Desorden Público representa en Venezuela lo mismo que Los Fabulosos Cadillacs en la Argentina. No sólo por haber introducido el ska en la escena musical de su país, sino por su arraigo popular. Incluso, hasta la década del ‘90 compartieron sello discográfico y se cruzaron en varios festivales musicales en el Caribe y en el norte del continente americano. Sin embargo, el destino los separó. Mientras que la banda de la nación bolivariana siguió levantando la bandera del género jamaiquino, el grupo liderado por Vicentico, antes y después del hiato, rompió con el molde. Pero el cariño y la admiración de los caraqueños por sus pares argentinos sigue siendo el mismo. “Siempre fuimos amigos de Sergio Rotman y con Flavio somos panas. Compartimos con él en el Vive Latino, en México, y nos manda sus discos”, explica José Luis “Caplís” Chacín, bajista de la agrupación creada en 1985. “A nivel musical, hay un respeto, al punto de que su más reciente trabajo, La salvación de Solo y Juan, me parece un discazo por su osadía y riesgo”.
Un rasgo que también aúna a sendas agrupaciones fue su tardía visita al país de la otra. Si bien los Cadillacs actuaron por única vez en Caracas en 1998, Desorden Público lo hará esta noche, a partir de las 20, en Palermo Club (Jorge Luis Borges 2454). “Tenemos todas las expectativas”, afirma Caplís antes de tomar el vuelo que lo traerá a la capital argentina, junto al baterista Danel Sarmiento y al cantante y guitarrista Horacio Blanco. “Luego de todos estos años de trayectoria, y de haber visitado más de treinta países, era una gran deuda para con nosotros el no haber ido a la Argentina. Es sabido por todos que es una de las potencias del rock latinoamericano, al lado de México. Así que esperamos saldarla. Estamos conscientes de que la diáspora venezolana ayuda mucho al empresario a que se aventure, por lo que seguramente habrá más compatriotas que argentinos en nuestro show. Aunque seguramente la presencia de los amigos de Karamelo Santo (con el que comparten grilla) ayudará en la convocatoria”.
–¿Están al tanto de lo que acontece en la actualidad en la escena musical argentina?
Caplís: –Sabemos de la gran actividad de Los Auténticos Decadentes y de los Cadillacs, pero no conocemos lo que sucede con el resto del mainstream de allá. Aunque sí estamos al tanto de la movida ska. Pese a que me encanta lo que hace Mimi Maura, el disco que grabó junto a Los Aggrotones, Stormy, es mi favorito.
–Aunque su primer disco, titulado igual que el grupo, y lanzado en 1988, fue editado en la Argentina, actualmente son un artista de culto entre los seguidores del ska y el reggae en el país. ¿Cómo les sienta la etiqueta?
C.: –Como melómanos, nos encantan ese tipo de artistas. Si somos una banda de culto para el público argentino, vamos a ser felices. Tras intentarlo, no encontramos nuestro lugar en el rock latinoamericano, así que buscamos nuestro circuito más natural, que es el ska. Dos años después de haber lanzado el primer disco, comenzamos a girar fuera de nuestro país, y hoy el único continente que nos falta por pisar es África. Puedo dar fe de que somos una referencia del ska en América latina.
–¿Y por qué no apostaron por evolucionar hacia otro género?
Danel Sarmiento: –Continuamos por esa vía porque lo caribeño o lo latinoamericano se combina muy bien con lo jamaiquino y el ska, que es lo que aprendimos, nos nutre y nos gusta. No escuchamos mucho rock.
–A través de álbumes como En descomposición (1990) o Plomo revienta (1997), Desorden Público llevó el ska al campo de la experimentación al mezclarlo con el jazz, con el foklore y con la música popular. ¿Qué los animó a eso?
C.: –La experimentación en Desorden Público se abrió a partir del segundo disco, En descomposición. Y esos aportes hicieron un ska diferente, que nos desprejuició de las etiquetas, y que nos ayudó a no tenerle miedo a la fusión del ska con un merengue. En Plomo revienta y Canto popular de la vida y muerte (1994) hay otras cosas. A nosotros nos funcionó y marcó nuestro sello.
–Se estrenarán en Buenos Aires con nuevo disco, Bailando sobre las ruinas (2016). Considerando que ostentan una discografía dilatada, ¿en qué consistió la propuesta de esta producción?
Horacio Blanco: –Bailando... es un trabajo que sentimos muy coherente con la historia musical de Desorden Público. Sin embargo, no es un disco que repita las fórmulas que nos fueron exitosas en otras oportunidades. Se trata de un álbum muy contextualizado en el tránsito histórico que está pasando en Venezuela, con todos los vasos comunicantes que la situación puede tener con en el resto de América latina. Es una metáfora, un canto esperanzador, que dice que la vida ha de triunfar sobre la muerte. Y eso tiene que ver con lo que pasa en estos días.
–Luego de más de tres décadas de trayectoria, ¿qué los motiva a seguir adelante?
H. B.: –Se fueron algunos integrantes, pero llegaron reemplazos que fueron igual de buenos. De todos modos, lo que nos motiva a seguir adelante es la pasión por la música, el estar activos, no apostarle nunca a la nostalgia tratando de sacar discos y de salir de gira. Somos amantes de la música y seguiremos hasta que no se pueda más.