El talento viene en envases individuales, pero juntos son dinamita. George Pelecanos solía presentarse a sí mismo como escritor, descripción certera y lógica si se tienen en cuenta sus novelas policiales (el mismísimo Stephen King lo describió como el mejor autor estadounidense vivo dentro de ese género literario). David Simon, en tanto, era señalado décadas atrás como periodista: las investigaciones y artículos sobre casos criminales de su ciudad adoptiva, Baltimore, le hicieron ganar un merecido renombre, confirmado luego por un par de libros de no ficción centrados en las actividades non sanctas de narcos, criminales y policías en la ciudad del estado de Maryland. Cuando George conoció a David, este último ya había despuntado el vicio de la creación y la producción de series, pero nada hacía suponer que The Wire terminaría convirtiéndose en una de las puntas de lanza de la nueva era dorada de las series. Estrenada en 2002, la saga creada por Simon y escrita, entre otros, por Pelecanos sigue siendo hoy en día una de las varas con las cuales se miden las cualidades narrativas de la producción seriada destinada a la televisión o a las plataformas de streaming.

“De todas formas, nobleza obliga, cuando comenzamos a trabajar en la escritura de los primeros capítulos de The Wire, Los Soprano ya había logrado transformarse en un éxito. Ellos fueron los primeros”, afirma David Simon durante una entrevista con miembros de la prensa internacional, de la cual participó Página/12. La conversación volverá inevitablemente sobre esa serie que, a lo largo de cinco temporadas transmitidas entre 2004 y 2008, les abrió los ojos a millones de televidentes acostumbrados a que el formato les ofreciera virtudes moderadas, al menos en comparación con su hermano mayor, el cine. Simon y Pelecanos están otra vez de estreno, luego de colaborar durante la última década en otras dos series insoslayables: Treme (2010-2013), sobre la reconstrucción de un barrio de Nueva Orleans luego del desastre provocado por el huracán Katrina, y The Deuce (2017-2019), acerca de un grupo de habitantes marginales de la Nueva York de los años '70 y comienzos de los '80. Nuevamente con el sello del gigante HBO, casa matriz de los proyectos de la dupla, La ciudad es nuestra, una miniserie de seis episodios que no tendrá segunda temporada, debuta hoy lunes a las 22 y estará disponible en la plataforma HBO Max.

Se trata de un regreso a las fuentes, en más de un sentido. Basada en el libro de investigación de Justin Fenton –otro periodista de la sección policiales que se desempeñó en ese rol en la misma redacción habitada por David Simon décadas atrás, la del Baltimore Sun–, We Own This City reconstruye con los elementos propios de la ficción el caso real de un grupo de elite policial que, detrás de la fachada de la ley y el orden, se transformó en una asociación ilícita dedicada al fraude, la extorsión y el robo de armas, drogas y dinero. “Fue maravilloso volver a Baltimore para filmar la serie”, afirma George Pelecanos en el arranque de la ronda de preguntas y respuestas virtual. “Desde aquellos años de The Wire que mantenemos una buena relación con la comunidad. No era inusual que los vecinos se acercaran a conversar con nosotros durante el rodaje. Y siempre los escuchamos, porque suelen tener cosas interesantes para decir”.

El caso real que retrata La ciudad es nuestra es muy cercano en el tiempo, posterior al hecho que sacudió los cimientos de Baltimore en 2015: la muerte de Freddie Gray, un joven negro arrestado por presunta posesión de un arma blanca cuya muerte ocurrió bajo custodia policial. Jon Bernthal es el encargado de darle vida en la pantalla a Wayne Jenkins, el líder de la Gun Trace Task Force (GTTF), una unidad destinada a detener la proliferación de armas de fuego en las calles de la ciudad reconvertida con paciencia y tesón en una organización dedicada al crimen, aunque amparada por las fuerzas políticas de Baltimore gracias a su aparente efectividad a la hora de bajar los índices de hechos violentos. El reparto incluye a Jamie Hector, quien en The Wire supo interpretar a un narco y ahora es un detective de homicidios, la actriz Wunmi Mosaku y Josh Charles, el único en el reparto que es realmente oriundo de Baltimore (cuyo debut en el cine tuvo lugar hace más de tres décadas en Hairspray, el largometraje del realizador John Waters, otro baltimoriano de pura cepa).

“Algunos de los vecinos que se acercaron a charlar con nosotros nos contaron que conocían a esos tipos, a los policías”, continúa Pelecanos. “Que los habían robado. Baltimore tiene muchos problemas, pero sus habitantes son orgullosos y no ceden en su empeño por hacer de la ciudad un lugar mejor para vivir”. David Simon mueve la cabeza afirmativamente en la otra pantallita de la videoconferencia y agrega que, cuando estaba produciendo allí su primera serie, Homicide, a finales de los años '90, “había un chico de 14 que se asomó para ver cómo filmábamos un capítulo en las calles". "Recuerdo que la directora de ese episodio era Kathy Bates, la famosa actriz. Ahora ese chico tiene 40 y se desempeñó en el departamento de vestuario de La ciudad es nuestra. Esas son las cosas que propicia el hecho de trabajar en un mismo lugar: se forma algo parecido a una familia. Es como estar en casa”.

