Luego de su impactante discurso inaugural en la Feria del Libro, donde cuestionó a los monopolios productores de papel, la lógica comercial del evento y las condiciones sociales de la industria, el escritor argentino Guillermo Saccomanno aseguró que trató de ser “sincero y mantener alguna coherencia”. “No hice más que hablar de mi realidad”, remarcó.
Por AM750, Saccomanno se metió de lleno en un aspecto clave de su discurso de este jueves en la feria, cuando planteó la delicada situación económica y social que atraviesa la Argentina. “No se puede soslayar que las sucesivas crisis económicas han afectado no sólo la industria editorial. No es una novedad que nuestro país ha superado el 40% estadístico de pobreza y que la línea de hambre es impiadosa”.
“Cada día veo cada vez más pibes tirados en la calle, que se manifiestan a través de un grito primal. Es una realidad que vivimos. Sería bueno que los funcionarios salieran a la calle, la caminaran, viajaran en colectivo, anduvieran por las calles del centro donde se ven seres humanos tirados en la lleca”, remarcó el autor de novelas como Cámara Gesell, El oficinista o La lengua del malón, entre muchos otros.
En este sentido, afirmó que “las decisiones políticas están en manos del Estado, es el que debe transformar esta situación, pensando en planes de lectura, educación, ni hablar con el arrastre que significó el macrismo como entrega”. “Tenemos una línea de pobreza incontestable. Una línea de hambre, las estadísticas son muy fuertes. Diría “ponete las pilas Alberto”, señaló.
Por otro lado, consideró al libro como el “objeto más solidario”. “Te acompaña en el colectivo, en el subte, en el baño. Pero también es cierto que necesitás tiempo y la gente no lo tiene”, recordó. “Cuando la gente llega a la casa está fusilada, prefiere una pavada en Netflix y seguir de largo”, señaló.
La reflexión de Guillermo Saccomanno sobre su discurso
“Traté de ser sincero, mantener alguna coherencia entre lo que hablo, lo que siento, cómo vivo y lo que pienso. No hice otra cosa, no descubrí la pólvora. Ocurrió que nombré la soga en la casa del ahorcado”, señaló el escritor.
Además, consideró que la Feria del Libro era el “lugar indicado para decirlo”. “Es como si en el Coloquio de IDEA apareciera un delegado clasista y dijera que su familia vive con dos mangos y hablara de sus condiciones de su trabajo, no me propuse bajar línea, no hice más que hablar de mi realidad”, agregó.
“Un escritor gana el 10 % de un precio de tapa. Cuando el Gordo Soriano firmaba contratos que eran best seller y se hablaba de los contratos fabulosos que tenía, nos poníamos a conversar y si bien parecía un pelotazo de dinero, cuando se prorrateaba por el tiempo que llevó la novela, era menos que el sueldo de un docente”, ejemplificó.