El mega-acuerdo de libre comercio que está en carpeta entre la Unión Europea y el Mercosur puede modificar condiciones estructurales de las economías del Cono Sur aunque permanece todavía relativamente fuera del radar de la agenda de los sindicatos, las entidades pymes y las organizaciones sociales. En Europa el tema está mucho más presente, aunque no a causa de la potencial exposición a la competencia sudamericana sino por la reciente firma de un tratado de características similares con Canadá. Uno de los partidos políticos que se opone a la pérdida de herramientas de política económica en manos de la liberalización, especialmente para el caso de las economías emergentes, es Die Linke, la izquierda alemana que representa alrededor del 10 por ciento del padrón electoral. Helmut Scholz es eurodiputado por Die Linke y jefe de la bancada de izquierda en temas comerciales. Visitó el país junto a otros representantes continentales de distintas fracciones políticas para mantener reuniones con la Canciller, Susana Malcorra, y el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. 
“Unos pocos podrán ganar con el acuerdo, pero la mayoría de los trabajadores va a perder. Las grandes beneficiarias son las corporaciones europeas. Los actuales gobiernos de Argentina y Brasil están dispuestos a conceder en la negociación porque están convencidos del neoliberalismo”, advierte en diálogo con Cash. Además, analiza el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos: “quienes piensan que va a oponerse al libre comercio, el neoliberalismo y a la exclusión van a quedar decepcionados”, asegura.
¿Qué reacción generó en los líderes europeos que negocian el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea la llegada de Macri al poder?
–Están felices. Ha habido un enfriamiento de la relación entre los líderes y la Argentina en los últimos años. Argentina ha sido el “chico malo”. Desde la izquierda creemos que se trató de una búsqueda de un modelo de desarrollo más autónomo, independiente y más defensivo. Producir para ustedes, vivir a su manera, no tan abiertos a los flujos globales. De todos modos, más allá de cierta cerrazón del anterior gobierno, su resistencia ante los fondos buitre contó con un apoyo muy amplio en la socialdemocracia europea. Ahora hay un modelo liberal más tradicional, y eso es un problema para ustedes.
El Gobierno de Mauricio Macri plantea que la Argentina está volviendo a la “normalidad”. ¿Qué supone eso para Europa?
–Macri está insertando a la Argentina nuevamente dentro del ciclo de reproducción de la economía global desde el punto de vista de los sectores más poderosos. Esto lo vemos claramente en el hecho de la Argentina es hoy en día el país que mayor grado de presión ejerce para avanzar en la negociación del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
¿Más que Brasil?
–Sí. Lula y Dilma Rousseff siempre estuvieron a favor del acuerdo de libre comercio, claro que eso está relacionado con la posición económica de Brasil, que es distinta de la de Argentina. Michel Temer es profundamente neoliberal, pero ahora Argentina es el mayor impulsor del acuerdo porque cree que permite acelerar el desarrollo económico.

Libre comercio
 

¿Qué consecuencias tienen los acuerdos de libre comercio en la visión de la izquierda europea?
–En términos comerciales es probable que se produzca un incremento del peso del Mercosur en el mundo, aunque a expensas de asuntos medioambientales y sociales. Nosotros nos opusimos al acuerdo de libre comercio con Colombia, Perú y Ecuador porque pensamos que resta instrumentos económicos y elimina grados de gobernabilidad. La UE tiene gran poderío industrial y en servicios contra economías prácticamente en camino de desindustrialización. No es que estamos en contra del comercio, pero sí pensamos que el modelo de comercio no puede ser el de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En África nuestras empresas rompen economías locales. En Argentina es distinto porque hay mayor posibilidad de competencia en determinados sectores, como es el agro, pero en muchos otros no hay chance de competir. En México pensamos que el debilitamiento del Estado está en relación con los acuerdos de libre comercio. En Colombia los primeros resultados son sin duda negativos, de hecho este tipo de políticas van a ser un problema para consolidar la paz, porque destrozan al campesinado local.
¿Y en el caso del Mercosur?
–En el Mercosur la UE muestra interés en la inversión en energía, en donde el fracking tiene un papel muy importante. También las compras públicas. Y dicen que la ventaja para los países del Mercosur es que Europa abrirá también esa posibilidad de compras públicas, pero parece un chiste, esos mercados ya están abiertos y Argentina no puede competir ahí por una cuestión de precios. No tienen nada para ganar allí. Tal vez Brasil reciba algo de inversión manufacturera. En general las grandes beneficiarias son las corporaciones europeas como por ejemplo las automotrices, Renault, Peugueot y Volkswagen.
El gobierno argentino asegura que va a negociar con firmeza y busca diferenciarse de la “apertura boba” durante los ’90.
–Todo está sujeto a negociación, pero al parecer los gobiernos de la región están dispuestos a conceder mucho porque tienen una lógica neoliberal. En Colombia, Europa consiguió todo lo que quiso. Luego de los acuerdos, hay que olvidarse de la industria en Colombia.

