El programa Ahora 12 no es simplemente una herramienta para comprar con financiamiento barato, sino que constituye un esquema de disociación de las tasas de interés vigentes en la economía nacional. En 2021, Ahora 12 representó el 2,02 por ciento del PBI de manera directa, con una facturación total de 943 mil millones de pesos. Mientras que en 2019 la facturación total había sido 357 mil millones, un 1,65 por ciento del PBI de ese año.

Ahora 12 nació el 11 de septiembre de 2014, a partir de la resolución conjunta 671 del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas y 267 del Ministerio de Industria, como una manera para evitar el estancamiento, incentivando el consumo y la producción nacional de bienes y servicios.

El rasgo característico al momento de su creación fue el de otorgar 12 cuotas sin interés para diversos rubros clave en la generación de puestos de trabajo. El costo del financiamiento se repartía entre el comercio, que absorbía el 10 por ciento y el resto los bancos comerciales y el BCRA a través de la reducción de los encajes.

Con el cambio de gestión a fines de 2015 ese rasgo distintivo fue dejado de lado por una administración que consideraba fútil la protección de la industria nacional y artificial el acceso de los consumidores al mercado. El costo del financiamiento del programa fue incrementándose paulatinamente a partir de 2018 en consonancia con aumento de la tasa de política monetaria, desvirtuando su objetivo original.

En las sucesivas renovaciones se fueron extendiendo tanto los plazos en los que cobraba el comercio, como el interés que debían afrontar. La Disposición 31 del 29 de junio 2018 elevó el interés directo que absorbía el comerciante del 10 por ciento al 14,4 por ciento y extendió el plazo más rentable para la acreditación del pago de 2 a 10 días. Y la Disposición 168 del 28 de diciembre del mismo año elevó el interés para ese plazo al 19,49 por ciento.

Descapitalización

No hay razones para invertir en la economía real cuando no se fomenta el mercado interno. La inversión pasó del 19,5 por ciento del PBI en 2015, al 17,2 por ciento en 2019. Entre 2016 y 2019, Argentina se descapitalizó: el ahorro se dolarizó, salió del sistema económico y se perdió capacidad inversora. El redireccionamiento de los recursos, otrora productivos, hacia un esquema especulativo de valorización financiera, alteraron el modo de acumulación del capital que rigió hasta el 2015.

La imposición de altas tasas de interés reales positivas repercutieron tanto en la oferta como en la demanda. El costo para financiarse se volvió en una carga que condujo a quebrantos masivos, al cierre de 24.537 PyMes y a la pérdida de 219.522 empleos registrados en el sector privado, o empleo genuino, como prefiere la ortodoxia. La industria fue el sector más afectado. Entre 2015 y 2019, el valor agregado de la industria manufacturera se contrajo 13,6 por ciento en términos reales y 166.783 asalariados perdieron su trabajo.

Producción

Existe una correlación positiva entre Ahora 12 y el Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI) que elabora el INDEC. La demanda que genera el programa en aquellas industrias que agregan valor se traduce en un incremento en la inversión y mayor producción. Esta correspondencia entre demanda e inversión ejerce a su vez un impacto positivo en igual sentido sobre el empleo.

La facturación empezó aumentar de manera exponencial a partir de junio de 2019, cuando se bajó la tasa nominal anual del 45 al 20 por ciento, dando un fuerte impulso al consumo, que luego fue interrumpido por la primera y segunda ola de la pandemia.

Toda suba en la tasa de interés lastima la capacidad de ampliar el producto potencial, disminuye la demanda efectiva afectando el grado de inversión, conduce a una menor oferta final y redunda en precios más altos. Por eso, la reducción en el costo del financiamiento fue una medida contracíclica fundamental, en un contexto en el que la economía venía contrayéndose de manera constante producto de las políticas regresivas y transferencia de ingresos. 

Más fructífero, sin embargo, resulta el análisis desagregado por rubro. Indumentaria es el rubro más demandado, en 2021 registró casi 30 millones de operaciones y fue el segundo en cuanto a facturación, con 232 mil millones de pesos. El índice de correlación entre facturación y el Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI) es de 0,68, lo que implica una significativa correspondencia entre el incremento de la facturación marginal y aumento en la producción.

No es casualidad que gran parte de la demanda en indumentaria se canalice a través del programa, dado que en los últimos años fue una de las categorías con mayor inflación (60 por ciento en 2020 y 64,6 por ciento en 2021), por encima el nivel general.

Teoría y práctica

La industria manufacturera es la rama de la economía con mayor cantidad de trabajadores registrados del país. El año 2021 cerró con un total de 1.125.411 asalariados y con 39.977 trabajadores más que en 2019 fue la segunda rama con mayor crecimiento. La segunda más importante es el comercio con 1.119.609 y ambas se interrelacionan en la dinámica del mercado interno. Comparado con 2019, la industria recuperó un 6,8 por ciento en valor agregado bruto y la inversión en maquinaria y equipo creció 23,6 por ciento en términos reales.

El mayor nivel de empleo fortalece la negociación de los trabajadores para recomponer poder adquisitivo y aumentar el consumo. La expansión del mercado interno a través del mayor consumo motoriza, a su vez, nuevas inversiones, en el conocido círculo virtuoso del multiplicador Keynesiano.

Keynes rebate uno de los axiomas fundantes de la escuela clásica con su crítica a la “ley de Say”, según la cual toda oferta crea su propia demanda y por ende la manera de generar crecimiento sería aumentando la oferta. Según él, si así fuese, no existiría el desempleo, ya que no es más que un exceso de oferta de mano de obra que no encuentra su demanda.

Uno de los aportes más relevantes de su Teoría General es la caracterización de la demanda efectiva, como la suma de la demanda que la comunidad gasta en consumo y la demanda que dedican los empresarios para realizar nuevas inversiones que, a su vez, tiene la capacidad de incrementar el producto potencial. Siguiendo con su análisis, es la demanda la que debe ser impulsada y fomentada ya que es la que realmente puede liderar el crecimiento económico de una sociedad. Para aumentar el nivel de ocupación, entonces, es necesario aumentar el consumo.

La brecha entre la teoría y las medidas de política económica suele ser una constante. Ahora 12 cubre parcialmente esta brecha, beneficiando tanto a trabajadores-consumidores como a empresarios-inversores. Sin embargo, no deja de ser una medida de contingencia. La economía nacional debe volver a un sendero de tasas de interés de un dígito para ordenar sus desequilibrios macroeconómicos y el problema de inflación crónica. El éxito del programa Ahora 12 radica justamente en las bajas tasas en relación a las de mercado, pero mucho más eficiente resultaría reducir estructuralmente los excesivos costos que se trasladan a todos los órdenes microeconómicos.

*Economista. Auxiliar docente de Historia Económica y Social Argentina (UBA)