Si Celia Alcántara viviera y se hubiera aggiornado -leyendo quizá a Didier Eribon y a Marlene Wayar-, podría escribir la versión trans y radicalizada de Rosa de Lejos tomando como inspiración la vida de Victoria Molotok. Desde su Tucumán natal, Victoria llegó a Buenos Aires a los dieciocho años y tuvo que recorrer un largo camino pasando por la discriminación y la prostitución para llegar a lo que hoy llama su imperio: ser vestuarista, productora de eventos con una fuerte carga militante, dueña del local de ropa “Palacio Victoria Molotok” y bailarina en Así… vuelvo con Aníbal Pachano.
¿Cuál es tu rol artístico en Así.. vuelvo?
-En Así… vuelvo estoy como bailarina y tengo un momento donde puedo mostrarme cómo soy: charlo con Aníbal en un cuadro sobre HIV en el que, de manera artística y sutil queremos brindar el mensaje de la importancia de saber el estado de salud y sobre todo para quienes vivan con el virus brindar algo de esperanza de que se puede seguir adelante: se puede estar bien, si se cuida y se cuida al otro.
A pesar de ser muy joven hace tiempo que venís militando desde diversos lugares por el tema...
-Soy directora de una ONG que se llama “Impulse Buenos Aires” que funciona en 25 países en el mundo. Desde allí realizamos campañas creativas de prevención de HIV y contra la estigmatización. Sabemos que es una enfermedad que aún hoy está rodeada de prejuicios, reminiscencias nefastas de lo en algún momento se llamó el “cáncer gay” o la “peste rosa”. Las metáforas sociales también discriminan, estigmatizan y matan. Por eso, las campañas tienen la característica de no ser bruscas ni invasivas para que la gente se lleve el mensaje de manera sutil. Es decir, en cierta forma te engañamos y te llevamos a ver un show y te mandamos mensajes que implican tratar el tema para romper el estigma del VIH y que las personas se saquen el estigma del saber su estatus y controlen su salud.
¿Actúas en los eventos de “Impulse Buenos Aires”?
-Mi función en “Impulse” es ser parte del proceso creativo: producción, previa, escenografía, diseñar las campañas. Al principio yo era la principal artista de los shows, pero me di cuenta de que si llegaba a estar adentro y afuera iba a terminar en el loquero (risas). Entonces en los eventos masivos y en los shows soy la loca mala que anda con el hándicap gritando qué tiene que hacer cada una y quién tiene que entrar a escena.
Describime un show que consideres paradigmático...
-Los shows cambian cada año, según la principal problemática que se analiza a nivel mundial. Este año, el foco es sacar los estigmas de las personas para saber su estatus y que se use el preservativo de manera más frecuente. El primer evento tenía el tópico de “Alicia en el país de las maravillas” y buscábamos que la gente entienda lo que engloba Alicia como texto literario, pero llevado a la actualidad. Vos entrabas en el evento y podías elegir el camino de “me cuido”, donde había un túnel luminoso con elementos e información de cuidado y protección, o el camino oscuro del “no me cuido”. El show era el mundo mágico y majestuoso de Alicia. Y así como Alicia comía un hongo y se volvía más chica y más grande en la novela de Lewis Carroll, acá tomaba o no la pastilla que era la medicación para controlar el virus del VIH.
¿Qué otras actividades artísticas realizan?
-Hace poco sacamos un cortometraje que estamos presentando en festivales de cine que se llama “Mujer hombre bestia” que protagonizo yo y trata todos los temas de mi existencia: vih, transición y prostitución... lo que tuve que vivir para llegar a ser lo que soy ahora. Tenemos imágenes en la zona roja y cuento en primera persona como transité mi enfermedad y lo que me tocó vivir. El mensaje es que cuando te enterás de que tenés VIH podés llegar a sentir que se te viene el mundo abajo. Para mí fue una oportunidad de revisar mi vida, cuidarme, frenar excesos. Cambió mi forma de vivir y ver la vida. Hay que fomentar la adherencia a las medicaciones y sobre todo que la gente sepa que los indetectables no transmitimos la enfermedad.
