Bajo la premisa de recuperar el lazo social propio del encuentro y el contacto con la música originaria de Sudamérica, un grupo de voluntarios de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) comenzó con los ensayos para llevar adelante el Proyecto Sikuriada, una iniciativa que comprende la formación en cosmovisión andina y el aprendizaje para construir e interpretar un instrumento ancestral como el siku.
Organizado por un grupo de docentes de la Licenciatura en Música y el Centro Universitario de Cultura y Arte (CUCA) de la UNTREF, este proyecto se dicta los martes, de 14:30 a 17:30, en la sede universitaria Caseros II. Para formar parte del voluntariado no hay límite de edad ni hace falta acreditar conocimientos musicales previos. Se trata de una propuesta que nació en 2010, como parte de los festejos por los 200 años de la Revolución de Mayo. Por entonces, un grupo de docentes de la universidad empezó a plantearse cuál era la relación del músico con la sociedad. El desafío era desarrollar acciones para generar contactos más cercanos. Uno de los profesores, Fernando Barragán, hizo referencia entonces a la estrecha relación de sus antepasados con un instrumento andino de ejecución colectiva: el siku. El Proyecto Sikuriada surgió tras pensar en el poder de ese instrumento para dar forma a una música ritual, que se toca en ronda e involucra a varias personas.
“En el mundo del siku está muy presente la idea de generar lazos sociales a partir del encuentro con el otro. Al saber que Fernando conocía a la perfección su manejo, y contar en la universidad con estudiantes interesados en realizar actividades musicales que tuvieran salida hacia la comunidad, el proyecto se armó casi solo”, explicó Daniel Judkovski, quien además de ejercer la docencia desde hace 18 años, se desempeña como coordinador de la Licenciatura en Música en la UNTREF. Si bien las clases de luthería en siku y la formación necesaria para su interpretación se ofrece en un espacio universitario, el objetivo central es trasladar la propuesta musical a las escuelas públicas del conurbano, en especial primarias, una experiencia que ya se venía implementando hasta 2019, cuando irrumpió la pandemia. “La idea es que los más chicos en las escuelas tengan la misma formación que ofrecemos a los voluntarios en la universidad. Por eso, tenemos jornadas en las que les brindamos los materiales para que puedan construir el instrumento, que es un trabajo de taller artesanal. Cada voluntario ´apadrina´, asiste y guía de una forma más personalizada a grupitos de tres chicos, generando pequeñas interacciones sociales que terminan con la construcción de decenas de sikus en una hora", explicó Judkovski en diálogo con el Suplemento Universidad. El resultado directo es un encuentro masivo en el que las y los alumnos interpretan una melodía en grandes rondas. “Ahí la escuela vibra, hay 80 sikus que suenan al unísono, y todo aquello que interpela hoy a la sociedad en relación al avance de la virtualidad, lo individual, la pérdida de contacto, queda de lado.
Las ‘sikuriadas’, como manifestaciones musicales que nos retrotraen a nuestros orígenes, permiten reunificar los lazos sociales entre personas de distintas edades”, destacó el coordinador de la Licenciatura de Música. Con la convocatoria abierta a toda la comunidad, Judkovski resaltó la importancia “de darle peso académico al conocimiento ancestral de América, muchas veces resistido”. En esa línea, subrayó: “Es otra manera de vivenciar la música que forma parte de nuestra genética geográfica”.