Goliat persiste. Una exploración sensorial de Buenos Aires, propone pensar la ciudad como un escenario fragmentado, incompleto, dispuesto a completarse por quien la mira, la oye, la atraviesa. La exposición reúne obras de Roger Colom, Alan Courtis, Bruno Dubner, Florencia Levy, Clara Nerone y Gabriel Valansi y aspira a transformar el objeto para, desde una mirada intuitiva, abordarla en los recorridos de l+s artistas que impulsados por el afán de transitar la ciudad exploran sus límites imaginarios. La curaduría intenta abrir hipótesis sobre los procedimientos artísticos y sobre cómo podemos imaginar la Buenos Aires de hoy desde distintas materialidades: la palabra, la fotografía, el arte sonoro, el video, entre otras.
L+s artistas utilizan la propia realidad como material porque su actividad tiene como única razón erigir una escena cada vez más dislocada, "deconstruirla" obstinadamente, mediante una decisión que se justifica por su propia reiteración compulsiva. En este sentido, Bruno Dubner trabaja la mirada desde los desvíos que hace el cuerpo del fotógrafo al percibir los ángulos de la ciudad en Motivos de piso y, buscando un Eugène Atget ausente, vemos sus reflejos en su nueva serie de Vidrieras; Alan Courtis recopiló en Sonografías cefálicas los registros sonoros de una Buenos Aires acuática para que resuenen en un sótano oscuro; Roger Colom acerca a las manos del visitante los libros-objetos de la Biblioteca Popular Ambulante; Gabriel Valansi multiplica la desesperación de la búsqueda en Lost, una obra inédita en que trabajó durante 20 años recolectando 1.856 fotografías de animales de compañía perdidos en Buenos Aires; Clara Nerone apunta a iluminar el archivo de fotografías de 1936 de Obras Sanitarias de la Nación sobre soterramientos y excavaciones para abrir el juego a un arriba y abajo siempre inconcluso en Buenos Aires no existe; y Florenica Levy, camuflada de turista, viaja por una Buenos Aires céntrica con su trabajo Turismo Local.
El texto curatorial, pensado como una pieza más de la muestra, apunta: “La ciudad se presenta como un escenario a descifrar. Buenos Aires vista en un parpadeo constante y veloz que proyecta por instantes, como una pantalla rota y fragmentada, los signos dislocados del panorama cotidiano. Los trayectos están montados sobre una topografía imaginaria, alusiva, cuya capa significante l+s artistas producen como consecuencia de utilizar la propia realidad como material.
Cercanas, propias o ajenas, ocultas y evidentes, contrastantes e inevitables, las imágenes -sonoras, táctiles, visuales- apuntan a transcribir la sinestesia propia del que percibe con todos los sentidos y atrapa en el camino su propia ciudad.
Organismo vivo y palpitante, día a día, la metrópoli recita versos ruidosos con voz de asfalto. Buenos Aires se hace oír en la reverberación maquínica del sonido de los transportes públicos que repican por las paredes húmedas; se lee en los carteles de anuncios publicitarios, en las pancartas de los manifestantes, incluso en la desesperada búsqueda de animales perdidos; se agita en la velocidad con que marchan sus habitantes impulsados por quién sabe qué neurótico apremio; se olfatea en los humores que suben de los arroyos soterrados y se esparcen por las alcantarillas; se ve en el instinto demoledor que acopla arquitecturas clásicas con posmodernas, modernas con arcaicas; se sueña en la fantasía europeizante de pensarse la París de Latinoamérica; se desea en su perseverancia por lo venidero, porque aquí lo que está hecho es en realidad lo que está por hacerse y de allí su capacidad para hacernos sentir anárquicamente libres; y aún, inabarcable como toda ciudad, a Buenos Aires “se la interpreta con los ojos porque ha sido construida para ser vista. Y de ahí el poder de fascinación que ejerce: mirando la ciudad se inhibe la facultad de raciocinio y uno niega o afirma en estado hipnótico”. La última frase pertenece a La cabeza de Goliat, un ensayo escrito en 1940, por Ezequiel Martínez Estrada, quien es todavía hoy un guía imprescindible para amar y desarmar a Buenos Aires. En su prosa sin escrúpulos logra transcribir con audacia su esencia inatrapable: ‘En Buenos Aires todo está a la vista y es conocido; por eso todo nos interesa apenas y por poco tiempo. Carece de ayer y no tiene forma adulta. De esa falta de forma adulta, de plenitud de vida interior, nace su ilimitada y loable esperanza en lo por venir, que tanta grandeza material representó para la urbe. De esa falta de plan orgánico nace la intrascendencia y superficialidad de la vida en Buenos Aires’.
En Goliat persiste los acercamientos conceptuales que emergen de los diferentes proyectos artísticos nos permiten, en su capacidad para reconocer nuestro entorno, alejarnos del canon con que estamos habituados a pensar nuestra ciudad y aproximarnos a colecciones tácticas, páginas esmeriladas de figuritas, objetos, postales, fotocopias de perfiles genéricos, vidrieras, mosaicos y sonografías, para imaginar otras relaciones con el espacio urbano. Ficciones construidas a partir de relieves, desvíos, caídas al plano y desde el plano, tránsitos y derivas que no pueden definirse por su huella gráfica porque ahondan en el descubrimiento de territorios ignotos, inconclusos, espectrales. Turistas extrañados en su propia ciudad, sus microdesplazamientos persisten porque instauran una mirada que desde el centro cuestiona su propio índice”.
* Curadora de la exposición. La muestra Goliat persiste. Una exploración sensorial de Buenos Aires, con obras de Bruno Dubner, Roger Colom, Alan Courtis, Florencia Levy, Clara Nerone y Gabriel Valansi, continúa en la Galería del Pasaje 17, Bartolomé Mitre 1559, los lunes, martes, jueves y viernes, de 13 a 19, hasta el 24 de mayo.