Nunca quizás en la historia de la V República Francesa, la elección de un presidente dejó abiertos tantos interrogantes e incertidumbres respecto al futuro político inmediato como la reelección del candidato-presidente neoliberal Emmanuel Macron. Ganador con el 58.54% de los votos emitidos frente a su contrincante neofascista Marine Le Pen (41,46% de los sufragios), el presidente galo enfrenta el inicio de su segundo mandato asediado por una serie de paradojas e incertidumbres políticas.
El holgado margen de votos obtenido sobre Marine Le Pen (17,08%) no debe sin embargo invisibilizar tres cuestiones relevantes, que permiten matizar una lectura simplista del triunfo del candidato de la derecha neoliberal. En primer lugar, y como señalaron en este diario Atilio Boron y Eduardo Febbro, el alto índice de abstención electoral (28,2%), parece reflejar un importante desencanto popular en relación a las reformas neoliberales implementadas y a las falsas alternativas del autoritarismo neofascista. Por otra parte a causa del desgaste sufrido por el carácter antipopular de su primer mandato, Macron sufrió una pérdida de 7,56 % de los votos respecto a los obtenidos en 2017 (casi dos millones menos). Y en tercer lugar no puede obviarse el hecho de que su reelección fue también posible en gran medida gracias a la adhesión crítica de votantes progresistas y de izquierda, en particular de la Unión Popular-Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon, atemorizados por un triunfo de la ultraderecha.
Las próximas elecciones legislativas del mes de junio que renovarán la composición de la Asamblea Nacional francesa definirán el futuro inmediato de las contrarreformas neoliberales autoritarias del reelecto presidente. El complejo y atomizado escenario político-electoral pueden deparar una amarga sorpresa para Macron. El candidato y líder de la Francia Insumisa Jean Luc Mélenchon, quien obtuvo 21,95% de los votos y quedó a las puertas de participar en el ballottage, hizo el domingo pasado un llamamiento a la unidad de la izquierda para conformar un gobierno popular capaz de frenar el "rodillo compresor" de las reformas neoliberales de Emmanuel Macron. Si bien este escenario no es sencillo, su materialización no resulta imposible. El complejo sistema electoral francés puede deparar un potencial triunfo legislativo de las fuerzas antineoliberales y abrir camino así a una nueva cohabitación política entre un presidente de derecha y un gobierno de signo político opuesto. Ello sólo será posible si las fuerzas de izquierda y progresistas (Partido Comunista, Los Verdes y Partido Socialista) y sus referentes políticos deponen sus mezquindades, convergen en torno a la convocatoria federativa de la Francia Insumisa y logran así forjar un frente popular antineoliberal que ponga freno a la guerra social contra las clases populares comandada desde el inicio de su primer mandato por Macron y la variopinta derecha francesa.
Una eventual victoria de la izquierda en lo que ha sido llamado la "tercera vuelta" luego de las elecciones presidenciales, es decisiva para la reorientación del actual rumbo neoliberal de las políticas públicas. También será clave para materializar, como lo propuso Mélenchon, la salida de Francia de la OTAN y fortalecer así las chances de una resolución negociada del conflicto en Ucrania.
Ese escenario potencial deberá asimismo sustentarse en un amplio y vasto proceso de movilización política callejera, que retome y actualice, en un contexto de crisis social agudizado por los efectos de la guerra, las reivindicaciones de las protestas de los "chalecos amarillos". Así parecen haberlo entendido los miles de jóvenes que el domingo a la noche manifestaron contra la derecha y el fascismo en las calles de París, de Rennes y de Nantes, entre otras ciudades. Estas protestas sucedían en simultáneo con el discurso triunfalista del presidente reelecto que celebraba y prometía un segundo mandato signado por su disposición al diálogo social. La cruenta represión policial que se abatió sobre los manifestantes vino a contradecir sin ninguna mediación temporal las edulcoradas promesas del presidente reelecto.
Emilio Taddei es politólogo. Investigador UBA-CONICET/IEALC. Profesor de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)