La obra del investigador y sociólogo Roberto Baschetti resulta una fuente ineludible para toda reconstrucción historiográfica del peronismo. Desde 1975, Baschetti trabaja en la organización de un enorme corpus documental, un archivo consultado por estudiantes e investigadores. Más de 35 libros --estudios y recopilaciones documentales-- atestiguan su tarea de ensayar, al mismo tiempo, otra lectura posible sobre la sociedad argentina. En la próxima Feria del Libro presentará Argentinos, Judíos, Rebeldes, Revolucionarios (Apuntes de Vida), un rescate de historias de militantes de todas las épocas y de la relación de sectores judío-argentinos con las luchas de liberación nacional. “A través de la documentación se derrumba el mito de que Perón era nazifascista”, señala Baschetti.
--Un archivo como el suyo ¿desmiente las visiones sesgadas del peronismo?
--Sí, un archivo como éste desmiente toda falacia y falsedad. A mí nunca deja de sorprenderme la ignorancia, el desconocimiento, la pésima información y la mala leche. No sólo de los que repiten por boca de ganso cosas que nunca ocurrieron sino también los que hablan y escriben en detrimento del peronismo como algunos medios concentrados de poder y personajes políticos que deforman los datos y la realidad de acuerdo a sus necesidades.
--¿Cómo pudo conservar todo este material y cuál es la historia de su enorme archivo?
--Durante los diferentes períodos dictatoriales que tuvo la Argentina existió siempre una política de hacer desaparecer todo rastro del peronismo. Tan es así que si hoy la Biblioteca Nacional tiene gran parte de la historia del primer peronismo, no ha sido producto de una política de preservación consciente sino el resultado de un absurdo. Cuando Isaac Francisco Rojas quería quemar todo lo que tuviera que ver con el peronismo, Borges --que por entonces estaba al frente de la Biblioteca-- se negó, argumentando que tenía que quedar en la memoria argentina las barbaridades que hicieran el nazismo, el fascismo y el totalitarismo peronista. Pero más allá de ese absurdo, la obsesión por borrar al peronismo de la historia argentina siguió presente siempre, y fueron los coleccionistas particulares los que guardaron gran parte del material que se quiso eliminar. Estos coleccionistas lo hicieron por diferentes razones: algunos porque les gustaba el tema, otros porque era motivo de investigación y otros, como yo, porque éramos militantes y pensábamos que no había que tirar absolutamente nada.
--¿Cuándo empezó a juntar el material?
--A medidos de 1975. Ya durante el último semestre de ese año se olía el golpe, se sentía en el ambiente. Cuando supe, al igual que muchos otros compañeros, que el golpe era una cuestión de tiempo, tomé la determinación de guardar todo, quizá por conciencia histórica, quizá porque era un pibe y porque veía las cosas de otra manera, con ese idealismo que uno tiene a los veinte años. Me dije: yo no tiro nada. Y no solo no tiré, sino que cuando me enteraba por mi militancia en una unidad básica del barrio de Liniers o por mis compañeros de trabajo en Eudeba, que alguien iba a deshacerse de folletos, revistas, panfletos, documentos, etc., aparecía yo. En esa época jugaba mucho al fútbol y andaba siempre con un bolso grande para guardar la ropa, bueno, con ese bolso iba a cada casa o lugar donde había un compañero que quería deshacerse de algún tipo de material. Antes de que lo quemaran o enterraran aparecía yo para guardarlo. Esa tarea la hice muchas veces hasta que me di cuenta de que mi propia casa --donde se habían hecho reuniones-- también podía ser allanada por los milicos. La solución la encontré cuando estudiaba Sociología en la Universidad del Salvador, en ocasión de una toma en rechazo al director de la carrera de apellido Oklander que venía de los Estados Unidos. Era una locura, mientras nosotros estábamos en pleno proyecto de la liberación nacional y social , ste fulano venía de la sociología funcionalista norteamericana. Gritábamos “Oklander, boludo, búscate otro laburo”. El tipo tuvo que renunciar. Bueno, en ese contexto conocí a una estudiante que sin militar me ofreció una baulera de una casa ubicada en Callao y Quintana. Si nadie decía nada, era el lugar ideal, la policía no hacía rastrillajes en esos barrios. Y ahí se preservó gran parte de este archivo durante los años de la dictadura. Cuando se van los milicos lo recuperé y ese material me permitió, ya en democracia, preparar mi primer libro: Documentos de la resistencia peronista.