¿Y cómo empezó el tema de ser modelo para publicidades?
-Hice publicidades para Netflix, Flow y hasta para una marca de vaselina de Estados Unidos. Mi primer comercial grande fue para Coca Cola. Se filmó en Buenos Aires, pero se pasó en Francia. El tema del comercial eran los cien años de Coca Cola en Francia y hacía un recorrido por todo el siglo XX desde el momento en que el producto entró en Francia. Fue una locura y mi primera producción grande. Fui una de las primeras en llegar al set, que estaba dividido en décadas: mirabas para un lado y eran los 40, mirabas para otro y eran los 30.
¿Qué década te tocó a vos y por qué?
-Yo hice los ochenta porque fue cuando empezó el sida y las grandes movilizaciones de la diversidad en Francia. En el comercial yo interpretaba a una drag desde que que estaba iniciando su metamorfosis y se estaba cambiando para participar de una marcha del orgullo. Después mostraba cómo nos veía la policía. Fue un comercial hecho con mucha investigación histórica previa.
¿Cómo empezaron tus múltiples carreras de vestuarista, bailarina y artista?
-Yo soy de Tucumán, un pueblo conservador. Siempre fui muy femenina y todo el tiempo me miraban, me decían cosas. Desde los 16 fui drag para entrar a los boliches de Tucumán y para expresar lo que sentía. Pero me tenía que ocultar de mi familia y de los chismosos. Después empecé a trabajar para la Tota Santillán en las Termas de Río Hondo. Ahí me vio una compañía teatral que se llamaba “Dinamita” y me llevó a hacer temporada en Mar del Plata. La primera vez que vi Buenos Aires tenía dieciséis años y me encantaron los locales de ropa y supe que era el lugar donde quería vivir. Mi mamá me dijo que recién cuando cumpliera dieciocho años podía hacer lo que quería. Así que esperé y me fui a Buenos Aires directamente desde Mar del Plata. Llegué con tres valijas y dos mil pesos de la gira marplatense. Al intentar buscar trabajo me rechazaban. No era trans pero siempre fui femenina como ahora. Mi forma de ser y mi estilo no coincida con lo que buscaban en bares, locales de ropa y call center. No me quedó otra que ir a trabajar a la calle. Fue una manera de progresar y ser quien soy. Nunca voy a tener vergüenza de contarlo porque fue mi manera de construir mi mundo. A los diecinueve viajé por Europa donde encontré mayor apertura a las travestis y drag, lo cual me abrió la cabeza para pensar que podía ser lo que quería, que no era necesario ser una prostituta por ser trans. Después de muchos años pude dejar de prostituirme y tener mi local de ropa, para crear, para alquilar ropa y para ayudar a otra gente.
¿Quiénes eran tus referentes?
-Cuando era muy chica veía a Cris Miró, que luchó por los derechos que tenemos ahora. Por ella y por las activistas trans de los 80 somos lo que somos ahora. Otra de mis referentes cuando era chica era Flor de la V en Los Roldan. Ella hacía “miau miau miau, me dicen la gata”... ¡Wow! Ahora mi referente es La Veneno. Me fascinó la serie.
¿Qué sentís cuando te llaman la Marilyn Monroe tucumana?
-Que me comparen con ella es hermoso. Eso surgió porque en Así vuelvo tengo un cuadro ambientado en los años 30 con un “tangay” (como lo llama Aníbal pachano) de música de fondo y salgo con un look Marilyn con dos varones a los cuales seduzco y una vez que los enloquezco, los dejo bailar solos. Marilyn fue única, diosa (pega un grito) me enloquece.
Así… vuelvo, la obra encabezada por Aníbal Pachano se presentará en el Teatro Regina (Av. Santa Fe 1235 desde el sábado 7 de mayo). Funciones: Jueves y domingo a las 20. Viernes y Sábado a las 21 y 45.