Al menos cinco personas murieron y otras diez resultaron heridas ayer en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes que pedían justicia para los 90 muertos y casi 500 heridos del atentado en Kabul del miércoles último, choques ocurridos cuando algunos participantes trataron de romper el cordón policial.

“Hemos recibido quince víctimas de la protesta de hoy, cinco de ellos fallecidos, de los que cuatro llegaron muertos y uno pereció en el hospital”, informó una trabajadora del hospital de la ONG italiana Emergency en Kabul, situado a pocos cientos de metros del lugar de la protesta. La fuente, detalló que cinco de los diez heridos permanecen internados y fueron sometidos a cirugía, mientras que el resto fueron enviados a sus casas tras recibir primeros auxilios en el centro.

Uno de los fallecidos es hijo de un senador del partido Jamiat-i-Islami, que lidera el actual canciller afgano, Salahuddin Rabbani, y pereció en el hospital a causa de las heridas infligidas por las fuerzas de seguridad, confirmó en Twitter un político de la formación, Zubair Masood.

Diferentes grupos de manifestantes salieron ayer de varios puntos de la capital para congregarse posteriormente en la marcha principal, cerca del lugar donde el pasado miércoles explotó un potente camión bomba, una zona que alberga el Palacio Presidencial y varias embajadas.

La marcha, que comenzó con el objetivo de pedir justicia para las víctimas del atentado, se tornó violenta cuando los centenares de participantes pasaron a gritar consignas antigubernamentales y algunos trataron varias veces de romper el cordón policial para acercarse a la sede de la Presidencia. El incidente provocó enfrentamientos entre los manifestantes, que tiraban piedras, y la policía, que respondió con disparos al aire, cañones de agua y gas lacrimógeno. La marcha principal en el centro de la ciudad ya fue dispersada, pero varios grupos más pequeños continúan con sus protestas en al menos tres puntos de la urbe.

Uno de los participantes, Atiqullah, detalló que su intención era pedir justicia para las víctimas del atentado del pasado miércoles, pero su acto fue “respondido con balas” por parte de las fuerzas de seguridad.  El manifestante pidió la dimisión del presidente, Ashraf Gani, y el jefe de Gobierno, Abdul Abdul, a los que calificó de “incompetentes” y a los que culpó de ser incapaces de “proteger” a la población.

Uno de los organizadores del acto, Sahel Samim, reclamó al Ejecutivo afgano que cumpla con sus “responsabilidades” y garantice la seguridad de los ciudadanos, además de ejecutar a Anas Haqqani, destacado líder que fue detenido en 2014 e hijo del fundador de la Red Haqqani, vinculada a los talibanes.

La principal agencia de inteligencia afgana, el Directorio Nacional de Seguridad (NDS), culpó del ataque del miércoles a la red Haqqani y afirmó que el atentado fue llevado a cabo con apoyo del órgano de espionaje paquistaní ISI.

Sin embargo, hasta el momento ningún grupo insurgente reclamó la autoría de la explosión, uno de los atentados más sangrientos en el país desde 2001.

El Palacio Presidencial, por su parte, trasladó su pesar por las muertes ocurridos durante la manifestación de ayer en un comunicado y llamó a los participantes a mantener la “calma”.

El asesor de Seguridad Nacional de Afganistán, Muhammad Hanif Atmar, y su homólogo estadounidense, el teniente general H.R. McMaster, acordaron ayer en una conversación telefónica sobre el atentado del miércoles en Kabul iniciar un diálogo bilateral de alto nivel en materia de seguridad.

“Ambas partes acordaron que pronto comenzarán conversaciones y consultas de alto nivel en el marco del BSA (Acuerdo Bilateral de Seguridad) para analizar formas de salvaguardar a la gente de Afganistán”, informó la oficina de Atmar en su cuenta de Twitter.

Según explicó en una serie de mensajes el consejero del presidente afgano, Ashraf Gani, él aseguró a McMaster de que el ataque que hace dos días causó 90 muertos y 463 heridos a la entrada de una zona de alta seguridad de Kabul fue planeado “fuera de Afganistán”.

En este sentido, la principal agencia de inteligencia afgana, el Directorio Nacional de Seguridad (NDS) afirmó horas después del atentado que éste había sido llevado a cabo por la red Haqqani, afiliada a los talibanes, con apoyo del órgano de espionaje paquistaní ISI.

El asesor de Seguridad de Estados Unidos, por su parte, reafirmó el apoyo de Washington a Afganistán, donde mantiene a 8.400 efectivos en tareas de asesoramiento a las tropas afganas y antiterroristas, una misión que podría sufrir cambios pronto al esperarse una decisión al respecto por parte del nuevo presidente, Donald Trump.