--También guardaron mucho material quienes padecieron el exilio...
--Claro. Durante el alfonsinismo, muchos compañeros exiliados que habían vuelto al país dejaron todo el material en Europa. En Francia, panfletos, volantes contra la dictadura, documentos internos, etc., los entregaban mayormente en el Centro de Investigación de Altos Estudios de América Latina o en la famosa biblioteca de La Sorbona. Como yo viví allí un año, durante ese tiempo pude acceder al material, recuperarlo y traerlo. En los años '90 asomó otro fenómeno: empezaron a morir los viejos de la primera generación del peronismo que habían sido militantes o adherentes. Entonces comenzó a ser habitual que te llamaran los nietos, que por supuesto no tenía la más pálida idea de nada y que no eran militantes como sus abuelos y no querían saber nada con la política “porque todo era un quilombo”. Así, aparecieron revistas y diarios de la época. Yo iba y juntaba. Si no hubiésemos tenido la perspicacia de darnos cuenta del fenómeno cultural, mucho de ese material se hubiera perdido, porque en ese momento de la Argentina los que tenían que heredar esos documentos de sus abuelos no les daban importancia. Un archivo no es sólo juntar y clasificar, también es una manera de leer qué le sucede a la gente, a la sociedad.
--¿Cómo está constituido el archivo?
--Este archivo es frondoso y está conformado con material que va desde 1943 a la fecha. Todo, en su conjunto, define un cuerpo que se ensambla y articula para demostrar la importancia y la vigencia del peronismo hasta la fecha, le pese a quien le pese. Piezas fundamentales son todas, porque cada una se afirma en las otras para conservar su importancia, su vigencia y robustez. Verbigracia: la acción de Perón al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión del 43 al 45 es fundamental para entender la acción del pueblo argentino en aquel momento y la necesidad de rescatar al Coronel Perón de su ostracismo en la isla de Martín García, originando el 17 de octubre. Y con Perón ya en el gobierno (1946-1955) aquella defensa de los intereses de los trabajadores se convirtió en una bandera fundacional del peronismo: la Justicia Social. Es decir, una cosa llevó a la otra.
--Qué aportes para el análisis le ofreció la lectura de las revistas de los años 70 como, entre otras, Cristianismo y Revolución o Militancia peronista para la liberación?
--Yo había guardado todas las revistas de los '70 y al leerlas ¿qué ocurría? Era una práctica común en esas revistas de la militancia que si bien el grueso estaba dedicado a la coyuntura y a la discusión de la coyuntura, le ofrecía al lector una mirada al pasado, es decir, había un sector de la revista que recuperaba hechos épicos o históricos de la resistencia peronista porque era una manera de marcar que el presente tenía continuidad con aquellas luchas. Eso era oro en polvo porque al analizar cada revista empezaban a salir a la luz muchas historias que estaban calladas.
--Su archivo es de consulta permanente para estudiantes e investigadores. No es usual que los archivos privados sean compartidos...
--Es muy sencillo. Cuando yo era joven y militaba, nosotros hablábamos de un socialismo nacional y hablábamos de que los bienes tenían que ser de todos, y que todos pudieran tener salud, trabajo, educación, vivienda y un futuro digno. Por eso luchábamos. Y sería muy cretino de mi parte o muy careta si, por todo lo que yo peleé para cambiar la realidad a mis veinte años, que ahora con setenta no lleve a la práctica lo que pensé siempre. Es decir: socializar el archivo para cualquiera que lo necesite, para hacer trabajos de investigación y a entera disposición de quien quiera estudiar. Es una gran satisfacción para mí que los que consultan este material traigan sus investigaciones, me las dediquen. Ahí es cuando se ve que lo que uno hace es impagable, porque yo también estudie y sé perfectamente el problema que es a veces conseguir en Argentina material para llevar adelante una investigación seria.
