De la esperanza por el cambio al estallido social. De la necesidad de comenzar una nueva etapa a mantener el mismo modelo económico que ya había ensayado Alfredo Martínez de Hoz y profundizado Carlos Menem. Del ajuste económico inicial, un recorte al salario de los trabajadores estatales del 13 por ciento, a la crisis que desató una denuncia de coimas, conocida como “La Banelco”, para conseguir la reforma de las leyes laborales y precarizar aún más la situación de los trabajadores, como pedía el Fondo Monetario Internacional (FMI). De los intentos de “déficit cero” y “megacanjes” de deuda externa, al último gran invento de Domingo Cavallo: “el corralito”, la confiscación de los depósitos de los pequeños ahorristas para evitar el quiebre del sistema financiero. De los saqueos a los supermercados para poder comer a las multitudinarias protestas en Plaza de Mayo bajo la consigna “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”. Este podría ser el doloroso compendio de Dicen que soy aburrido, el cuarto volumen de Tapas que hacen historia, publicado por Editorial Octubre, que abarca el gobierno de la Alianza, los 740 días de la presidencia de Fernando De la Rúa.
La colección que Página/12 inauguró con La casa está en orden (el gobierno de Raúl Alfonsín) y continuó con Síganme, no los voy a defraudar (la primera presidencia menemista) y Menem lo hizo (la segunda) se extenderá hasta la presidencia de Mauricio Macri. “La pendiente de la crisis política del gobierno aliancista comenzaría a ser nítida cuando, diez meses después de asumir, el vicepresidente Carlos ‘Chacho’ Álvarez renunció en medio de un escándalo de corrupción y también consciente de que el gobierno que integraba marchaba a la represión de la protesta social y al fracaso”, plantea María Seoane en el prólogo del cuarto volumen de esta colección, que tiene como director de arte y fotografía a Daniel Flores. La idea de desplegar “la historia reciente de un país contada a través de las tapas de un diario” fue de la periodista y diputada Gisela Marziotta. La dirección del proyecto y la edición final está a cargo de Hugo Soriani, director general del diario. Para Dicen que soy aburrido trabajaron en la selección de las tapas y en la asistencia de edición las periodistas Dolores Curia y Melisa Molina.
Más ajuste
El gobierno de la Alianza “nació como progresista”, recuerda Soriani, pero continuó el modelo de la convertibilidad y adoptó las medidas exigidas por los organismos internacionales, los grandes bancos, el capital financiero y el poder económico concentrado que ocasionaron que “la crisis cayera sobre las espaldas de los trabajadores”. “Los seudogobiernos progresistas terminan haciendo más ajuste que los gobiernos de derecha porque no quieren enfrentar al establishment y tratan de que no se enoje; entonces aplican políticas de ajuste más graves que las que hubiera tomado un gobierno de derecha, que no necesita quedar bien con el poder económico. Esta es la gran diferencia entre un gobierno como el de De la Rúa y un gobierno como el de Néstor (Kirchner), que fue transgresor, enfrentó esos poderes establecidos y dirigió sus políticas económicas a fortalecer la economía de los sectores populares”, compara el director general de Página/12.
El robo de bebés
Aunque De la Rúa respaldó las leyes de impunidad, que empezaron a fines del gobierno de Alfonsín y se consumaron con los indultos de Menem, los organismos de derechos humanos lograron que el robo de bebés fuera excluido de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y se convirtiera en el único resquicio para obtener algo de justicia. La jueza Servini de Cubría hizo detener a nueve marinos por la apropiación de 12 menores en la Base Naval de Mar del Plata durante la dictadura. La investigación se puso en marcha por un dato aportado por las Abuelas de Plaza de Mayo. “Valiente muchachada de la Armada”, decía el título principal de la tapa del 8 de enero de 2000. Hay declaraciones que estremecen: “Los bebés se regalaban como gatitos”, “los querían blanquitos y recién nacidos”, “a los que eran medio negritos los hacían desaparecer”.
La gran noticia del 2000 está condensada en el título del sábado 8 de julio: “Otra vez a juicio”. Por decisión de la Cámara Federal, Massera, Bignone, Nicolaides, Suárez Mason, el Tigre Acosta y otros represores de la ESMA irán a juicio oral por el robo de bebés durante la dictadura. En la tapa del 5 de mayo, una frase augura tiempos mejores: “Será Justicia”, se reabrirán los juicios penales contra los represores Astiz y Etchecolatz. La Cámara de La Plata abrió la puerta para el enjuiciamiento y un fallo de la Cámara Federal de Capital declaró imprescriptibles los crímenes de lesa humanidad como la desaparición de personas, por lo cual sus responsables pueden ser juzgados, a pesar de las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y los indultos.
“Por asesino”, la letra negra sobre la frente de Antonio Bussi evoca una votación histórica: la Cámara de Diputados rechazó por unanimidad el derecho del represor tucumano a ocupar una banca en el Congreso. En marzo de 2011, el juez Gabriel Cavallo dictaminó la “inconstitucionalidad y la nulidad insalvable” de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final; un fallo que permitiría plantear la reapertura de los juicios interrumpidos por esas leyes. En julio Astiz quedó preso por el asesinato en la ESMA de tres ciudadanos de Italia.
