El ser humano sigue en deuda con la especie animal, por no saber cómo proceder a la hora de protegerlos o, en los peores casos, por maltratarlos con crueldad. Sin embargo, cientos de voluntarios trabajan de lunes a lunes en los refugios bajo una sola premisa: mejorar su calidad de vida. Detrás de nombres como Benet, Aloe y Coco hay historias que valen la pena ser contadas para revalorizar en este Día del animal el notable trabajo que hacen las ONG protectoras.
“La razón de ser del refugio es que todos los perros se vayan en adopción. No les podemos dar un sillón con Netflix a los animales, pero les prometemos que nunca van a estar solos y siempre van a estar acompañados”, dijo a Página/12 Sergio Moragues, director ejecutivo de la asociación civil El Campito Refugio, que alberga actualmente 408 perros en la ciudad bonaerense de Monte Grande.
Al relatar el caso del perro Benet, considerado como fundacional para la organización, Sergio recordó que “en 2009 llegó con el 70% del cuerpo quemado, su dueño lo había rociado con alcohol y lo prendió fuego”. “Nos marcó porque fue una recuperación muy difícil, pero a partir de allí supimos que el diagnóstico es un punto de partida, no un punto final, ya que se recuperó y fue adoptado”, precisó.
Por su parte, Carolina Martín, fundadora de la ONG Proyecto 4 Patas, lamentó que esté “naturalizado ver perros en la calle” y rememoró cuando rescataron a Aloe, una perra adulta mestiza, en febrero de 2020. Estaba petrificada al suelo y cubierta por brea en una plaza de Merlo. “La salvamos y adoptamos nosotros mismos. Lamentablemente hace unos meses falleció por cáncer, pero ese momento lo celebramos porque volvió a nacer”, explicó Carolina.
“El maltrato animal es el primer escalón hacia el maltrato de los seres humanos”, reflexionó por otro lado Clara Correa, presidenta del refugio de aves "Pájaros Caídos", donde se ocuparon de la rehabilitación de Coco, el mono carayá de cinco años que en diciembre se encontró en condiciones de abandono, encerrado en un armario de una casa de Belgrano.
Hoy, la situación del primate es distinta. Luego de ser declarado por la Justicia como un "sujeto no humano de derecho" que dispuso su libertad total y absoluta, una nueva resolución judicial ordenó el traslado de Coco a la ONG Fundación Zorba, donde se recupera del maltrato recibido.
Donaciones y voluntarios, el sostén de los refugios
Si algo tienen en común las ONG proteccionistas es la forma de financiamiento, que se reduce a colaboraciones económicas y donaciones de insumos. La otra pata fundamental es el compromiso de los voluntarios que trabajan ad honorem en las distintas áreas de los refugios.
“No se puede depender económicamente del Estado. El sostén son los padrinos y madrinas. Con algunas empresas hacemos convenios puntuales, pero tiene que ver con acciones en beneficio de los animales”, explicó Sergio de El Campito.
Luciano Carbone, otro de los fundadores de Proyecto 4 Patas, indicó que el hogar de tránsito, donde viven unos 80 perros, “se mantiene por donaciones individuales que valoran y confían en nuestra tarea. Desde hace muchos años una empresa de alimento balanceado nos aporta comida, pero no recibimos ningún tipo de subsidio”.
“Las colaboraciones llegan a cubrir un 10% de comida, logística, remedios y mantenimiento. Cuando llega una incautación de 300 canarios, por ejemplo, gastamos $5500 en una bolsa de alimentos de 30 kilos que dura solo una semana”, contó Clara. En “Pájaros caídos” habitan cotorritas australianas, cocotillas, loros, palomas torcazas y picazuro, palomas urbanas y loros amazonas.
“Adoptá, no comprés”
“Afortunadamente, desde hace varios años comprar un animal no está bien visto, y ese cuestionamiento social antes no existía. Por eso celebramos que hoy haya más voluntad de la gente de adoptar y no comprar un animal de compañía”, dijo a GO Noticias Carolina Martín. En ese sentido, admitió que “no se dan tantos perros en adopción como la gente piensa” y reconoció que “hubo una baja de adopciones tras atravesar el momento más complicado de la pandemia de coronavirus”. Proyecto 4 Patas entrega en adopción entre dos y tres adultos y seis a siete cachorros por mes.
Desde El Campito —que todos los meses recibe alrededor de 40 perros y da en adopción un número similar— Sergio detalló que en el proceso adoptivo “es importante que el adoptante entienda el transcurso de socialización del perro con los habitantes de la casa. Primero se inicia vía mail a través de un cuestionario para conocer al adoptante, luego hacemos una visita ambiental y un seguimiento que no sea del todo estricto porque nos interesa el sentido de la comunidad”.
¿Se puede adoptar un ave? “Sí”, responde la fundadora de "Pájaros Caídos", que se refiere a estos adoptantes como colaboradores de tránsito, por si se da el caso de que la especie autóctona —torcaza, picazuro, cotorra, tordo, zorzal, benteveo— pueda reinsertarse en su hábitat. “Aves exóticas también se pueden adoptar, aquellas que provienen de una incautación por maltrato o comercio ilegal”, explicó Clara.
“Nuestro equipo de aves permanente las atiende si tienen alguna dificultad, como algún golpe en la cabeza. Se da en adopción y un grupo de voluntarios se encarga de supervisar que ese adoptante sea una buena persona que pueda darle una vida digna al ave”, describió.
El impacto de las redes sociales
En Argentina hay más de seis millones de perros y gatos callejeros, según datos del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires. “Las ONG no tenemos la capacidad y los recursos para rescatar a todos los animales que están en extrema situación en la calle. Es como pedirle a Greenpeace que se lleve el agua de los mares a la casa para que no la contaminen”, opinó Luciano, de Proyecto 4 Patas.
“Muchos encuentran un perro en la calle, publican la foto en redes sociales y ahí termina. En muchos de esos casos, el animal sufre y muere. Las organizaciones necesitamos ayuda y la idea es que la sociedad se involucre adoptando y castrando”, explicó Luciano.
Clara, por su parte, dijo que valora las plataformas digitales de intercambio “porque del Blogspot que armé para encontrar respuestas mientras tenía en mi mano el cuerpito de un pichoncito de torcaza que no pude salvar nació ‘Pájaros Caídos'''. “Fueron tantas consultas que llegaron, que creamos un Facebook y a eso le sumamos atención personalizada. Las redes sociales son el producto de una necesidad”, sentenció.
“Son las vidrieras que tienen una causa para darse a conocer. Es tan importante hacer bien las cosas como contarlas de una buena manera. Lo que no compartimos de las redes sociales es la política del escrache, ya que las denuncias, que en realidad tienen que hacerse en la fiscalía, terminan alertando a quien está cometiendo un acto de crueldad. Publicar un posteo indignándose no significa haberle encontrado solución al problema, que en muchos casos se agrava”, concluyó Sergio.