-¿Qué cosas han cambiado en Baltimore desde los tiempos de The Wire, para bien y para mal?

David Simon: -Bueno, ha habido períodos en los cuales se dieron un par de pasos adelante y otros donde se volvió a retroceder. Obama, en su segundo mandato, tomó ciertas decisiones respecto del Departamento de Justicia que intentaron minimizar los efectos negativos de la así llamada “Guerra contra las drogas”. En particular, la encarcelación masiva. Una iniciativa para una nueva legislación que los republicanos eventualmente torpedearon. El problema es que los Estados Unidos es un país muy dividido y no podemos ponernos de acuerdo en cómo actuar, y las posturas más duras suelen ser las que ganan más votos, sobre todo en ciertos estados. Pero incluso algunos demócratas han aportado en ese sentido: ciertas leyes criminales aprobadas por Clinton durante su mandato hicieron más daño que cualquier cosa que haya hecho Richard Nixon en el pasado. En Baltimore, con Trump tuvimos un endurecimiento de las políticas, que hicieron que una persona pueda ser encarcelada incluso por posesión de marihuana.

-¿Cómo ven el rol de The Wire a la hora de revolucionar el formato de la serie como se la definía hace veinte años?

George Pelecanos: -Digamos que no lo veíamos de esa manera cuando comenzó a emitirse (risas). The Wire no comenzó siendo un éxito de rating, más bien todo lo contrario. Los primeros dos años fueron una lucha constante de David para que se mantuviera en el aire. Eventualmente, la serie prendió, no sólo a nivel local sino internacionalmente. Creo que, junto con Los Soprano, fuimos parte de una ola, aunque en ese momento no podíamos imaginarlo. Simplemente, todos los días empujábamos una pesada piedra para hacer un buen programa. El éxito nos agarró de sorpresa. En lo personal, creo que caí en la cuenta de la importancia de The Wire cuando terminó la segunda temporada. Ahí fue cuando pensamos “wow, parece que estamos haciendo algo serio”.

David Simon y George Pelecanos.

D.S.: -Creo que fue un momento ideal para que las series se pusieran un poco más serias. El cable ya se había desprendido de la necesidad de tener publicidades cada quince minutos, lo cual permitió que se pudieran crear historias y estructuras más complejas. Hay que pensar que hasta ese momento incluso las mejores series tenían un formato unitario, sin una continuidad precisa capítulo a capítulo. Mucha gente se dio cuenta al mismo tiempo de que finalmente se podían contar historias más complejas, más adultas.

G.P.: -Al mismo tiempo también cambiaron las películas, cada vez más limitadas por el concepto de blockbuster, las franquicias. Las películas que admiramos de los años '70 ya casi no se producen. Creo que si Sidney Lumet viviera hoy, estaría haciendo series, porque ninguno de sus proyectos cinematográficos tendría luz verde.

-¿Cómo se interesaron por el libro de Justin Fenton y cuán difícil fue crear un relato de ficción a partir de un texto de investigación?

D. S.: -Yo vivo en Baltimore, así que solía leer los artículos de Fenton cuando salían publicados en el diario. En cierto momento, el escándalo de estos policías fue tan grande, tan profundo, que conseguí su teléfono y lo llamé para sugerirle que se tomara una pausa y escribiera un libro a partir de todo eso. Y así fue, aunque realmente en ese momento no imaginé que pudiera ser material para una serie. Fue George el que empujó esa idea.

G.P.: -Así es. Me llamó un ejecutivo de HBO para decirme que esa sería una buena idea. Conocía la historia, desde luego, pero el libro aún no se había publicado. Me enviaron el manuscrito, lo leí y de inmediato les dije que me interesaba, pero con una condición: que pudiera trabajar junto con mi equipo habitual y, desde luego, con David Simon. Fue algo kármico que pudiéramos volver a reunirnos en Baltimore con tanta gente que había trabajado en The Wire. Pero no fue rápido, todo esto que acabo de contar ocurrió hace cuatro años. Y debo decir que, más allá de los obvios problemas, la pandemia nos permitió parar la pelota y hacer una investigación más profunda. Todos los guiones estaban terminados cuando comenzamos a filmar, algo que no es tan común. Fue como filmar una película de seis horas, aunque dividida en capítulos.

 

D.S.: -Respecto de la adaptación, hay que entender que el guion tiene que ser interpretado por actores. Lo que hicimos a nivel estructura fue dedicarle tiempo a describir de dónde viene cada personaje, algo que el libro no necesita hacer. Por eso la serie va y viene en el tiempo, desde los orígenes del departamento antiarmas hasta el presente de la investigación por corrupción. Creo que la historia real se transforma de alguna manera en una tragedia, donde puede apreciarse todo el derrotero del protagonista, desde sus tiempo de cadete hasta la caída. Y de cómo aprende las cosas malas y olvida las buenas, enseñando ese mismo camino a sus ayudantes más jóvenes. El libro de Fenton es una crónica periodística, la serie es un drama trágico.