Alan Duncan, el ex Vice-Canciller británico que cobró notoriedad por estas tierras por haber firmado el ominoso “comunicado conjunto” con el Vice Canciller de Mauricio Macri, Carlos Foradori, acaba de publicar bajo el título In the thick of it sus memorias como funcionario del Foreing Office. La lectura de las páginas dedicadas a relatar la negociación del comunicado, a describir la posición del gobierno de Cambiemos sobre Malvinas y a criticar la posición británica sobre el colonialismo y su supuesta defensa de la autodeterminación de los pueblos no tiene ningún desperdicio. Como suele suceder, la realidad supera todo lo imaginable.
El sábado 10 de setiembre de 2016 Duncan escribe en su diario que viene a la Argentina porque Reino Unido “necesita relaciones directas con Argentina para asegurar concesiones comerciales y acceso aéreo a las Malvinas” (claro que Duncan denomina las Islas con la toponimia británica). El lunes mismo se reúne con el Vice-canciller Carlos Foradori. Pero no se encuentran, como corresponde, en la cancillería. Lo hacen “debajo de la residencia de la embajada (británica) donde hay una fabulosa bodega, bien iluminada, con las paredes llenas de botellas de Merlot”. Comenta que se trataba de “un buen telón de fondo” para la cooperación que necesitaban de Argentina. Y agrega textualmente “a medida que una botella tras otra se movía de alguna manera desde la pared del sótano a la mesa, las negociaciones mejoraron”. Según cuenta Duncan, aproximadamente a las 2 de la mañana se pusieron de acuerdo. Las condiciones en las que el Vice-Canciller argentino decidió sobre aspectos que hacen a un reclamo de soberanía que tenía en aquel momento 183 años de persistencia y que costaron tantas vidas de jóvenes argentinos fueron relatadas por Duncan en su diario al día siguiente, el martes 13: “…Mark Kent dice que Foradori acaba de llamar para decir que estaba tan borracho anoche que no podía recordar todos los detalles. Como un verdadero británico Mark le recordó lo que había acordado”. Si es grave para el país que su Vice-Canciller esté borracho en una reunión con representantes británicos, más grave aún es que en esas condiciones acuerde un “comunicado conjunto” cuyo texto es lesivo para nuestra soberanía. Pero aquí no termina el relato de Duncan. Ese mismo martes 13 (¡!) de setiembre escribe en su diario que “tuve un breve encuentro con el Presidente Macri, quien dio su bendición a nuestros esfuerzos. Avanzamos un poco desde anoche para llevar a cabo más negociaciones (sobrias) con la Canciller Susana Malcorra”. Vale la pena en este punto aclarar que la calificación de “sobrias” a las negociaciones con la Canciller e implícitamente a las bendiciones de Macri sobre lo acordado con Foradori está colocada en forma textual en libro de Duncan. Es probable que el Vice Canciller británico se sintiera obligado a aclarar que las concesiones hechas por el negociador argentino la noche anterior no fueron otorgadas sólo por estar bajo los influjos del alcohol. Parece asombrado de que, aún sobrias, las autoridades de Cambiemos defiendan tan poco la soberanía nacional y accedan tan fácilmente a los requerimientos británicos. Después de todo también a nosotros como argentinos nos cuesta discernir si es más grave entregar nuestros intereses estando borracho como Foradori, o estando plenamente conscientes del sometimiento a la potencia colonial como ocurrió con Malcorra y Macri. A tal punto le asombra la posición de Cambiemos, que unos meses después, el 20 de diciembre del 2016 escribe en su diario que “Al final resultó que el mayor desafío en las negociaciones fue evitar que los políticos de las Islas sondearan y criticaran todo”. Para Duncan, los isleños defendían mucho más sus intereses que el gobierno de Macri. Al poco tiempo pudo corroborar que no estaba equivocado. Después de pedir más concesiones a la Argentina, el 17 de marzo del 2017 relata en el diario que recibe un llamado de la Canciller Susana Malcorra quien “Habla con mucha franqueza y explica que simplemente no puede tomar más medidas para ayudar a las Malvinas hasta después de las elecciones de mitad de período de octubre, porque no pueden arriesgarse a las consecuencias políticas”. En otras palabras, Malcorra, que por ese entonces buscaba que Reino Unido no la vete en su candidatura a Secretaria General de las Naciones Unidas, le plantea a Duncan que el principal obstáculo para seguir haciendo concesiones a los británicos no era la posición del gobierno, sino es el profundo sentimiento del pueblo por Malvinas que se puede expresar a través de un castigo electoral si amplían aún más las ventajas a Reino Unido. Cabe destacar que la franqueza de Malcorra no fue correspondida por los británicos, que en octubre la vetaron en su intento de conducir la ONU.
La lectura del Diario privado de Alan Duncan no hace más que aportar un testimonio personal y poner en evidencia lo que los argentinos ya sabemos y venimos denunciando hace tiempo. La recuperación del ejercicio de la soberanía sobre Malvinas, como todo lo que atañe a nuestra capacidad de decisión autónoma como argentinos, no fue una preocupación del gobierno de Mauricio Macri. Alcoholizados o no, no estuvieron dispuestos a defender la soberanía y los intereses de 45 millones de argentinos/as. Al mismo tiempo pone en evidencia que el gobierno británico utiliza el argumento de la autodeterminación sólo para defender sus intereses coloniales, que en el caso de las Islas Malvinas están vinculados al acceso a la Antártida, el control del pasaje bioceánico, las enormes riquezas que existen en el Atlántico Sur y la posesión de una enorme base militar en una región geopolíticamente estratégica. Cabe destacar que, en su momento desde la oposición y ahora desde el gobierno, rechazamos los términos del “comunicado conjunto” Foradori-Duncan. Esperamos seguir construyendo políticas de Estado que permitan retomar el diálogo con el Reino Unido para la recuperación del ejercicio de la soberanía sobre las Islas Malvinas, las Georgias del Sur, las Sandwich del Sur y los espacios marítimos correspondientes.