Las elecciones celebradas el 12 de abril en el Sindicato de Músicos de Rosario, dieron continuidad a una gestión, a un proyecto, pero también a una necesaria rearticulación conforme a los tiempos que corren. La atención está puesta en el saldo que arrojan estos dos años de parálisis y en los desafíos por venir. “Fueron unas elecciones un poco extrañas, porque estuvimos durante casi dos años con los mandatos prorrogados, debido a las decisiones del ejecutivo nacional, que dispusieron que no se podían hacer asambleas ni actos electorales presenciales”, refiere Hugo Vitantonio, Secretario General del Sindicato de Músicos, a Rosario/12.
“Nos reencontramos con todos los compañeros, tuvimos un proceso bastante intenso, y como consecuencia hemos llegado a la conclusión de que había que generar un nuevo proyecto para el Sindicato de Músicos, que actualizara sus paradigmas, que permitiera que un conjunto de jóvenes, con mucha energía y más ideas, se hiciera cargo de la conducción. Sobre 15 integrantes de la Comisión Directiva, tenemos 10 integrantes nuevos que ya asumieron; además, tenemos paridad de género, con lo cual estamos de alguna manera incursionando en búsquedas que le den a la gestión de la institución un carácter también vinculado a la justicia de género”, continúa.
-Que haya una renovación implica otras miradas y discusiones.
-En algún momento me tocó a mí ser parte del cambio, y eso es algo que tengo muy presente. La gente que se incorporó tiene las energías propias de la edad pero también de su talento; además, los jóvenes tienen visiones para adelante y es un error de parte de quienes dirigimos y estamos responsabilizados por la gestión de las organizaciones gremiales estar más tiempo del que corresponde, porque cada minuto de más hace que se desmerezca lo bueno que se hizo antes. Estamos en pleno proceso de trasvasamiento dirigencial, y muy felices de que esto ocurra.
-¿Cuáles son los desafíos que se presentan?
-Estamos muy atentos con las formas y la dinámica con las que toda la actividad musical está volviendo a tomar forma. Lo novedoso es que antes de la pandemia, sobre 10 actividades musicales en la ciudad, 7 u 8 tenían alguna incidencia del factor políticas públicas de cultura, y las demás eran producto de la iniciativa privada; en este momento está ocurriendo exactamente lo contrario, la iniciativa privada reaccionó con más energía, mayor velocidad y mejores reflejos, ante lo que todos entendíamos, que era la demanda de la gente que estaba desesperada por salir de sus casas a encontrarse con más gente. La ecuación se invirtió, hoy, de cada 10 actividades, hay 7 u 8 que son privadas, e incluyo a la iniciativa privada de las organizaciones sin fines de lucro, los clubes, las peñas, los centros culturales, que también se han sumado a toda esta nueva situación, mientras el estado está en su propio conflicto. Tengo también mucha expectativa con todo lo que está pasando fuera de Rosario, con las iniciativas en pequeñas y medianas comunas y algunas ciudades del interior, surgidas de un nuevo modo de entender la gestión de la cultura. En esos lugares, los niveles de proximidad entre el gestor, el funcionario y el vecino, es mucho más intenso y muchos músicos de esas pequeñas comunidades están empezando a tener sus oportunidades. Estamos descubriendo una cantidad de profesionales y artistas que, como no medían en Rosario, no los conocíamos, y eso es formidable.
-¿Qué escenario se plantea, en este sentido, desde el sector público?
-En Rosario, después de ser una de las ciudades con mayor inversión en políticas públicas de cultura, hoy estamos casi en cero. El intendente le dice al secretario de Cultura que no hay un peso, el secretario se lo dice a los subsecretarios, y éstos a los directores. Hasta allí te gastaste 15 sueldos en personas que lo único que hacen es repetir que no hay un peso. Esa misma cadena se repite hasta el último integrante del circuito de los casi 1500 empleados de la secretaría de Cultura. Allí hay un replanteo para hacerse, y no es que no haya un peso, sino que la mayor cantidad de los recursos está destinada al pago de sueldos, lo que hace que al momento de querer proyectar y diseñar acciones culturales, en un intercambio con los distintos sectores de la ciudad, el municipio se encuentre con que no tiene el recurso financiero como para poder asumir esos programas asociativos. Ahí tenemos un problema muy serio, al que deberán ponerle mano prontamente antes de que tengamos algunas noticias complicadas, como lo sucedido con los organismos musicales de la ciudad y el conflicto gremial, producto de no tener siquiera un mínimo recurso para organizar una programación. En el caso de la provincia, la situación es un poco más compleja. Cuando nace el Ministerio de Cultura lo hace de la mano de un proyecto cultural, que lleva el socialismo al gobierno provincial; surgieron cosas muy interesantes, hubo servicios culturales a lo largo y ancho de la provincia. Con la llegada del nuevo gobierno, con otro color político, la expectativa era que una gestión peronista le agregara algunos aspectos de su propio ideario, me refiero a su preocupación por la producción, el trabajo, los derechos sociales de los artistas. Pero lamentablemente eso no sucedió. Peor aún, en esta dinámica norte-sur que tiene la política provincial, la administración santafesina cobró un poder inusitado, fija las condiciones y además las impone. Ahí tenemos otro tipo de conflicto, sobre el cual estamos trabajando; en este momento, lo que más encontramos son trabas y dificultades serias, cuando a través del Ministerio de Cultura había muchas medidas que a los artistas les facilitaba su vinculación con el estado provincial. En este panorama, estamos trabajando con la paciencia de siempre, con la capacidad de negociación de siempre, tratando de que cada músico pueda construir su propio camino profesional.