarrea ciertos riesgos, ya sea de robo, roturas o pérdida.
“Mi biblioteca es un monstruo demencial que cuando me mudo y la tengo que mover me hace replantear la relación con los libros y con mi vida”, dice Damiano, que por estos días planifica una mudanza. “Ocupa una habitación entera en mi casa y el 50% de los libros que tengo en mi biblioteca no los leí; pero a mí me llegan alrededor de 50 libros por mes, me mandan, me regalan. Tienen un significado esos libros ahí, y los que no, pienso dónde puedo regalarlos o donarlos para que tengan un propósito”, cuenta.
A favor del ebook también se cuenta la accesibilidad para personas con dificultades o necesidades motrices. Giménez detalla que “en cualquier libro digital se puede adaptar el tamaño de la letra; la mayoría proporcionan luz integrada para leer de noche y hasta existen ‘audiolibros’ para que personas que carecen de visión tengan la posibilidad de escucharlos”.
¿Mayor acceso a más libros o pirateria descontrolada?
Una de las principales polémicas con el crecimiento de la piratería de libros digitales tiene que ver con los derechos de autor y los precios al público. Según una encuesta realizada en 2020 por el grupo especializado “Cómo leemos”, el 80% de los lectores de ebooks dijo que los descarga gratuitamente.
Sobre ese punto, Damiano destaca que “lo principal para el autor es la difusión, más allá del soporte”, pero explica que el precio de un libro abarca mucho más. “Cuando pagás una editorial, pagás un corrector, la impresión, la distribución, una reseña, presentación, y el porcentaje que va al autor, que a la vez necesita que le paguen porque para dedicar toda su capacidad a generar nuevos textos necesita poder vivir de eso”, enumera.
En cuanto a los elevados precios de los libros, apunta al control estatal como una posible solución. “Otra forma de popularizar la lectura es transformarla en un hábito placentero, no una obligación moral”. Pero para eso “los libros no pueden ser un privilegio, tienen que ser un derecho y el Estado lo tiene que garantizar”, afirma.
Y si bien los libros impresos no están exentos de las copias pirata, esta es mucho menos popular que entre las versiones digitales. “En un libro trucho te cambia la calidad, la impresión, el material de la tapa, el tamaño de la letra, la encuadernación. Pero en lo digital el producto original y el producto pirateado son el mismo”, explica.
Actualmente muchos sitios ofrecen libros en formato digital para descargar gratuitamente. Incluso existen bots de Telegram en los que un usuario simplemente pide un título y en cuestión de segundos ya lo tiene descargado en su dispositivo.
Por eso, Damiano lo compara con la piratería de la música en la época de los CD: “El producto tiene que ser algo más que un archivo en la computadora, tiene que tener un valor agregado que incentive a comprar el original”.
En defensa del intercambio “libre”, Gimenez cuenta que muchos “lindos proyectos de difusión de la lectura” en bibliotecas digitales “han tenido que cerrar por las demandas editoriales”, y explica que por eso el ingreso a Cronix es abierto, y que se difunde en clubes de lectura o de boca en boca. Hoy hay cientos de usuarios que descargan libros de allí.
“Hay que facilitar el acceso a la lectura. Hoy más que nunca es muy pesado pagar 3000 pesos por un libro para entretenerte un rato. La única manera de popularizar la lectura es desde la educación escolar y en las casas; y primando por el fácil acceso a libros”, agrega.
Sobre la polémica en torno a la pirateria, sostiene: “No creo que cause conflicto porque para el número global de gente que lee, la que baja libros de Internet aún es muy poca, Esto ya pasó con la música y las películas. No hay riesgos para editores ni autores, todo lo contrario; en realidad lo que les sería muy bueno es masificar el hábito de la lectura”.
Más allá de las ventajas de uno u otro, la existencia de cada vez más libros, en todas sus formas y con distintas vías de acceso y distribución, suma a acrecentar y fomentar el hábito de la lectura. La pregunta que cabe, entonces, es cómo encontrar un punto medio que proteja los derechos y remuneración de los autores y a la vez facilite el acceso a cada vez más contenidos.