Raquel Rolnik es una catedrática, arquitecta y urbanista brasileña que lucha hace décadas por reivindicar a la vivienda como derecho y no como mercancía. Rolnik impulsó importantes políticas de vivienda popular durante el primer mandato del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil: entre 2003 y 2007 fue secretaria nacional de los programas urbanos del ministerio de Ciudades. Y en mayo de 2008, en plena crisis financiera, el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU la nombró Relatora Especial sobre el derecho a una vivienda adecuada.
En diálogo con Página/12, Rolnik pide "garantizar el acceso a una vivienda como portal de ingreso a la educación, la salud y la cultura". La docente e investigadora de la Universidad de San Pablo denuncia que "todo el marco de la flexibilización en el mundo del trabajo está dialogando con un marco de flexibilización en el mundo de las viviendas" y reivindica la toma de tierras como "liberación de la sumisión colonial al capital". En una pausa de su gira por distintas ciudades argentinas, Rolnik se reunió el domingo en la sede de la UMET con el legislador Matías Barroetaveña y la diputada Gisela Marziotta, quien impulsa un nuevo proyecto de ley de alquileres.
- En su último libro La guerra de los lugares utiliza el concepto de "colonialidad del poder". ¿Cómo se vincula el problema de la vivienda al colonialismo?
- Creo que podemos tomar este tema desde dos puntos de vista. El primero es entendiendo la colonización como ocupación del espacio, entendiendo el espacio como algo de donde se saca renta, se mercantiliza como activo financiero. Pero también desde América latina hemos formado una visión de ciudad y de modelo de ciudad a partir de un paradigma cultural y de la experiencia de vida europea, blanca, norteamericana, basada en ciertos modelos de organización del espacio, de relación entre lo construido y la naturaleza. ¿La forma a través de la cual los humanos nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza, es la mejor forma de proteger y promover la vida? La experiencia de la pandemia nos ha demostrado que no, que absolutamente no, y que entonces hay que abrir la canasta de cuáles son los modelos, cuáles son las relaciones con el territorio que otras culturas ya han producido y experimentado.
- Frente a esta postura mercantilista de la vivienda, usted sostiene que la ocupación de tierras es una acción de resistencia.
- Así es. Cuando hablo de abrir espacios en la ciudad, espacios no financiarizados, lo que digo es intentar abrir territorios, trozos de ciudad donde la lógica de organización y el vínculo de la gente con el territorio sea definido a partir de las necesidades de la vida y no de las necesidades de rentabilidad del capital. La idea es que podemos experimentar otros modelos de organización de ciudad que no solamente sean la propiedad individual registrada en el loteo de un departamento que es salón, cocina, cuarto de hija y cuarto de hijo. Una fórmula arquitectónica que en realidad responde poco a la necesidad de la gente. Creo que desde el feminismo, desde las luchas antirracistas hay toda una formulación para repensar estos modelos de ciudad. Cada toma y cada ocupación es absolutamente importante porque es una experimentación concreta de otras formas de hacer ciudad y hacer vida, pero es a la vez una ocupación del territorio que lo libera de la sumisión colonial al capital.
- En Argentina, pero sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, gran parte de la población no tiene otro remedio que alquilar. ¿Esto está atado a su concepción del alquiler como "la nueva frontera de financiarización de la vivienda"?
- La crisis financiera hipotecaria de 2008 fue resultado de la financiarización de la vivienda, fue producto de la transformación de la vivienda de un bien social en mercancía y activo financiero. Después de la crisis financiera hipotecaria, el mismo sector de fondos de inversión y pensión que se involucró en la promoción masiva de crédito inmobiliario a la vivienda y ha producido la crisis, se convirtió en lo que la literatura denomina "corporate landlords": fondos de inversión que han comprado masivamente conjuntos de viviendas cuyas hipotecas han sido ejecutadas y han puesto en marcha un sector corporativo de alquiler digitalizado capaz de manejar stocks de alquiler. Este sector corporativo está convirtiendo a la vivienda en una mercancía y un servicio. Y la gestión de ese servicio es el nuevo negocio.
- En Argentina se está impulsando un impuesto a la vivienda ociosa para luchar contra la especulación. ¿Existe algo similar en Brasil?
- La Constitución de 1988 establece la idea de que todas las edificaciones y propiedades urbanas tendrían que tener una función social y las que no lo cumplan pueden tener sanciones. Esto fue formulado de una manera muy general en el 88, y dependía de una legislación federal nacional para ser aplicada por las ciudades. Se tardó hasta 2001 para poder convertirlo en ley. La sanción sería progresiva en términos de una declaratoria con un tiempo para que la propiedad pudiera ser utilizada, después un impuesto predial progresivo en el tiempo, y después al final la expropiación con pago en títulos de la deuda. ¿Que pasó con este mecanismo? En realidad hay poquísimas ciudades que lo han introducido, San Pablo empezó a implementarlo en 2014. Recién este año serían las primeras expropiaciones con pago en deuda. San Pablo notificó unos mil inmuebles que no estaban cumpliendo su función, pero la gran mayoría se convirtió en condominios de lujo y en comercios.
- ¿La problemática de la vivienda es un tema importante en esta campaña electoral de Brasil?
- Creo que hay una crisis de vivienda muy clara en Brasil, casi una situación de emergencia habitacional. Si uno circula por las grandes ciudades como San Pablo o Río de Janeiro, la cantidad de gente viviendo en las calles es algo absolutamente impresionante. Menos visible pero presente y ya con un perfil de persona viviendo en la calle muy distinto del perfil llamémosle "tradicional", que es predominantemente masculino y soltero. Ahora se ven familias enteras, mujeres, hijos en la calle, en pequeñas carpas y esto es masivo y es la fase más visible de la crisis de vivienda, una expansión de los asentamientos precarios en las orillas de la ciudad. Esta problemática no está muy puesta en el debate electoral que está apenas empezando. Creo que esto va a ser mucho más fuerte en los próximos meses y espero sinceramente que desde la alternativa que representa Lula surja una propuesta de emergencia.
- Usted menciona el caso de Uruguay como un ejemplo virtuoso en la región.
- Creo que la experiencia de FUCVAM (Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua) es muy importante y muy significativa para América latina y el mundo, porque Uruguay desde hace más de 30 años impulsa y fomenta un modelo cooperativo de vivienda. La diferencia entre el modelo cooperativo de vivienda y un modelo de crédito hipotecario para la propiedad individual es que el modelo cooperativo es mucho más protegido y bloqueado a la financiarización, porque es mucho más complejo circular, entrar y salir el capital por la tierra y las edificaciones cuando tenemos un control social más amplio y más complejo del espacio construido.