De altura máxima, por las nubes, es así de descomunal la deuda que seres vivos nos dejaron, cavaron una fosa y empujaron Argentina adentro. Quiénes son los seres vivos que se promocionan como los mejores en tantísimos años: mejor vestidos, mejor alimentados, mejores para disfrutar del ocio, los que para examinar mejor a “los de enfrente” aplican el ojo al telescopio mientras retroceden extremando la distancia que los separa, seres de clasificación asignada: clase alta.
En realidad se trata de una clasificación curiosa, una tipificación social de personas que conviven en un mismo lugar separados por compartimentos muy subrayados, líneas imaginarias que se trazan para separar, aislar materiales de distinta naturaleza, líneas que, aunque imaginarias, son duras, difíciles de roer, de trazo grueso, que denominan, nombran, señalan: clase alta, clase media, clase baja.
Los tres rangos sociales se diseñan según una tabla de valores nada subjetiva ni virtuosa, bien materialista la tabla tiene en cuenta el bolsillo, la moneda que se guarda adentro y en otros sitios diversos.
Tres clases distintas, aunque las tres caminen por la tierra a igual distancia de las estrellas.
La clase alta tiene sus antecesores, seres vivos realmente añejos, se definen como nobles de sangre azul. Todavía existen los que muestran esos blasones, de “sangre azul”, se doran al sol bajo un cielo azul en los mares más azules de la tierra.
La división de clases fue estudiada detalladamente por las ciencias sociales con definiciones muy rigurosas. Sociólogos, economistas, filósofos, alumbraron un largo camino de definiciones. Los que se sirvieron de ellas dejaron a su vez simplificaciones de uso generalizado, que la calle sintetiza a su modo, siempre es el bolsillo el patrón de referencia: clase alta: mucha plata, guita, biyuya, “los jailaifes” del tango, los magnates de autos de marcas con pedigrí elegidos con tapicería y color únicos . Clase media que se divide: clase media alta de bolsillo súper, clase media a secas: el bolsillo empeora en forma alarmante. Clase baja, con economía nula, nada de nada, hay tantos y tantos, aunque nadie quiere remar ahí.
Alta: de superior categoría o condición. Usos: sacó las más altas calificaciones y hubo aplausos por el alto logro. ¡Las altas montañas majestuosas!
Que el vocablo “alta” es prestigioso y despierta admiración es indudable. Que la clase que devora lo que alimenta la economía con un apetito pantagruélico califique como alta es una contradicción, ¿cómo tragarla?
Pantagruel era un devorador, mientras tragaba sin atragantarse cantidades descomunales de platos sustanciosos en sus cenas y almuerzos, derramaba baba y dejaba un par de huesitos pelados al resto; la clase alta no soporta prescindir de ni uno solo de sus coches a los que colecciona como granos de arroz, a lo Pantagruel. La clase alta sumerge al nivel más bajo el desarrollo de la vida del resto de las clases, sería conveniente nombrar esta categoría social de manera explícita, por sus explícitos recursos: clase rica o clase devoradora, todo su poder radica en su voracidad.
La reducción a la expresión: clase alta, clase media, clase baja, concede a la primera un relieve que exhibe con orgullo. Alta remite a elevación, a una condición subjetiva que enaltece, pero la clase alta amontona, amontona altos montones con la misma avidez del tío Patilludo – vieja historieta- que gozaba amontonando sus monedas de oro en montañas cada vez más altas. La altura de esos montones afecta directamente a los que siguen en la fila, en términos precisos de definición de clase calza más realista: clase rica, porque no es alta es rica. Nombrarla “clase acaparadora” o “clase de magnates” es de una precisión más exacta. Decir que su riqueza es una montaña que bloquea el paso, no es ficción ni sentido figurado, es realidad constante y contante, los seres vivos de “clase alta” satisfacen su alto apetito también en terremotos, tsunamis, pandemia o guerra, con sonrisa benefactora tienden su mano que se beneficia a alta velocidad con la reconstrucción que viene después de los desastres.
“Los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud revelan que cada año mueren millones de personas en los 'países en vías de desarrollo', un 'genocidio silencioso' que podría acabar rápidamente si los recursos se destinaran a las necesidades básicas de las personas en lugar de destinarse al enriquecimiento de unos pocos”. (Cómo funciona el mundo, Noam Chomsky)
La clase alta tiene altísimas aspiraciones: crecer hasta las nubes más altas y oscurecer sus picos en regiones ignotas y desconocidas.
Una mirada que evaluara ceñida con rigor a presupuestos económicos podría nombrar las clases sociales de la siguiente manera: 1) clase acaparadora, 2) clase moderada o limitada, 3) clase despojada o más claramente desvalijada, esto cuando la humanidad es una sola y vino a la tierra a pasar apenas una temporada.