--A través de la editorial Jironesdemivida (sello creado junto a la artista plástica Nora Patrich) usted acaba de editar Argentinos, Judíos, Rebeldes, Revolucionarios, donde aborda un tema poco estudiado: la relación de los argentinos judíos con el peronismo. ¿Cuál es el planteo?
--Es una historia en las que pocos se metieron, uno de ellos es fue el prestigioso catedrático de la universidad de Tel Aviv Raanan Rein. El acercamiento de ciertos sectores de argentinos-judíos al primer peronismo está directamente ligado a la política del peronismo en lo político y lo social. Los que eran obreros y trabajadores se vieron directamente favorecidos por el rol del peronismo frente al capitalismo y la patronal monopólica ligada a intereses foráneos. Los trabajadores dejaron de tener solo obligaciones para pasar también a tener derechos. Y del mismo modo pequeños y medianos productores judeo-argentinos (lo que hoy llamaríamos la pequeña y mediana empresa - pymes) se vieron también favorecidos por el crédito y las facilidades que tuvieron para producir y satisfacer a un mercado interno que tenía poder adquisitivo disponible. Esto fue tan así que ambos segmentos sociales (trabajadores y pequeños empresarios) fundaron la OIA (Organización Israelita Argentina) de amplio apoyo a las políticas peronistas en la materia. Dicha OIA fue una cuña entre la DAIA y la AMIA que defendían otros intereses. Ahora bien: ¿cuánta gente conoce esto que estoy contando? No sé, en mi archivo ocupa varias carpetas. Hay que tener en cuenta la importancia que significó la OIA, que la CIA, creada en 1947, ya la estaba espiando en 1949, según consta en los documentos desclasificados. ¿Y por qué? Porque se daban cuenta de que Perón y la Argentina podía ser una potencia.
--¿Qué período comprende la investigación?
--El libro recupera las historias de lucha de todos los argentinos judíos desde aquellos primeros judíos que a fines del siglo XIX fueron corridos por los zares o monarquías europeas, y que, militando en la izquierda, llegan a la Argentina y son prácticamente ellos los fundadores o los que le dan mucha importancia al partido socialista, al partido comunista y a los anarquistas. Sigo con otro hecho muy muy particular: hay más de 500 judíos argentinos que pelearon en la Guerra Civil española para el bando republicano, incluso cuento la historia de dos médicos de profesión que en Córdoba se organizaron para comprar tres ambulancias como ayuda.
--¿Qué historias de vida recrea el libro?
--Cuento por ejemplo la del primer embajador argentino en Israel que fue un judío argentino, Pablo Manguel, que tiene un hermano llamado Juan Domingo Manguel, cuya hija es Romina Manguel. Por supuesto que en el 55 la OIA desparece como todo lo que tenía olor a peronismo pero empieza la resistencia peronista y aparecen muchachos argentinos judíos que pelean en esa resistencia como por ejemplo el robo del sable de San Martin en 1963 o el caso de Jorge Petruschansky, que militaba en el Movimiento Revolucionario Peronista. En esa historia hay una anécdota que ilustra bien el cuadro del que hablamos. Cuando Onganía cierra los ingenios azucareros, Petruschansky viaja al norte con un grupo de compañeros a organizar a los despedidos y al poco tiempo caen en cana. Él había llegado con un documento falso y al descubrir la policía su verdadero apellido, el interrogador le dice: “Usted no me engaña, con ese apellido no puede ser peronista”. A esos muchachos todos los miraban mal, la comunidad judía porque eran peronistas y los gorilas precisamente por eso. Bien, después me meto con la izquierda revolucionaria y el peronismo revolucionario de los 60 y 70, ahí surge otro tema casi tabú que fue que muchos chicos que en esos años fueron llevados a vivir a kibutz en Israel, volvieron para sumarse a la izquierda revolucionaria o al peronismo revolucionario porque vieron lo que es el sionismo. La edición va a tener mucho fotos, desde la famosa de Evita reunida con Golda Meir a otra donde 350 integrantes de OIA festejan con Perón. En definitiva, lo que queda claro a través de la documentación se derrumba el mito de que Perón era nazifascista. Hay que terminar con eso de una vez, y para eso es necesario documentarse.