¿Es correcto hablar de milagro cuando la medicina le dio un camino a seguir? “Yo creo que sí”, dice el joven Sebastián Méndez Brandt, “porque mamá rezó mucho por mí”. Nadie garantizaba a aquel niño de cuatro años ni a Liliana, la madre que lo debía cargar en brazos por todo Posadas, que alguna vez lograría interactuar con el mundo como los otros nenes. Pero una propuesta iba a cambiar para siempre el pensamiento de esta familia, que se sumiría en una batalla diaria desde uno de los confines del país con tal de ver a su único hijo sobreponerse del complejo panorama. Lo que comenzó como un tratamiento médico continuó como pasatiempo y se convirtió en deporte profesional al punto de alcanzar la convocatoria a integrar la selección nacional de natación juvenil para competencias internacionales y tras las primeras experiencias con la albiceleste, se enfoca en Rosario, sede que en los próximos días lo recibirá para los Juegos Suramericanos de la Juventud.
Delante de este extrovertido y locuaz joven de 18 años resulta imposible pensar lo que ha enfrentado de niño. Al nacer, el aire le faltó durante unos segundos y esa asfixia perinatal le habría generado la hipotonía que le condenó a un escaso tono muscular. “Yo no me comunicaba, no podía hablar ni moverme; tenía una enfermedad que solo con un tratamiento riguroso se podría revertir”, cuenta Sebastián a Líbero. Para más, el método que le propuso el médico ante la desesperación de sus padres suponía enfrentar uno de sus grandes temores: el agua. “No resistía que me dé en la cara, me bañaba con trapos húmedos porque le tenía miedo al agua”, relata el posadeño.
Repasando los primeros ejercicios de flotación, la posición de sus brazos, la manera en que buscaba extenderlos y los movimientos que el profesor Carlos Zamudio le indicaba, el chico se retrotrae a su edad de cuatro años. “Mamá me hacía ‘upa’ todo el tiempo, yo no podía caminar, pero jamás se planteó que el tratamiento no iba a funcionar”, recuerda. Mientras su padre, Víctor Hugo, debía viajar durante días por su trabajo en diferentes ciudades de la provincia yerbatera, Liliana llevaba al chico de la casa al trabajo y a la escuela; y se encargaba de cumplir sobremanera con el incentivo que los especialistas le apuntaron como parte de la recuperación. Durante años, ni el chico ni su madre dormían, ya que “cada 40 minutos me hacía hacer ejercicios ¡toda la noche!”. Sólo así fue que la terapia que se estimaba extender por unos cuatro años dio óptimo resultado en apenas dos. “Le debo todo a ella... persistente, implacable. Es la persona más fuerte que conozco”, insiste Seba al hablar de la madre.
Al poco tiempo, su profesor inicial le pasó la posta al experimentado entrenador de la especialidad Gustavo Breitembruch, quien lo recibió en el Club CAPRI de la capital misionera para exprimir lo que parecía ser una promesa de la natación, donde impresionó la potencia que de tan pequeño cuerpecito salía. Del debut por el circuito regional en 2011 a los títulos conseguidos en los años siguientes pasaría a viajar a los Juegos Evita 2016 y 2017 para estallar deportivamente. Pasó a entrenar cada vez más horas diarias y a conseguir medallas individuales y de posta que le valieron la federación como deportista, y los viajes a más torneos dentro y fuera del país donde comenzó a destacarse, particularmente, en el estilo pecho. La pandemia de Covid-19 le birló la chance de ciertas competiciones internacionales para las que ya supera los límites de edad, pero regresó el año pasado a la acción en grande: “Llegó la convocatoria para Lima, Perú, donde mejoramos la marca argentina en la posta 4x100 libres”, recuerda de aquel encuentro de deportistas.
Por estos días contiene el entusiasmo con la concentración previa a lo que se vivirá en la sede de Newell’s Old Boys en Rosario y se reconoce “más tranquilo a nivel mental” luego de las experiencias pasadas y el roce que le significó cada visita al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, en la ciudad de Buenos Aires. Está listo para disfrutar de otra oportunidad de superación a sí mismo, como desde el momento de la vida en que tuvo dominio de su conciencia: “Cuando recuerdo lo que me pasó al nacer, pienso en lo importante que son esos primeros segundos para el resto de la vida”. Hacia un nuevo reto con el seleccionado argentino se dirige Seba, orgullo familiar y figura inspiradora de una generación de deportistas misioneros.