La Banelco
El repaso de las tapas del diario es que se puede reconstruir la historia de “La Banelco”. El entonces ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, cerró a fines de febrero de 2000 el acuerdo sobre la reforma laboral con la vieja conducción de la CGT. El dirigente de camioneros, Hugo Moyano, mantuvo la convocatoria a la que fue la primera protesta contra el gobierno de la Alianza en Plaza de Mayo. “Sonrisas y algo más”, advierte el premonitorio título de la edición del jueves 24 de febrero, ilustrada con una foto en la que Rodolfo Daer y De la Rúa sonríen. “Más allá de las sonrisas, ¿qué les dio el Gobierno a los sindicalistas para que firmen?”. Al día siguiente, Página/12 tituló: “Media CGT, media plaza, media sanción” para condensar la ruptura de la CGT, la primera protesta masiva de la era De la Rúa al mismo tiempo que se obtenía la media sanción en Diputados, pese al voto contrario del bloque del PJ.
“Todos unidos triunfaremos” fue la forma que eligió este diario, en la tapa del jueves 27 de abril, para dar cuenta que la flexibilización laboral fue aprobada por el Senado con los votos de los senadores del PJ y de la Alianza.
“Es importante que se aclare”, se lee en la tapa del viernes 18 de agosto, donde aparece por primera vez la noticia de la sospecha de coimas en el Senado. Al día siguiente, el escándalo crecía con la apertura de una investigación por parte de la Oficina Anticorrupción. “Esto es como cuando empezó el mani pulite”, dijo Chacho Álvarez el martes 22 de agosto, el mismo día que recibió a Antonio Cafiero para que hiciera públicas sus acusaciones.
El vicepresidente pidió a los senadores un desafuero colectivo para que la Justicia pudiera investigar sin limitaciones y denunció el escándalo ante la Justicia. “Yo tengo la certeza de que hubo sobornos”, afirmó Cafiero en el título de tapa del 24 de agosto. La crisis del Senado avanzaba con la salida de Augusto Alasino de la jefatura del bloque justicialista y terminó de desencadenar la renuncia de Álvarez a la vicepresidencia: “Me da mucha vergüenza que se sigan promocionando figuras que son las responsables de que la gente asocie la política al delito”, admitía Álvarez en la tapa del sábado 7 de octubre de 2000.
“El escándalo de la Banelco representa la continuidad de las políticas de corrupción profundizadas por el menemismo”, explica Soriani. “Además del ajuste a los jubilados, la reforma laboral fue otra de las medidas que le exigía el establishment al gobierno de De la Rúa. Para eso quedó la famosa frase de Flamarique ‘tengo la Banelco’ para pagar las coimas a los senadores y que votaran a favor de la reforma laboral”, agrega el director general del diario.
Basta de dictadura financiera
En la tapa de la edición del 26 de mayo, fecha en que el diario celebraba 13 años, aparece el duro mensaje sobre la situación social del entonces obispo Jorge Bergoglio: “Todos consuelan a los deudos pero nadie levanta el muerto”. En el Tedeum Bergoglio llamó a “alarmarse ante cada persona que pierde el trabajo” y a “achicar la brecha” entre ricos y pobres. “Ajustados” resumía la tapa del 30 de mayo el recorte del 12 por ciento a todos los estatales que ganaban a partir de los 1000 pesos y 15 por ciento a partir de los 6.500. A confesión de partes, relevo de pruebas: “No recuerdo un recorte salarial así en todo el mundo”, se vanagloriaba el ministro de Economía, José Luis Machinea ante los inversores extranjeros por la magnitud del ajuste realizado.
Un grupo de personas, vestidas con túnicas negras con siglas del FMI y el Banco Mundial y con capuchas también negras, cargaba un muerto en un ataúd. “Basta de dictadura financiera”. Esta frase de la tapa del 1° de junio sintetiza el sentimiento de miles de personas que marcharon en repudio del ajuste y del FMI. Luego continuaría con un contundente paro convocado por las dos CGT y la CTA el 9 de junio. A la crisis política y económica se sumaba el conflicto social: cortes de ruta en Buenos Aires, piquetes y represión en Salta en los primeros días de noviembre.
En el primer año de la Alianza, según las cifras oficiales, aumentó en más de 350.000 personas la cantidad de pobres. Los primeros días de marzo de 2001 renunció Machinea y lo reemplazó Ricardo López Murphy, que duró apenas dos semanas por la resistencia que generó su plan ultraliberal con recortes que recaían en la Educación. “Cavallo lo hizo bolsa”, ironizó Página/12 en la tapa del 20 de marzo, ante la renuncia de López Murphy. “Pocos entendieron cómo Cavallo, que tenía un caudal propio de votos para aspirar a ser él mismo presidente, aceptaba ser ministro de Economía de un gobierno en franca desbandada. La historia explicó que Cavallo aceptó para garantizar en los últimos meses de la debacle aliancista la fuga sostenida de divisas, calculada hacia diciembre de 2001 en más de 40 mil millones de dólares”, precisa Seoane en el prólogo del libro.
El peor final
Chacho Álvarez se alejó del Frepaso y la política en mayo de 2001. Menem quedó detenido como “jefe de la asociación ilícita” un mes después. Cavallo continuaba insistiendo con más ajustes; el desempleo trepó al 16,4 por ciento; el riesgo país subía; se acordaba otro préstamo con el FMI a cambio de garantizar el “déficit cero”; la población bajo la línea de indigencia llegó al 14 por ciento. El resultado de las elecciones legislativas de medio término fue lapidario: “Ganó la bronca”, tituló este diario el 15 de octubre de 2001.
Las tapas se sucedían al ritmo de la debacle: “Navidad amarga”, “Estalló la gente y renunció Cavallo” y “El peor final”. Una imagen tristemente inolvidable: el helicóptero presidencial despegando de la terraza de la Casa Rosada. De la Rúa reprimió las protestas contra su gobierno y se fue con 26 muertos a sus espaldas.