Sebastián Báez le puso el broche perfecto a una semana tan soñada como premonitoria. Alimentó su confianza, sacó del camino a grandes campeones y coronó su paso por el torneo de Estoril, de categoría 250, con el trofeo en las manos: este domingo derrotó 6-3 y 6-2 al estadounidense Frances Tiafoe (29º) para consagrarse por primera vez en el circuito de ATP, en un certamen portugués que habrá representado el eje fundacional de su carrera en la elite.
Pieza fuerte de la nueva gran camada de tenistas argentinos, cada logro de su parte siempre tuvo un doble mérito. Avanzó, enriqueció su camino, llegó a la cima del mundo como junior en 2018 y, en las últimas dos temporadas, generó un sustancial salto de calidad. El año pasado, por caso, luchó contra todo un sistema para terminar, por fin, ubicado entre los cien mejores del mundo.
Hubo dos situaciones que pudieron haber significado un freno y no lo detuvieron: el congelamiento del ránking, una medida que nació para "proteger" a los de arriba ante la irrupción de la pandemia, y la sistemática falta de oportunidades. Los organizadores de los torneos no le ofrecieron ni siquiera un wild card durante todo 2021, ni siquiera los de la Argentina, que sí privilegiaron, en cambio, a algunos jugadores extranjeros. Nadie del sistema lo "apoyó" para llegar al sitio del que hoy disfruta, en exclusiva, por el esfuerzo propio y de su equipo de trabajo.
“La verdad es que pude hacer las cosas bien a medida que avanzaron los días. Estoy contento por lo que se logró, contento por el trabajo que hacemos junto con mi entrenador y mi equipo desde hace mucho tiempo. Valoro mucho dónde estoy, la gente con la que comparto todos los días. Todo esto me empuja a seguir”, reflexionó Báez, el 33º tenista argentino en ganar un título de ATP en singles masculino -el 226º de toda la historia del tenis nacional-, cuyo máximo sostén desde hace más de cinco años es su coach Sebastián Gutiérrez.
El jugador nacido en Billinghurst, partido de San Martín, quien ya había jugado una final de ATP -este año perdió en Santiago ante Pedro Martínez-, está preparado en la parte física por el equipo de Sportslab, liderado por Martiniano Orazi -exPF de Juan Martín Del Potro-, plantel al que pertenece Nicolás Sac, el encargado de acompañarlo en esta etapa europea de polvo de ladrillo.
En pleno ascenso, esta semana Báez destrozó los esquemas contra jugadores primera línea: eliminó a tres excampeones de Estoril, como el número uno local Joao Sousa, el francés Richard Gasquet y el español Albert Ramos, además de haber superado al croata Marin Cilic, el potente exnúmero tres del mundo, campeón de Grand Slam y de la Copa Davis. “Es raro, a veces, enfrentarme a jugadores a los que veía por la tele. Trato de respetar la táctica planteada con mi entrenador. Una de las claves siempre es preparar los partidos de la mejor manera. Me entregué a cada momento para creérmela, de un buen modo, hasta donde me llevara el torneo”, expresó quien desde este lunes se ubicará, por primera vez, entre los 40 mejores del mundo -será 40º, un puesto por encima de Roger Federer-.
El empuje mental resultó determinante: en busca de instalarse en el circuito de la ATP desde el primer año, Báez y Gutiérrez ponen especial observación al aspecto emocional para estimular la confianza del jugador, para que se la crea y que confíe cada vez más en sus condiciones. Esta semana en Estoril surgió un mensaje al respecto: "Why not me? (¿Por qué yo no?)", firmó Báez en la cámara después de sus cuatro primeras victorias. Se convirtió en un talismán: después de la final estampó la frase "Yes, it's me (Sí, soy yo)".
Así lo explicó Báez: “El significado, más que nada, es creer en mí, creer en lo que tengo, creer en lo que soy, valorarme y preguntarme por qué yo no. El mensaje es que si uno cree puede”. Días atrás Gutiérrez, en efecto, advirtió que el propio Tiafoe -caprichos del destino- llevaba puesta una pulsera con esa leyenda y le dijo a Báez: "Te la tenés que tatuar". La frase llegó con fuerza en el tándem jugador-entrenador y ambos la tomaron como un incentivo para alimentar la ilusión. Gutiérrez desarrolla una manera de trabajar que provocó un sólido vínculo con Báez desde sus años de junior: el coach fue uno de los engranajes clave del departamento de Desarrollo de la Asociación Argentina de Tenis durante la gestión 2014-2018, a cargo de Daniel Orsanic, a quien también acompañó en la histórica conquista de la Copa Davis en 2016.
El método Gutiérrez tiene una fuerte relación con aquel proyecto que deportivo de la vieja gestión de la AAT, encabezado por Orsanic, una etapa que imprimió los valores que hoy mantiene Báez, junto con su coach, en el inicio de un largo periplo por los torneos ATP. Estoril es la primera gran parada para continuar un recorrido que resultó sinuoso, con congelamiento, sin wild cards, contra todo un sistema, las mismas razones por las que cada conquista, cada paso adelante y cada alegría, por otro lado, esconderá consigo un doble valor. Para Báez, lleno de hambre y anhelos, esto recién empieza.