Tanto las políticas de Ciencia y Tecnología (CyT) como las que promueven la innovación se encuentran en el centro del esquema que permite comprender el éxito de las empresas chinas en los mercados internacionales. No puede entenderse su ascenso en las Cadenas Globales de Valor (CGV) si no se comprenden las políticas asociadas y que colaboraron para conseguir esos resultados.
En 2005 en China se publica el “Plan de Mediano y Largo Plazo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (2006-2020)”, donde se visibiliza el diseño de la política que vuelca los recursos del Estado para intentar ser menos dependiente de la tecnología foránea, alrededor de cuatro palabras: “innovación indígena” y “desarrollo armónico”. Constituye un gran esfuerzo para promover el ascenso de las empresas chinas en las CGV de las industrias que son intensivas en tecnología, programa de innovación autóctona que es elevado al mismo nivel estratégico que la política de reforma y apertura.
La campaña de innovación autóctona se consagró como la estrategia nacional que pone a la expansión de la CyT en el centro del modelo de desarrollo. Es un plan llamado a configurar un nuevo mapa tecnológico a un nivel que excede su alcance nacional. China diagnosticó que hay limitaciones importantes si es que se tienen pretensiones de reducir, por ejemplo, la dependencia energética y de recursos. La declaración del Consejo de Estado menciona la dependencia agrícola, la pobreza del sector servicios y la ausencia de industrias propias de alta tecnología, todo lo cual colabora para tener una pobre estructura para generar innovación endógena.
Complementando la iniciativa, el gobierno pasó luego a identificar industrias emergentes como estratégicas, destinadas a recibir reembolsos impositivos y diversos tipos de incentivos financieros. China persiguió durante mucho tiempo una política industrial con esas características, lo que incluye instrumentar negociaciones con empresas multinacionales para comprometerlas a transferir tecnología a sus socios chinos, apuntalando a las empresas estatales. Desde entonces el discurso público del Politburó se asienta en la necesidad de convertir a la sociedad china para 2020 orientada hacia la innovación, a través del dominio de aspectos clave de la CyT y que le permita, para el 2050, ser líder mundial en este campo. “Innovación indígena” como elemento estratégico de crecimiento impulsado por la innovación, y el desarrollo económico basado en el aprendizaje. La política de CyT vuelve al centro de la escena como eje medular del patrón de desarrollo chino.
Este Plan presenta metas pensando en un horizonte al 2020, articulando investigación básica y aplicada en áreas clave y para una decena de grandes proyectos nacionales, que incluye la reforma institucional del sistema nacional de CyT y de las políticas de promoción de la innovación. Aquí es cuando explícitamente deciden desarrollar tecnologías propias, dominar aquellas que se necesitan en áreas críticas y, fundamentalmente, hacer que sus empresas sean dueñas de los derechos de propiedad intelectual, para conseguir contar con un número de empresas chinas internacionalmente competitivas. Esto comenzó con el condicionamiento del acceso de las empresas extranjeras al mercado chino a través de compromisos de desarrollo tecnológico en China. Aquí la política ya se muestra decidida a seguir un sendero en el cual la dependencia de los patrones tecnológicos foráneos sea cada vez menor, aumentando los grados de autonomía de China en la industria civil y militar, y a partir de esas y otras decisiones políticas, se permitiría que empresas chinas asciendan en las CGV y no quedan presas en el segmento que menor cantidad de valor agrega al producto final.
La brecha
El diagnóstico se sostenía en haber constatado la eficacia limitada de apoyar el desarrollo tecnológico e innovador en la absorción de tecnologías llevadas por las filiales de las empresas transnacionales. Se había hecho mucho para alentar esa transferencia, pero seguir intentando este camino no acortaría la brecha con las economías avanzadas. Si las empresas van a ascender en las CGV, en el sentido de propiciar su liderazgo en el proceso, es conveniente y necesario que sean nacionales y dueñas de la propiedad intelectual de la porción de valor que les toca añadir en el proceso, convirtiéndose en dueños de las marcas, haciendo suyos los patrones tecnológicos que se desarrollan en el proceso, tratando que se constituyan en los dominantes dentro de la cadena.
