"Existe un peligro real de que los precios se desboquen. Entonces, a menos que se tomen medidas firmes, vendrá la carrera entre el poder adquisitivo y los precios inflados, una carrera perdida ya que el poder adquisitivo no puede seguir el ritmo”.
“Muchos de estos precios están siendo elevados deliberadamente por dispositivos monopólicos”.
“Algunos de los aumentos de precios se deben a prácticas monopólicas y otros a la escasez de suministros”.
Tres frases que podrían ser adjudicadas a algún crítico de la falta de firmeza del gobierno argentino para controlar y castigar a las corporaciones responsables de los aumentos de precios, fundamentalmente de alimentos, en las últimas semanas y también meses. Pero no. No fueron dichas en referencia a la situación de la economía argentina, sino a la de Estados Unidos. Pero tampoco fueron expresadas en el marco de los debates actuales sobre la inflación en aquel país.
Los comentarios anteriores fueron escritos en 1937 por un asesor del presidente Franklin D. Roosevelt, cuando Estados Unidos enfrentaba los abusos de sectores dominantes en los mercados de productos masivos, todavía soportando las interrupciones de suministros en el marco de la Gran Depresión de los años 30 y en los umbrales de la segunda guerra mundial. ¿Y cuál fue la recomendación que recibió el presidente estadounidense en ese momento? Ponerle freno a las corporaciones y revisar, para cambiarlas, todas las políticas que le habían dado tanto poder para controlar los mercados y fijar precios a su entera voluntad.
Con todo, para nosotros, argentinos y latinoamericanos, lo más sorprendente y significativo es que quien trajo ahora esos argumentos a la discusión sobre la inflación, en tiempos de pos Covid y en un escenario de guerra en el este europeo, fue nada menos que la Universidad de Chicago, la cuna del neoliberalismo.
Se trata de un artículo publicado la semana anterior (13 de abril), en la revista digital Promarket, órgano de prensa de la Escuela de Negocios del Centro Stigler, de la citada universidad. Su autor es Erik Peinert, director de Investigación y Editor del Proyecto de Libertades Económicas Estadounidenses. El sugerente título del artículo es "Inflación, Poder Corporativo y el New Deal olvidado".
Cartelización y abusos
Señala el texto del mencionado artículo que la década del 30 estuvo caracterizada por la cartelización (acuerdo de producción y de precios para repartirse el mercado y no competir entre ellos) de grandes empresas y por un aumento persistente en los precios. Pero cuanto en 1937, "los precios repentinamente se dispararon aun más rápido, varios asesores de Roosevelt argumentaron que estas prácticas monopólicas eran el motor de muchos aumentos de precios y, si no se hacía nada, podría frenar la recuperación o causar otra recesión".
El autor señala, en su artículo, que estas prácticas monopólicas se han vuelto a ver favorecidas en años recientes. "Desde la década de 1980, los tribunales estadounidenses y las agencias reguladoras han respaldado la capacidad de las corporaciones poderosas para fusionarse, monopolizar, confabularse para fijar precios, excluir o controlar otras empresas y reducir los salarios".
"A partir de las décadas de 1970 y 1980, se puso de moda una nueva forma de pensar sobre las leyes antimonopolio, favoreciendo las fusiones como supuestamente eficientes y viendo poco riesgo en permitir que las industrias se consolidaran. Con ironía, sostiene el autor que "el propósito de las leyes antimonopolio ahora se había convertido, en parte, en preservar el monopolio".
Prosigue Peinert señalando que, "al igual que en la década de 1930, estos cambios han aumentado los precios en toda la economía estadounidense, pero hasta ahora no de manera muy clara o notoria. Antes del año pasado, estos aumentos de precios fueron lentos, progresivos e imperceptibles durante décadas". Pero se aceleraron en los últimos meses. Los márgenes de ganancias , se estima en Estados Unidos, aumentaron de una media del 21 por ciento a principios de los 80, al 61% actual. No es aventurado suponer que en Argentina la tendencia haya sido la misma.
