desde Puerto San Julián
El 1º de mayo de 1982, el imperio británico a través del destructor HMS Glamorgan y las fragatas HMS Alacrity y HMS Arrow se aproximó a la costa este de la Isla Soledad para bombardear posiciones argentinas, en plena Guerra de Malvinas. Inmediatamente, la Fuerza Aérea local emitió una orden que llegó a Puerto San Julián, en Santa Cruz, desde donde partió, a las 16 horas, la primera escuadrilla bautizada como "Torno", a bordo de tres aviones Mirage 5 Dagger. Cada uno de ellos cargaba dos bombas de 250 kilogramos y 250 proyectiles en sus cañones de 30 milímetros. Esa defensa heroica del Ejército argentino que le costó la vida a 55 compatriotas, aún más meritoria teniendo en frente a una de las principales potencias de la OTAN, se recordó este domingo en el 40° aniversario del llamado Bautismo de Fuego, con un emotivo acto en el Aeropuerto Histórico Capitán José Vázquez de San Julián.
"Honrar a los heroes"
Pilotos, mecánicos y técnicos de la Fuerza Aérea Argentina, protagonistas de la primera batalla librada por la aviación en su historia, agradecieron al pueblo de la ciudad santacruceña su apoyo durante el conflicto. El ministro de Defensa, Jorge Taiana, encabezó este domingo el acto y expresó: "Quiero tomar el ejemplo de los 55 héroes de la Fuerza Aérea que cayeron en combate, pero también de todos los veteranos, porque a todos ellos como argentinos les debemos el honor de haber luchado en defensa de nuestra patria, de nuestra tierra y de nuestra bandera. No hay sociedad que pueda ponerse de pie sin honrar a sus héroes".
Luego de uno de los momentos mas emotivos de la jornada, cuando se leyeron los nombres y apellidos de los 55 caídos en combate, el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier General Xavier Julián Isaac, afirmó que "cuarenta años después volvemos a San Julián para reafirmar que el sentimiento malvinero sigue tan vivo como siempre". Isaac destacó la elección de esta ciudad para hacer este homenaje porque "si bien la Fuerza Aérea operó desde distintas bases y sentimos el calor y apoyo de la gente, acá se forjó una relación sentida y profunda que aún hoy dura, San Julián tiene un lugar muy especial en nuestros corazones aeronáuticos".
Desde uno de los hangares del aeródromo que lo protegían de una tenue llovizna, el suboficial mayor Daniel Vilchez recordó a los pilotos que "enfrentaron a una de las potencias aeronavales más importantes del mundo sin las mismas capacidades tecnológicas pero con un amor incondicional por la patria y con la convicción de que detrás de ellos había personas que los iban a llevar a feliz término bajo nuestra ideología de 'piloto, avión y escalón técnico'". En ese sentido, apuntó que "muchas veces los que nos quedamos acá en la pista pensábamos en nuestros pilotos y en esos largos momentos de silencio de radio en los que volaban hacia el enemigo conscientes de su inferioridad tecnológica y no podíamos menos que destacar su valentía".
"En estos refugios pasamos mucho tiempo y el pueblo de San Julián fue muy importante para menguar el dolor de las pérdidas y la distancia con nuestras familias. Recuerdo especialmente que salíamos a hacer rondas para verificar el oscurecimiento de las casas en un colectivo en el que hacía mucho frío, y que un vecino un día le instalo una estufa a ese colectivo solo para que nosotros no tengamos frío en ese breve trayecto", remarcó Vilchez.
El brigadier retirado y piloto de combate durante la guerra, Roberto Rubén Di Meglio, afirmó por su parte que "hace 40 años estábamos aquí para cumplir con ese sentimiento común a los argentinos de bien que es la defensa irrenunciable de nuestras islas Malvinas, fuimos porque desde chiquitos en nuestras familias y en nuestras escuelas nos enseñaban dónde estaban nuestras islas y por qué eran nuestras". Di Meglio sostuvo que "no teníamos ni el material adecuado ni la formación específica para una guerra de estás características, pero estábamos convencidos de nuestro juramento para defender a la patria".
"En poco tiempo tuvimos que aprender sobre los sistemas de armas del enemigo, sus capacidades, su letalidad, y también sobre las características del combate aeronaval para el que no habíamos sido adiestrados, y en toda esa preparación nos acompañó el pueblo argentino", agregó el brigadier retirado. Al respecto Di Meglio recordó el caso de un hombre que se enteró de que los pilotos no contaban con trajes antiexposición, y luego de conseguir una fábrica local que confeccione un prototipo "se tiró a flotar en el mar frente a Puerto Madryn por tres horas para estar seguro de que funcionaba".
"Muchos vecinos y trabajadores de San Julián estuvieron codo a codo con nosotros durante toda la guerra, hay un chofer de YPF al que bautizamos 'Popi Larrauri' (por el corredor de autos) porque nos llevaba con su camioneta hasta los aviones a la velocidad de un Fórmula Uno y que lloraba con nosotros cada vez que un pasajero de la camioneta no volvía con su avión", relató Di Meglio en un instante que le robó una pequeña sonrisa a algunos de los veteranos de Malvinas presentes en el acto, al agregar: "Ese hombre faltó al cumpleaños de 15 de su hija para estar en un homenaje con nosotros".
Los primeros caídos de la Fuerza Aérea
El Bautismo de Fuego recuerda lo sucedido el primero de mayo de 1982, cuando se llevó a cabo la llamada "Batalla Aérea de las Malvinas", en la que efectivos de la fuerza realizaron 56 salidas aéreas, en misiones de cobertura y ataques a blancos navales británicos, con el lanzamiento de 20 toneladas de bombas. En esa oportunidad se produjeron las primeras bajas de la historia de la Fuerza Aérea contra una potencia extranjera.
Roberto Adrián Gerstal, suboficial mayor retirado de la Fuerza Aérea, era 40 años atrás el responsable de descargar todos los aviones que aterrizaban en Puerto San Julián. "Nosotros llegamos y lo único que había era un pequeño aeropuerto. Tuve la suerte y el privilegio de estar y trabajar acá mancomunadamente entre los técnicos, la aeronave y los pilotos" destacó a Página/12 este mendocino de la IX Brigada Aérea.
"Pasamos de todo un poco: tristezas y alegrías, pero lo mas importante fue cómo nos recibió el pueblo de San Julián", aseguró el excombatiente, a tono con lo señalado por el resto de los excombatientes. El pasado 2 de abril Gerstal volvió a Puerto San Julián por primera vez desde la guerra de 1982. Y remarca que fue una experiencia "emocionante hasta las lágrimas". Gerstal elige recordar a los camaradas que murieron en combate, y aunque vivió el espanto de cerca mientras realizaba sus tareas de logística en las aeronaves, con una mano en el corazón asegura: "Lo haría de nuevo por mi patria".