Podría haber sucedido al final del festival, tal como lo hizo Jimi Hendrix hace 53 años en Woodstock, cuando tocó una versión de "Star Spangled Banner" que aún hoy sigue erizando los pelos. Pero terminó consumándose en el ocaso de la tarde. Airbag sorprendió a todos con su arrebato patriótico al interpretar el Himno Nacional Argentino durante su actuación. La banda entró a último momento en la grilla ocupando el lugar de Fito Páez, quien tuvo que bajarse al contagiarse de coronavirus, y terminó llevándose una de las polarids de la vuelta al ruedo del Quilmes Rock. Aunque no fue la única de una primera jornada que concluyó con otra imagen que quedará para la posteridad: la cara de desconcierto -literalmente con la boca abierta- de Damon Albarn, frontman de Gorillaz, mientras miraba a Trueno improvisar su rima en uno de los clásicos de la banda inglesa, “Clint Eastwood”.
Antes de que naciera la nueva estrella global de la música argentina -porque el pequeño gesto de esa invitación no pasará desaparecibido-, el laboratorio audiovisual rankeaba como el acto más esperado de la noche. Lo dijo Germán Daffunchio previo al final del recital de Las Pelotas, en el escenario contiguo: “Sabemos que están esperando a Gorillaz”. Y por más que el público le respondió que no era así, la verdad es que no todos los días desembarca en Buenos Aires un proyecto artístico que nunca flaqueó desde que vio la luz. Sin embargo, en comparación a su debut porteño, en 2017, este show no brilló tanto. Será porque se pareció en muchos aspectos y porque recién la banda vuelve a salir de gira (esta fue su segunda presentación). Lo que sí es cierto es que lo que brotó como un proyecto virtual de a poco se fue humanizado hasta transformarse en un grupo hecho y derecho.
Murdoc Niccals, 2-D, Noodle y Russel Hobbs fueron perdiendo terreno, al punto de que hoy están cada vez más cerca de ser sólo los dibujitos de las visuales. Ciertamente es muy difícil compertirle a los músicos de carne y hueso que acompañaron en esta ocasión a Albarn, quien además dejó constancia de que es uno de los artistas más creativos de las últimas tres décadas y uno de los mejores maestros de ceremonia de la cultura pop. Desde que apareció en el escenario, arengando a las 60 mil personas (según las cifras de la organización) que colmaron Tecnópolis, a nadie le quedó duda. Entonces, con el público enloquecido, comenzó este viaje estético. Al igual que su primera vez en la capital argentina, el repertorio lo estrenaron con “M1 A1”, pero a continuación apareció Robert Smith (líder de The Cure) en las pantallas para hacer su parte en “Strange Timez”. Y luego vinieron “Last Living Soul” y “Tranz”.
Si en “Aries” Gorillaz puso un pie en el pop electrónico bien de la escuela de New Order, en “Tomorrow Comes Today” no sólo bajó un cambio, sino que también Albarn bajó al público. Aparte de hits como “19-2000”, “Pirate Jet” y “El mañana” , hubo espacio para momentos ecológicos de la mano de “O Green World” y “On Melancholy Hill”. También aprovechó la ocasión para estrenar temas nuevos como “Cracker Island”. Durante la hora y media de show, el músico londinense se sentó al piano, tocó la melódica o se colgó la guitarra, al tiempo que sus secuaces giraban el timón hacia la pista de baile o hacia la Jamaica psicodélica del dub. En el último tramo del recital aparecieron los cantantes invitados. Primero fue Bootie Brown, luego Posdnuos (rapero del grupo estadounidense De La Soul) y en el cierre le tocó a Trueno, al que se le sumó el toasting del británico Sweetie Irie.
Justamente este último, en su momento protagónico, animó a Trueno a que siguiera con su freestyle. Y el joven rapero argentino no le temió no sólo a alternar con un idioma que no es el suyo, sino a no inhibirse ante semejante bandón. Si en el show de hace un lustro cayó una tormenta una vez que Gorillaz acabó, esta vez la banda invitó al fenómeno al escenario. Aunque la gran noche del campéon de Batalla de los Gallos en 2019 terminó ahí, un rato antes la había encendido con su propio show en el Escenario Rock, donde anunció que le daba fin a la gira de su disco Atrevido. Y lo hizo acompañado por una banda de lujo y por su padre, el MC Pedro Peligro, en el micrófono. Virus también pasó por ese escenario, también con un comienzo del fin, ya que el grupo anunció que se despide. Tal vez por eso no escatimó en recrear sus hits, entre los que destacó “Luna de miel en la mano” con Benito Cerati en calidad de invitado.
Aparte del Rock, el otro escenario principal del festival es el Quilmes: no sólo son mellizos sino que están pegaditos uno al otro. En él se produjeron más momentos memorables del evento como el recital de Las Pelotas, cuyo sonido estuvo a la par del de Gorillaz. A pesar de que se dedicaron a repasar sus clásicos, siempre son fundamentales. Además son parte de la historia del encuentro musical, al punto de que Daffunchio espetó: “¡Qué bueno que volvió el Quilmes Rock!”. Algo similar manifestó El Cuareteto de Nos, que aprovechó su performance para reencontrarse con el público de esta orilla del Río de la Plata. El que se estrenó en el festival fue Conociendo Rusia, y vaya que supo aprovechar la oportunidad brindando uno de los mejores recitales de la primera fecha. La velada fue coronada con un fabuloso cover de “Rezo por vos”, como para dejar por sentado que está decidido a hacer historia.
Pese a que la nueva avanzada de artistas locales colmaron los otros tres escenarios del festival, la cuota de experimentación de la fecha recayó en Vicentico. El Cadillac solitario repasó su cancionero a través de una formación atípica, en la que lo acompañaron otros dos músicos y en la que la batería pasó a ser un componente digital. En cambio, El Príncipe Idiota, que suele manejarse en varios formatos, apeló esta vez por la banda completa en su actuación en el escenario más coqueto de todos: el Geiser, por su condición de anfiteatro. Uno que por cierto rabió de público en esa hora de la noche. Se trató de un reconocimiento para el icono mendocino, similar al que tuvo Paula Trama cuando se presentó con su banda Los Besos en el Escenario Enigma. En tanto eso sucedía, desde el Escenario Claro se escuchaba la ovación desenfrenada a Eruca Sativa, que entregó una de las performances más carnales de la jornada.