A cuatro décadas de la publicación de Tiempos difíciles, disco que corporizó un singular movimiento estético brotado de un grupo de jóvenes de Rosario, varios de aquellos –encabezados por Juan Carlos Baglietto quien fuera la voz y la firma de aquel álbum- lo celebraron junto a un público exultante que colmó el primero de dos recitales en el porteño Teatro Ópera.
Reunidos ahora formalmente en sexteto bajo el nombre de La Trova Rosarina, un apelativo popular desde entonces pero que por años pareció ser una carga o un estigma para quienes habían sido parte, el festejo puso en escena con un resonante espectáculo el peso de una obra que sigue expandiéndose e influenciando más allá del aniversario.
“Que ustedes sigan respondiendo de esta manera, en parte será mérito, pero en parte es también complicidad”, resumió sabiamente Baglietto hacia el final de un show de poco más de dos horas de duración donde se desplegó el grupo conformado a inicios de 2019 y que completan Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Fabián Gallardo.
Aunque sobre esa confabulación gozosa, pública y vigente queda flotando la pregunta en torno a las formas de abordarla: si abrevando en su original e inédita mistura entre la canción y elementos de rock, folclore y tango (“La Trova fue mezcla, fusión, tránsito. Lo que no había. La trova fue también el grito. Y el grito de cansancio”, en palabras del fallecido Gerardo Rozín estampadas en el programa virtual de esta reunión) o empatando esos matices en una propuesta rítmica y pop.
Ambas vertientes –con predominio de la segunda en desmedro de la invención que irrumpió- dijeron presente en la puesta sonora con dirección musical del tecladista Adrián Charras que comenzó apenas siete minutos después del horario anunciado con Baglietto entonando a guitarra y voz “Mirta de regreso”, una gema compuesta por Adrián Abonizio que abría el listado de temas de “Tiempos difíciles” mientras una pantalla vertical ubicada sobre una pared de luces al fondo del escenario reponía su portada chaplinesca con el cantante sentado junto a “El Pibe”, que en realidad era Inés, la hija del productor de la placa, Juan Carlos Portunato.
Convocando a Silvina Garré compartieron el desgarrador “Era en abril”, de Jorge Fandermole, y el anfitrión apuntó: “Qué lujo volver a este teatro y compartir 40 años de ese primer disco, compartirlo con ustedes que nos han permitido llegar hasta acá. Gracias”.
Con las presencias de Rubén Goldín en guitarra eléctrica y los invitados especiales Sergio Sainz en bajo y contrabajo y Marco Tulio Pusineri en batería, también rosarinos y quienes grabaron el álbum en cuestión, se sucedieron “Aunque mañana no estés”, “Puñal tras puñal” y “Sobre la cuerda floja”, tres maravillas que Fito Páez (“presente en su música”, como indicó Juan) alumbró cuando aún no llegaba a sus dos décadas de vida.
Tras un intercambio con la platea (“¡¡Estás igual!! ¡¡sí!!. Todos estamos mejor”, bromeó el cantante), se sucedió una trilogía de Actuar para vivir, otra placa de Baglietto también lanzada en ese 1982: la estupenda “Una vuelta más”, de Rubén Goldín; “Qué son esas palabras”; y “Río marrón”, segunda obra de Jorge Fandermole que lo trajo a escena, y el segmento se cerró con “Dormite Patria”, de Abonizio, que levantó a la audiencia a partir de la profusa sucesión de imágenes de excombatientes de la Guerra de Malvinas.
Ya con el sexteto completo (el citado Adrián Abonizio y Fabián Gallardo) y su banda de apoyo también a pleno (Guido Martínez en bajo y contrabajo, Julián Baglietto en batería y Juancho Perone en percusión), se oyó “Actuar para vivir” y la sala de pie aplaudió al elenco estable.
El pasaje dedicado a creaciones más nuevas y alejadas de aquel primer arrebato, encadenó “Sueños de valeriana” de Goldín; “En blanco y negro (Buenos Aires)”, de Garré; “El árbol”, de Gallardo; “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Páez; “Cuando” y “Canto versos” de Fandermole; y “Mate cosido” de Abonizio.
“Esta canción es sobre un personaje que actuaba al revés que los ministros de economía: les robaba a los ricos para darle a los pobres y la queremos dedicar como homenaje a todas las personas injustamente perseguidas por la justicia como Milagro Sala”, señaló su autor sobre la pieza acerca del bandido rural Segundo David Peralta.
El cierre formal del repertorio reunió casi sin respiros y con una impronta siempre alegre otras dos creaciones de Fito (“ de crecer” y “La vida es una moneda”) y “El témpano”,donde Abonizio plasmó la sentencia poética: “Voy hacia el fuego como la mariposa/y no hay rima que rime con vivir/no te pares no te mates/sólo es una forma más de demorarte”.
Para los bises hubo lugar para homenajear a Lalo de los Santos (fallecido hace 21 años) con una versión de “Tema de Rosario” que se coronó en una ovación a su figura en la pantalla, visitar la folclórica “Oración del remanso” de Fandermole, entregar una gran versión de “Un loco en la calesita” y despedirse con “Las cosas tienen movimiento”, otro par de composiciones de Páez.
La saga aniversario de Tiempos difíciles, que empezó en marzo en esa ciudad santafesina, siguió este sábado en el Opera y volverá el 1 de mayo al mediodía en un concierto gratuito en la Plaza San Martín de Cañada de Gómez. El 7 llegará al Espacio Quality de Córdoba.
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