El microcentro de Nueva York, Manhattan, está vacío. El New York Times reportó el 12 de abril que una de las consultoras más grandes del mundo y de Estados Unidos, con 40.000 empleados, autorizó de manera definitiva el trabajo remoto. Un estudio de 300 abogados de Manhattan permite que los letrados sólo concurran cuando hay juicios. Verizon, empresa de celulares, le requiere presencialidad a la mitad de sus empleados. El municipio de Nueva York está desesperado porque la recaudación por lo que gastan los que van a trabajar al downtown cayó a la mitad: bares y restaurantes cerraron de forma masiva. En el microcentro de Buenos Aires pasa algo similar: muchos hablan de ciudad fantasma.
El gobierno porteño admite que, por ejemplo, redujo en un 30 por ciento los escritorios en los que trabajan sus propios empleados municipales y señalan que, en breve, pondrán en marcha un programa para convertir los edificios de oficinas en viviendas. En ese marco de desertificación del microcentro, la Secretaría de Gestión y Empleo Público de la Nación fue taxativa: desde el lunes 2 de mayo, los empleados públicos deben volver de forma presencial a su trabajo. La pregunta es: ¿volverán?
En Estados Unidos se lo denomina La Gran Renuncia. Unos 4.500.000 de empleados renunciaron en noviembre a sus trabajos y desde entonces las cifras bajan muy poco. Gran parte de las familias no quieren más el trabajo presencial todos los días: reclaman, como mínimo, un híbrido. Algunos días presencial, otros días trabajo desde sus casas. Pero también está la impresión de que empleados públicos que pasaron a modalidad remota, tienen ahora también otros trabajos, en especial vinculados a la informática o diseño gráfico.
Según el Ministerio de Trabajo, el fenómeno de renuncias y exigencias de trabajo remoto ya se verifica en la Argentina, en especial en algunas empresas muy grandes o muy tecnológicas, sobre todo en estos tiempos de bajo desempleo en diversos rubros.
Vacíos
En Manhattan se ven pocas personas por la calle. Las multitudes desaparecieron. Un informe de una empresa de seguridad Kastle System da cuenta de que, en marzo, sólo el 37 por ciento de los empleados neoyorquinos fueron a sus trabajos de forma presencial. El banco JP Morgan Chase, con 271.000 empleados, reportó que únicamente la mitad va a las respectivas oficinas cinco días por semana. Eso explica por qué Manhattan está vacío y eso produjo una enorme crisis en la gastronomía, pero también en las inmobiliarias. Y, nada menos, en las cuentas del municipio. Se calculaba que cada persona que ingresaba al microcentro de Nueva York gastaba 13.000 dólares por año y ahora la cifra se cayó a la mitad por la cantidad de gente que dejó de ir. Obvio que se produce una hecatombe en la recaudación.
Quienes estuvieron en la ciudad estadounidense en los últimos meses cuentan que el vacío produjo más inseguridad, la aparición de ratas y la sensación de abandono, aunque tal vez el fenómeno se amortigue con la recuperación del turismo.
CABA
El fenómeno en el microcentro porteño es muy similar. Las calles están vacías, una enorme cantidad de bares y restaurantes cerraron y los alquileres --según sostienen los que están en ese mercado-- bajaron a la mitad medidos en dólares, la moneda en la que siempre se valuaron.
Adrián Mercado, titular del grupo inmobiliario del mismo nombre, también ve el fenómeno, pero cree que “con el tiempo las cosas se irán normalizando. El empleador se da cuenta de que el trabajador no rinde igual en su casa y el empleado tampoco quiere estar tanto tiempo recluido y sin trato con sus compañeros. Estamos volviendo a alquilar oficinas. Es cierto que lo que antes tal vez se pagaba a 35 dólares el metro cuadrado, ahora bajó a 17”.
