Si bien en la selva de las yungas existen numerosas especies de árboles, pues la biodiversidad en este ambiente es muy alta, hay un árbol que llama mucho la atención cuando nos adentramos en esta ecorregión, se trata del laurel de la selva o laurel de la falda. El Ocotea porphyria forma parte de la misma familia que el laurel que usamos en nuestras comidas, Lauracea y se trata de uno de los árboles más grandes de la selva de montaña. “Es imprescindible mantener lo más intacto posible el equilibrio ecosistémico que generan éstos árboles”, dijo el biólogo Gonzalo Martínez a Catamarca/12.

Martínez contó que éste árbol, “puede llegar a medir 30 metros de alto, pero lo más impresionante es el ancho de sus troncos y de sus ramas. Estas últimas logran en conjunto un enorme diámetro de su copa. Es una especie perenne, es decir, que su follaje es verde todo el año, pero necesita de suelos bien abonados y de buena humedad para su supervivencia”.

El Laurel de la selva es endémico de las yungas, por lo que en Argentina habita solamente en las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca. En esta última es donde se encuentra su distribución más austral, más precisamente en el departamento El Alto, donde el distrito de Selva Montana finaliza. Es muy abundante en los sectores bien conservados del departamento Paclín y también al suroeste de la localidad de Santa Rosa.

El biólogo subrayó que éste árbol tiene una importancia ecológica fundamental. “Es un gran creador de suelo rico en nutrientes, pues produce mucha materia orgánica mediante sus hojas y ramas grandes que caen en gran parte del año para luego descomponerse rápidamente en el verano durante la época de lluvias”.

Además, sus enormes ramas y troncos con corteza rugosa albergan una gran variedad de plantas epífitas (aquellas que viven sobre otras sin parasitarlas). Entre ellas podemos encontrar, helechos, bromelias, cactus, orquídeas, begonias, llegando a formar verdaderos jardines colgantes. Inclusive, en algunos troncos se llega a crear un suelo de varios centímetros de profundidad producido por la misma materia orgánica descompuesta, y donde pueden crecer hasta plantas semileñosas, como las ortigas bravas.

Gonzalo Martínez  sobre un laurel de la selva.

Otra característica importante es que al ser un árbol siempre verde y muy frondoso, genera sombra durante todo el año, por lo que muchas plantas pueden crecer a su resguardo debajo de su enorme copa. Estas características hacen del laurel uno de los árboles más importantes para el mantenimiento del ecosistema selvático.

Resulta indispensable que los estados y los privados generen proyectos de conservación mediante áreas naturales protegidas en la ecorregión de las yungas de Catamarca para mantener lo más intacto posible este equilibrio ecosistémico que generan árboles tan importantes como el laurel de la falda. No podemos permitir que se sigan perdiendo especies y menos aún en una ecorregión tan delicada y tan biodiversa como la selva de yungas”, concluyó el biólogo.