“Mestizaje”, “colonialidad”, “civilización-barbarie”. Pensar el desarrollo y los conflictos de la cultura latinoamericana sin tener en cuenta esos conceptos equivale a aventurarse a conocer una comunidad apartados de algunas expresiones básicas de su lengua. El Diccionario de términos críticos de la literatura y la cultura en América Latina, coordinado por Beatriz Colombi, compendia, aparte de esos términos, todo un repertorio de herramientas analíticas imprescindibles para adentrarse en cualquier estudio preocupado por las racionalidades vernáculas de las últimas décadas.
Pensado en el intercambio entre pares del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires (UBA), este vocabulario de conceptos y palabras clave frecuentes en la práctica investigativa, crítica y docente de nuestra región delinea un amplio mapa del legado epistemológico latinoamericano y establece coordenadas desde las cuales preguntarse por lo específico de la producción de saber en estas tierras.
“Los términos están en diálogo entre sí. Son parte de una familia, y como tal tienen debates entre ellos. No sólo los reunimos, sino que también los pusimos en discusión”, explicó al Suplemento Universidad Colombi, quien estuvo a cargo de organizar los aportes de los más de cuarenta colaboradores y colaboradoras que contribuyeron a la confección del diccionario, editado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y que puede descargarse en forma gratuita (https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2021/11/Diccionario-terminos-criticos.pdf).
Los conceptos seleccionados se forjan al calor de conflictos, problemas y áreas geoculturales diversas y, en ese sentido, son filosos: remiten a tensiones y polémicas del pasado que aún perviven. “Fueron varios los criterios que utilizamos para hacer la selección. Las tensiones nos interesan muchísimo. Forman parte de una cultura que tuvo un pasado colonial, con una serie de marcas distintivas que aún perduran en varias sociedades latinoamericanas”, señaló la doctora en Letras.
El listado incluye expresiones como “antropofagia”, “culturas híbridas”, “heterogeneidad” y “transculturación”, que abordan y rastrean los orígenes de estos procesos históricos y fenómenos sociales. También se pueden encontrar apartados con títulos de libros o frases emblemáticas de la tradición latinoamericana, como “los raros”, “tretas del débil” y “ojos imperiales”, en los que se dimensiona el alcance de estas obras e ideas en la configuración de un imaginario colectivo.
Cada uno de los elementos consignados en el libro se acompaña de una recomendación de lecturas complementarias que sugieren un recorrido teórico para quienes busquen ampliar o investigar en profundidad. “Hay términos que cubren un espectro muy amplio, como ‘heterogeneidad’, que acá tiene una raigambre con lo andino y da cuenta de la diversidad y de las tensiones que circulan en esas áreas, pero que también sirven para pensar otros espacios y conflictos”, detalló la investigadora.
Un cambio permanente
Si bien el objetivo principal del proyecto es dar a conocer el léxico de la práctica cultural y ponerlo en circulación, discusión y debate con colegas de todo el mundo, la pregunta por lo latinoamericano es transversal al diccionario y está latente desde la primera hasta la última página.
En ese sentido, Colombi advirtió que lo específico latinoamericano es un “campo en revisión”, de fronteras difusas pero insoslayables. El libro formula varias respuestas posibles a esa pregunta, que por supuesto no agotan el tema.
“Se sigue debatiendo, pero ¿qué lo define? En principio, podemos decir que no lo define la ubicación geográfica desde donde un sujeto piensa lo latinoamericano. Eso sería ponerle un sesgo muy localista. Lo caracteriza una preocupación por un determinado tipo de problemas que se originan en la cultura de este continente”, precisó la docente de Literatura Latinoamericana.
En línea con esa premisa, el diccionario esquiva las disyuntivas norte-sur e incorpora aportes que han sido trabajados desde ámbitos académicos diversos. A la vez, la publicación se propone desatar esos términos a su anclaje espacial y liberarlos para que sean utilizados en el análisis de territorios donde se repliquen tensiones similares.
Es un juego de doble puja, en el que una de las fuerzas pugna por rodear lo distintivo del pensamiento en la región –“sin ceñirlo”, aclaró Colombi– y otro vector tiende a soltarlo al intercambio entre academias para que entablen diálogo con otras realidades.
“En muchos centros donde se realizan estudios sobre nuestro continente –subrayó–, estos términos son familiares, pero son vistos desde otras perspectivas. Intervenir en esos debates con un objeto así, cerrado, como es un libro, es abrir un canal de conversación con esas instituciones: diálogos sur-sur, en los que nos interroguemos acerca de lo que pasa con las academias que no están localizadas geopolíticamente en el norte.”
A diferencia de sus pares de los países centrales, los investigadores e investigadoras de las naciones con condiciones menos favorables no cuentan con la capacidad material de establecer agendas, a pesar de ser profusos generadores de saber académico. Esas producciones, en palabras de Colombi, “inciden en la manera en la que se piensa nuestra cultura”.
El formato de compilado lexicológico que propone el libro se inscribe dentro de una genealogía de la que participan como antecedentes cercanos –por la manera de situar geográficamente sus elementos– Léxico de lingüística y semiología, de Nicolás Rosa (1978); Conceptos de sociología literaria, de Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo (1980), y Conceitos de Literatura e Cultura (2005), de Eurídice Figueiredo.
Entre aquellos emprendimientos y esta iniciativa en la que se embarcó el Instituto de Literatura Hispanoamericana de la UBA ha aparecido un sinnúmero de trabajos que renovaron las maneras de inteligir las manifestaciones culturales en la región.
“Es muy claro que ha habido una gran transformación en los estudios. Para comenzar, la idea de lo transdisciplinario es fundamental. Se han movido muchos de los campos que se creían independientes y hoy hay un gran trasvasamiento desde la metodología hasta los modos de elaborar los proyectos”, explicó Colombi.
En los últimos veinte años, estos cruces entre la literatura y otras áreas de la investigación han desordenado el tablero del análisis crítico. A partir de esa instancia, surge un gran caudal de nuevos conceptos que son la materia prima con la que se construye este diccionario.
Más allá de centrarse en la localización de las ideas o de sus creadores, la cartografía delineada en esta publicación mapea cómo se ha construido y legitimado un locus de enunciación, nutrido de saberes, intenciones y conflictos diversos.