José Luis Giusti, ministro de la Producción del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, ratifica que el fenómeno del vaciamiento del microcentro está en pleno desarrollo, pero sostiene que se compensa con el crecimiento en los barrios. “La pandemia produjo una nueva organización física del trabajo --señala Giusti--, algo que se verifica en las grandes corporaciones y en las empresas que tienen mucha tecnología. Eso no significa que el microcentro haya vuelto a cero. Pero nosotros mismos, el gobierno porteño, redujimos en un 30 por ciento la cantidad de escritorios en los que trabajan nuestros empleados. Eso nos significa un ahorro de espacio y de alquileres. Ahora nuestro desafío es reconvertir el microcentro. Ya votamos una ley y la vamos a poner en marcha en las próximas semanas: reducciones impositivas y créditos del Banco Ciudad a baja tasa para quienes inviertan en transformar oficinas en viviendas”.
Trabajo
Aunque no hay estadísticas oficiales, el trabajo remoto llegó para quedarse. En la Argentina y en el mundo. Según los trascendidos, el Ministerio de Trabajo tiene una encuesta en que la mayoría se inclina por un modelo híbrido: días presenciales y días en casa. La gente no quiere perder cierta socialización que encuentra en el trabajo.
En Estados Unidos el fenómeno es explosivo y es parte de lo que explica La Gran Renuncia: 4.300.000 personas renunciaron a sus trabajo sólo en el mes de noviembre de 2021. Y las cifras siguen siendo iguales: 4.200.000 en enero y febrero. El empleado no quiere gastar tiempo en viajar, se acostumbró a acompañar el cuidado de sus hijos y, sobre todo, encontró que administra sus tiempos. La cuestión, desde ya, involucra a los profesionales: informáticos, abogados, contadores, ingenieros, diseñadores, arquitectos que no necesitan ir a los centros de las ciudades, salvo para cuestiones muy puntuales. Como hay bajo desempleo en el país del norte, confían en encontrar otro trabajo en poco tiempo.
Ante la disposición de la Secretaría de Gestión y Empleo Público, miles y miles de empleados del estado deben volver a sus puestos el lunes 2 de mayo. Está la duda si lo harán. Por lo mismo que en Estados Unidos --no quieren viajar todos los días, están conformes con el teletrabajo--, pero también porque hay quienes, desde su casa, trabajan en más de un lugar. El misterio se develará en ocho días. Algunos de los funcionarios de más rango tampoco están muy ansiosos por el regreso a la presencialidad, creen que se administra mejor el trabajo en la modalidad actual, pero no tendrán más remedio que aceptar un hecho categórico: deberán registrar el presentismo y el que no pasa la huella digital al ingreso de la dependencia, sí o sí, figurará como ausente.
Censo
El urbanista Fernando Bercovich sostiene que “la tendencia al vaciamiento de los microcentros es evidente. Hay un proceso de suburbanización; la gente se va a vivir a las afueras. Sin embargo, en CABA se asienta además sobre algo que ya venía: desde 1947 que no aumenta la población. Eran tres millones en el censo de 1947 y sigue siendo esa cifra. Por lo tanto, está claro que la tendencia no se va a revertir. ¿Qué hacer? El fenómeno deja una gran cantidad de inmuebles ociosos. Habrá que reconvertirlos en viviendas”.
Política
Los cambios deberían producir a corto y a mediano plazo transformaciones en todos los aspectos. En Nueva York, la menor actividad en el centro de la ciudad ya corroe los ingresos de la administración y lo mismo ocurrirá en CABA. La lógica es que, de a poco, vayan creciendo los municipios del Gran Buenos Aires.
Desde el punto de vista político, la derecha sigue sosteniendo a CABA, al no actualizarse la cantidad de diputados en función de la población y en base a los datos de censo, tal como lo establece la Constitución. Hoy CABA tiene 25 diputados y debería tener sólo 17, porque los tres millones de habitantes son el 6,6 por ciento de la población de país. Mientras que Provincia de Buenos Aires tiene 70 diputados cuando debería contar con 95, en función de que tiene algo menos de 17 millones de habitantes. O sea, CABA, ocho menos, y Buenos Aires 25 más. Todo un nuevo mapa político.