Trabajadores
 

¿Qué consecuencias traería el acuerdo para los trabajadores argentinos?
–Quien sea capaz de estar en la vanguardia del nuevo desarrollo va a resultar ganador, pero una porción mayoritaria va a perder. ¿Por qué Donald Trump tuvo tanto apoyo? Porque dijo que va a pelear por los que se cayeron del sistema, cosa que no es cierta, pero bueno, se vendió con ese mensaje. De ahí tuvo el apoyo, de los trabajadores blancos que perdieron. Ustedes tienen bastante industria, son un jugador bastante importante, buena parte de eso está en grave riesgo con el acuerdo.
¿Qué sucede en la propia Europa con el tema del acuerdo?
–Está también en discusión. Hay sectores que dudan sobre cuánto debemos avanzar, aunque en general no se considera al Mercosur como una amenaza. Ahora bien, en el caso del acuerdo de libre comercio con Canadá, en donde Europa sí tiene mucho para perder, hubo mucha resistencia popular.
¿Qué lugar ocupa la amenaza de China en la agenda europea de liberalización?
–Todo está relacionado con China, porque es un jugador global. Sin dudas la UE se acerca al Mercosur tratando de competir en mejores condiciones con China. Estamos realmente en una fase de reestructuración de la economía mundial. China ha cambiado su estrategia económica, quieren cambiar su modelo de desarrollo. De hecho, el salario promedio ya es en algunos lugares de China más alto que en ciertos lugares de Europa del Este. Y están comprando las empresas europeas de nuevas tecnologías. Los chinos nos dicen: ustedes ya tuvieron su chance, ahora nos toca a nosotros. En este esquema se insertan los acuerdos de librecambio como el que Europa cerró con Canadá y pretende suscribir con el Mercosur. 
Donald Trump
¿Cómo evalúa la reacción de buena parte de la sociedad estadounidense en favor del proteccionismo comercial?
–No hay duda de que las políticas neoliberales llevadas a cabo por los demócratas tuvieron consecuencias desastrosas para los más pobres en los Estados Unidos, y la perspectiva de que Clinton iba a seguir por ese camino ha definido que parte de su electorado no fuera a votar. Bernie Sanders en cambio estaba proponiendo un cambio de rumbo de la política económica, y un cierto proteccionismo, palabra que no veo como una grosería, pero la burocracia del partido se puso en contra suyo en las primarias. Así, se perdió la posibilidad de una victoria de los demócratas porque hay un verdadero movimiento emergiendo con Sanders, en particular en los jóvenes que cuestionan al libre comercio pero con alternativas muy diferentes de la derecha, tomando en cuenta los derechos de los migrantes, la libre circulación de personas y la cooperación entre pueblos.
¿Qué consecuencias puede traer la elección de Trump en las negociaciones comerciales internacionales?
–En un primer tiempo, los grandes acuerdos de libre comercio que están en la mesa de negociación van a enfriarse. Pero creo que es solamente provisionalmente. Trump está incluyendo en sus equipos los mismos burócratas de Washington que Clinton hubiera incluido para su política económica y para sus relaciones exteriores, junto con personas que tienen inclinaciones racistas y manchas en materia de la garantía de los derechos civiles. Quienes piensan que un millonario como Trump va realmente oponerse al libre comercio, el neoliberalismo y la exclusión van a quedar decepcionados. Las alternativas tienen que venir de las fuerzas progresistas.
¿Es posible imaginar en un nuevo paradigma comercial más parecido al del nacionalismo que rigió desde la crisis del ’30 hasta los ’70?
–Es necesario que hagamos propuestas en esa dirección, pero no en función de Trump sino del importante movimiento de oposición a los acuerdos de libre comercio en todo el mundo. La gente pide políticas económicas alternativas, tenemos que trabajar para elaborarlas. En todo el mundo se están construyendo alternativas que van mucho más allá del nacionalismo económico. Por ejemplo, ahora también se integra el asunto del cambio climático como un imperativo.


UE-Mercosur

  • “Unos pocos podrán ganar con el acuerdo, pero la mayoría de los trabajadores va a perder.”
  • “Las grandes beneficiarias son las corporaciones europeas.” 
  • “Los actuales gobiernos de Argentina y Brasil están dispuestos a conceder en la negociación porque están convencidos del neoliberalismo.”
  • “En el Mercosur la UE muestra interés en la inversión en energía, en donde el fracking tiene un papel muy importante. También las compras públicas.” 
  • “Argentina tiene bastante industria, es un jugador bastante importante, buena parte de eso está en grave riesgo con el acuerdo UE-Mercosur.”
  • “Quienes piensan que Trump va a oponerse al libre comercio, el neoliberalismo y a la exclusión van a quedar decepcionados.”