Y una observación que hace el autor sobre el comportamiento en materia de precios de las empresas dominantes en estos tiempos, que también le sonará cercana a cualquier observador de la economía argentina. Dice Erik Peinert: "Aprovechando tanto su posición de negociación como la ignorancia de los consumidores sobre la verdadera escala de subas en los insumos, las principales empresas han estado aumentando los precios mucho más allá de sus aumentos de costos".
¿Multicausal o sin causa conocida?
Sin embargo, los especialistas no se ponen de acuerdo, ni aquí ni allá, sobre las causas de la inflación. El economista neoliberal Peinert dice, en su artículo publicado por la Universidad de Chicago: "Habiendo decidido que el poder de mercado no es responsable de la inflación, o que la defensa de la competencia tomaría demasiado tiempo, la conclusión parece ser no hacer nada". "La inacción deja la política de respuesta a la inflación en manos de la Reserva Federal independiente, cuya única palanca contra la inflación es aumentar las tasas de interés, con base en la teoría de que la inflación es impulsada por el exceso de poder adquisitivo". sobre la base de esta lógica, recuerda Peinert, el 16 de marzo la FED elevó las tasas.
Crítico de ese enfoque, el autor se pregunta: "¿Quién debería soportar la carga del ajuste: los trabajadores o las poderosas corporaciones?". "El debate entre la avaricia corporativa y el poder adquisitivo no es sólo técnico; es una cuestión de valores. La inacción en este caso es tomar partido, aceptando que las grandes corporaciones sean libres de mantener sus márgenes de beneficio inflados y sin precedentes".
El autor va más allá en el análisis, señalando que "existen alternativas, y no fue éste el enfoque adoptado en 1937" por el gobierno de Roosevelt. "Atacar a los monopolios que suben los precios, poniendo en peligro la recuperación", fue la propuesta que le formularon sus asesores. "Robert Jackson, el fiscal general adjunto antimonopolio de Roosevelt, hizo exactamente eso al pronunciar una serie de discursos en el otoño de 1937 atacando a las grandes corporaciones por retrasar la recuperación a través de aumentos de precios monopólicos", repasa Peinert en su artículo.
El análisis publicado en la revista de la Universidad de Chicago refiere incluso propuestas actuales "para obtener resultados más rápidos, por ejemplo, el economista Hal Singer sugiere iniciar investigaciones antimonopolio automáticas en cualquier industria concentrada con un aumento significativo de precios, una sanción que sin duda ayudaría a disuadir otros aumentos".
Estas son las cuestiones que se están discutiendo en torno a la inflación en las economías centrales. No por sesgo ideológico anticapitalista, sino por la conciencia de que los aumentos de precios abusivos están atentando contra la misma recuperación de la economía en sus propios países.
"No hay más tiempo"
La postura de los neoliberales del centro es que "no hay tiempo" para restablecer las condiciones de competencia. Entonces, ataquemos a las corporaciones antes que la estantería se derrumbe. No parece una cuestión de conciencia, sino de supervivencia. Pero es una buena oportunidad de "imitar a los países serios" y legitimar medidas correctivas en Argentina, con niveles de inflación que le preocupan hasta a Kristalina Georgieva.
En defnitiva, si Erik Peinert puede afirmar en una publicación de la Universidad de Chicago que "las políticas antimonopolio no son una cuestión limitada en torno a tecnicismos económicos: son una declaración de nuestras prioridades como país". ¿No podría sostenerse lo mismo con respecto a la Argentina, nuestro país? Incluso ante el FMI, en oportunidad de la primera revisión del acuerdo y el programa, ya que coincide en que el problema de la inflación urge.
Y recordarle al Fondo lo que dice Peinert al cierre de su artículo: "Estados Unidos ha visto esta combinación de aumentos de precios, especulación corporativa y una recuperación económica incierta antes; la última vez que enfrentaron esta situación, los estadounidenses no dejaron su destino en manos de los amos corporativos".