D3 o “D-cubo” significa “Diagnostic Detection Device” (Dispositivo de Detección y Diagnóstico) y se trata, ni más ni menos, de una plataforma de diagnóstico sencilla, rápida y accesible, que podrá ser utilizada en salas de primeros auxilios y en laboratorios pequeños. Fue diseñada por investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes y, aunque está en fase de prototipo, en poco tiempo podrá ser empleada con el objetivo de diagnosticar diversas enfermedades. “Hasta el momento pudimos diagnosticar exitosamente dengue y clamidia, una enfermedad de transmisión sexual. También pudimos detectar exitosamente covid y estamos trabajando en otros patógenos humanos y veterinarios”, detalla a la Agencia de noticias científicas de la UNQ el biotecnólogo Julián Bergier. En el futuro, a partir de pequeñas modificaciones, la plataforma podría utilizarse para la detección de enfermedades genéticas y cáncer.
¿Cómo funciona?
D-cubo realiza diagnósticos moleculares, es decir, detecta patógenos a través de muestras de ADN o ARN. La PCR (Polymerase Chain Reaction o reacción en cadena de la polimerasa), técnica que se empleó para detectar covid durante la pandemia, funciona haciendo copias de los fragmentos de ADN o ARN usados como blanco de la detección. Para su correcto desarrollo precisa de cambios de temperatura muy precisos y, por lo tanto, de equipamiento complejo. En el D3, en cambio, la reacción ocurre a temperatura constante prescindiendo así de este tipo de complejidad.
El artefacto, que cabe en la palma de una mano, además es muy sencillo de manejar. Así lo explica, Damián Presti, ingeniero en Automatización y Control de la UNQ, y el otro referente del desarrollo: “Pensamos en dos aspectos: primero que era necesario independizarse de un equipo complejo para que puedan hacerse determinaciones en salas de primeros auxilios o laboratorios pequeños por personal no necesariamente calificado. Y, en segundo lugar, que era fundamental evitar el transporte de muestras para facilitar las cosas”, explica.
Los conocimientos de Presti en tecnologías ópticas contribuyeron a que pudiera visualizarse la prueba como “positiva” o “negativa”. De hecho, un aspecto novedoso relacionado a esto es que el dispositivo, además, puede enviar los resultados de la prueba a cualquier teléfono celular.
Al principio, el desafío fue establecer un “idioma común” entre biotecnología e ingeniería. Presti y Bergier explican también que, en el presente, concentran sus esfuerzos en simplificar aun más la forma de detección. Las tecnologías desarrolladas por estos científicos podrían ser aplicadas en el futuro a otro tipo de enfermedades. Solo será necesario cambiar el fragmento de ADN o ARN que se detectará pero el dispositivo es el mismo.
¿Cuándo estará disponible?
“Estamos en la etapa de pruebas clínicas, esto es, analizar muestras biológicas para la validación del dispositivo”, detalla Presti, quien agrega, con entusiasmo, que este tramo está a punto de completarse.
“Como todo proyecto tecnológico lleva mucho trabajo diseñar el prototipo; nos queda una etapa de robustecer el diseño y hacerlo amigable a cualquier tipo de usuario”, subraya. Los científicos, asimismo, explican que también es necesario que los potenciales clientes prueben el diseño para que brinden un feedback y puedan aportar las sugerencias. “Nuestro objetivo es que, al concurrir al consultorio médico, pueda diagnosticarse de manera rápida y confiable un gran número de enfermedades”, destaca Bergier.
De este proyecto que se desarrolla en la Universidad Nacional de Quilmes, también participan científicos de otras instituciones. Es el caso de Gustavo Torchia, que forma parte del Centro de Investigaciones Ópticas de la Universidad de La Plata y Cristina Borio y Marcos Bilen, quienes son parte de “PB-L Productos Bio-Lógicos”, empresa que inició como start-up de la UNQ y se constituyó como Sociedad Anónima en 2008.
De la Agencia de noticias científicas de la UNQ