El telón comienza a bajar para la 23° edición del Bafici, la primera en modo presencial total en tres años. Acompañando ese movimiento de clausura se presentaron los dos últimos largometrajes de la Competencia Internacional. La segunda película chilena del concurso, El pa(de)ciente, narra las mil y un desventuras de un médico enfrentado al sistema hospitalario y al resquebrajamiento de su organismo, mientras que Happer’s Comet, el único título estadounidense en el programa, ofrece una mirada a un microcosmos nocturno en un relato (o, mejor aún, una serie de relatos en potencia) creados en plena encerrona pandémica. El joven realizador neoyorquino Tyler Taormina hizo bastante ruido con su ópera prima de 2019 Ham on Rye, y ahora regresa con “un mosaico de medianoche que revela un pueblo suburbano empapado de alienación”, según su propia autodefinición. Una miniatura de 62 minutos que, a pesar del tamaño, no está exenta de ambiciones.
Rodada durante los días y noches de la cuarentena junto a un grupo de familiares y vecinos del director, Happer’s Comet no incluye ni un solo diálogo y la línea narrativa es tan desagregada como difícil de aprehender. Lo que sí resulta claro es su clima extrañado, por momentos ominoso. Un grupo de personajes, siempre de manera individual, atraviesa la noche mirando la televisión, registrando con un grabador sonidos (los naturales y los creados por el hombre) o improvisando un baile con una aspiradora industrial. De pronto, algo parecido a un patrón comienza a surgir: los jóvenes escapan por las puertas y ventanas de sus hogares, sin hacer el menor ruido, para salir a recorrer las calles desiertas en patines, anticipo de un cierre que presentará finalmente algo parecido a una comunidad y el contacto físico tan ansiado. El de Taormina es un ejercicio de estilo hipnótico, ideal para ser apreciado en pantalla grande, recordatorio de esos aislamientos cercanos en el tiempo que no necesitan ser señalados directamente para generar recuerdos angustiantes en el cuerpo y la mente.
De desasosiegos y cuerpos alterados por una dolencia también trata El pa(de)ciente, aunque sus formas narrativas encajan perfectamente en las tradiciones más clásicas. La opera prima de la chilena Constanza Fernández esta basada en el libro homónimo de Miguel Kottow –cuyo subtítulo La medicina cuestionada - Un testimonio es bastante gráfico– y presenta a un oftalmólogo y profesor de medicina encumbrado que un buen día sufre una caída y es internado de urgencia. Pero ese par de costillas fisuradas son apenas el comienzo de un laberinto sin salida a la vista: al descubrimiento de una próstata agrandada le siguen los primeros síntomas del raro Síndrome de Guillain-Barré. Si el sistema inmunológico del doctor Sergio Graf comienza a atacar su sistema nervioso, el aparente equilibrio familiar es acechado por las incertezas del futuro y los recuerdos de un pasado no tan idílico que hasta ese momento permanecían en estado de congelamiento.
“La empatía es la enemiga de la eficiencia. Al menos en la medicina”, le dice Graf a un paciente en el comienzo de la película. Por supuesto, el protagonista, interpretado por el veterano actor Héctor Noguera –cuya extensa carrera va de Estado de sitio, de Costa-Gavras, a las recientes Mr. Kaplan y Neruda–, será testigo y víctima de su propia descripción, al tiempo que atraviesa una larga internación llena de estudios, ensayos, cateterizaciones prostáticas, sesiones de fisiología, pinchazos en las venas y el inevitable uso de la chata. El paciente padeciente es visitado y reconfortado por su esposa y familiares cercanos (todo queda en familia: las actrices Amparo Noguera y Emilia Noguera, hijas de Héctor, interpretan asimismo a sus hijas en la ficción), y mientras la posibilidad de una curación y la de un empeoramiento de la salud compiten en igualdad de condiciones el film va construyendo su universo de angustias, dolores y esperanzas. Amable y sin golpes bajos, la película de Fernández está lejos de ser una crítica desembozada a la medicina moderna como gran negocio (aunque algo de eso hay, por supuesto) y prefiere encaramarse en la sátira social asordinada. Posiblemente se trate de la película más convencional de la Competencia Internacional de este Bafici que ya se acaba.
- El pa(de)ciente se exhibe el viernes 29 a las 15.50 en el Cultural San Martín - Sala 1
- Happer’s Comet se exhibe el sábado 30 a las 15.10 h en Cine Lorca - Sala 2
- Funciones online y entradas para las proyecciones presenciales en https://vivamoscultura.buenosaires.gob.ar/