El esquema en su conjunto permitiría aumentar la competitividad sistémica de la industria china. Por supuesto, perseguir esa independencia tiene su costo: está utilizando alrededor de 200 mil millones de dólares anuales (a 2015) en I+D, una proporción en términos del PIB de casi el 2 por ciento –ligeramente por encima de la UE–. Los insumos principales del Plan fueron, junto con la acumulación de capacidades que el recorrido y ejercicio de las políticas permitió, las políticas fiscales, las zonas especiales de alta tecnología (donde se radican empresas nuevas), el set de políticas que impulsan la importación de determinadas tecnologías (que consideran centrales y muy necesario dominarlas) y la protección que reciben los innovadores chinos con políticas como la que protege sus derechos de propiedad intelectual, entre otras.
El Plan se dirigió a once actividades clave: energía, agua y recursos minerales, medio ambiente, agricultura, industria, transporte, información y servicios, población y salud, urbanización, seguridad pública y defensa nacional. Dentro de estos sectores se estipularon 68 áreas prioritarias con misiones bien definidas en relación con las expectativas de los avances tecnológicos; también ponen de relieve 8 áreas tecnológicas en las cuales el dominio de 27 tecnologías de punta serían el objetivo, y 4 programas de investigación básica.
Industrias y patentes
El éxito alcanzado estimuló el desarrollo de políticas que afianzasen los resultados conseguidos, reflejado en la identificación de las llamadas industrias estratégicas emergentes: biotecnología, protección ambiental, productos de las TI de nueva generación, nuevas fuentes de energía, nuevos materiales, vehículos con motores que usen fuentes de energía renovables y equipamientos de alto nivel (aviónica, trenes de alta velocidad y satélites). Se establecieron metas cuantitativas (fundamentalmente de crecimiento) que condicionan el apoyo a recibir, cimentando el compromiso de las empresas con los objetivos del Politburó. Vieron que esos sectores industriales aún estaban en desarrollo a nivel global, y con gran espacio todavía para su crecimiento y expansión (no maduras), en las cuales la frontera tecnológica sigue corriéndose, por lo tanto el espacio para generar base tecnológica propia es mayor por no haberse aún consolidado todavía ninguna estructura multinacional, así como para detentar patentes si es que se consigue innovar, pues son una parte integral de los sistemas de innovación modernos. Esto constituye un paso fundamental en su intento de inserción: en 1990 había sólo 41.468 solicitudes de patentes, pero para 2012 esta cifra se multiplicó por 50.
El objetivo estratégico es utilizar el mercado interno para desarrollar nuevas trayectorias tecnológicas adaptadas a las características específicas de la economía y la sociedad china. ¿Cuándo un producto “es” chino? No debía dejarse margen para ambigüedades: un producto de innovación local queda definido como aquel cuyos derechos de propiedad pertenecen a una empresa china cuya marca comercial está registrada inicialmente en China. Y así los dueños de ese producto (o sea, de la idea/marca propia) se convierten en el objetivo de las leyes que benefician la difusión de la innovación local. Gran parte de las actividades involucradas está directamente comprometida con los intereses del ejército chino. Se estima que sin su apoyo no se hubiese podido avanzar con el Plan porque el desarrollo de formaciones tecnológicas en las áreas centrales del complejo industrial de defensa, era visto como una condición para que China alcance su “autosuficiencia” también en esa materia. Esa interacción cívico-militar habría fortalecido las capacidades endógenas necesarias para la transición hacia una economía basada en las innovaciones indígenas.
Con esas premisas, el Politburó planeó triplicar el número de patentes para el 2020, llegando a una tasa de 14 por cada 10.000 habitantes, para alcanzar el nivel actual de Estados Unidos del 2,8 por ciento del PIB de gasto en I+D, haciendo de China una superpotencia en materia de innovación vía estímulos e incentivos.