La Semana de los pueblos originarios fue el marco para que el cantante y compositor jujeño Bruno Arias emprenda una nueva travesía a la Puna. Un recorrido que, fiel a su espíritu itinerante, se alargó más de la cuenta.

El itinerario final fue: Salta Capital, Olacapato, San Antonio de los Cobres, Jujuy, Pichanal (nuevamente en la provincia de Salta), para luego llegar a Formosa y el Chaco.

De esta nueva experiencia puneña, Bruno narró sus impresiones en una charla exclusiva con Salta/12:

Son invitaciones que venían postergadas desde hace mucho tiempo, sobre todo por la pandemia. Pasó mucho tiempo y pude aprovechar para volver en este momento que salió una invitación de la gente de San Antonio de los Cobres, la Municipalidad de Tolar Grande y gente de Turismo de Salta. Varios se movieron para conseguir los pasajes, sobre todo para que pueda ir con los músicos. Fue una gran movida la que hicieron. La idea fue tocar en Olacapato y hacer un taller de música para los niños, y después tocar en San Antonio de los Cobres en escuelas rurales, en la escuela especial, de chicos con discapacidad, y en la escuela Domingo Faustino Sarmiento”.

-No es la primera vez que llegás a la Puna ¿Que te hace volver?

-La Puna tiene muchas cosas por conocer, lugares hermosos. Además, lo siento como una patriada llegar hasta esos lugares donde los cantores no llegan. Una vez que uno va, le queda esa sensación de que hay que volver y que te están esperando, que te quieren ver, que quieren compartir con uno. Y se van creando vínculos con la Puna y sobre todo con la gente que vive ahí. No se puede ir una vez y no volver más. La gente recibe cosas nuestras desde lo artístico pero ellos nos brindan la parte humana que tiene mucho sentimiento y que realmente no tiene precio. Ahí está el compromiso en volver a la Puna, en volver con la gente que está ahí y que en algún momento espera que uno regrese.

En la escuela de Olacapato a mas de 4000 metros de altura.

-¿Cómo viste la realidad social en aquellos territorios?

-Lo mismo de siempre. Puntualmente las escuelas necesitan techos en los patios para hacer educación física y otras actividades. Los climas de la Puna son muy distintos a la ciudad. Izar la bandera a las 7 de la mañana con temperaturas bajo cero, necesitás que el patio tenga un techo… o cuando al mediodía el sol tan potente te da en la cara, te quema y lastima, eso hace que a los niños les salgan ronchas en la cara, sangre de la nariz. Para hacer un ejercicio al mediodía o a la tarde necesitan sí o sí un techo, un tinglado para cubrirse del frío, del sol y del viento.

Habría que prestarle atención a la falta en las necesidades de las escuelas, en lo edilicio y en el sistema educativo. A muchas escuelas les faltan materias, faltan profesores. Por ejemplo, la escuela especial hace 6 años que está sin fonoaudióloga, y hace otros cuantos años que está en un establecimiento prestado. Entonces como es una escuela prestada no tiene las rampas que necesita para los chicos con discapacidad, hay varios niños en sillas de ruedas. Es muy importante para que los chicos tengan igualdad de condiciones. Eso me llamó mucho la atención.

-¿Qué le aporta la música a esta dura realidad que describís?

-Primero, que ellos se sienten que uno los tiene en cuenta. La Puna existe y es un lugar de nuestro país, y los que viven ahí son hermanos y están haciendo una patriada realmente, porque la Puna no es para cualquiera. No cualquiera se banca ese clima, esa forma de vida. Y llegarme a sus lugares más lejanos y compartir una taza de café o un mate cocido y cantarles, también es una forma de abrazarlos. La Puna está abandonada, desolada, y las oportunidades son siempre para la gente de la ciudad más que para un quebradeño o un puneño, más si tienen rasgos originarios.

Reconocimiento en la escuela ubicada a mayor altura en el país. 

-¿Qué te devuelve la gente ante esa actitud?

-Primero, alegría, porque ellos han sido un pueblo que siempre fue culturalmente golpeado, un pueblo que ha sido utilizado para los trabajos que las personas de la ciudad no querían hacer, y que siempre han sido explotados por los ingenios. También han sido discriminados como pueblo por mantener su dialecto madre, dialectos que se pasan de generación en generación, lenguajes precolombinos que tenemos en Latinoamérica de diferentes etnias: wichí, qom, mapuzungun, guaraní. Entonces tienen como una mirada donde bajan los ojos por una cuestión de sometimiento y de negación de los pueblos, que siempre han sido utilizados como si tuvieran menos valor que cualquier otra persona. Entonces creo que cuando un cantante se acerca y comparte, siente y vive con ellos las mismas cosas, sus sentimientos y sus alegrías, nos vamos igualando.

Ellos están muy felices cuando un artista se sienta al lado, compartimos un almuerzo, le presto un instrumento, le presto mi poncho, ellos me regalan cosas y yo les canto, se sienten de igual a igual. Y eso es lo que me da satisfacción, yo también sentirme de igual a igual con la gente de la Puna. Porque para mí ellos son preciados, son sagrados, nunca yo voy a tener desde la ciudad la misma cultura y todo lo que ellos maman desde chicos. Entonces que me abran las puertas y me sienten ahí con ellos, me nutre mucho. Y eso a la hora de componer y hacer canciones, te sale por los poros, va brotando. Sin querer hay algo que anda rondando en tu cuerpo que no lo tenías antes...

Con el joven grupo Carnavaleros de Jujuy.

-Imagino que de cada viaje volvés con muchas anécdotas, personajes nuevos que conociste o que volviste a visitar...

-Anécdotas, un montón. Primero, que toqué en la escuela más alta del país, y eso también fue para mí toda una travesía, a más de 4000 metros no es lo mismo que cualquier show. Hay que ponerle el cuerpo y voluntad, porque es difícil también desde nuestra parte llegar a lugares tan lejanos sin descansar, sin dormir y después allá a veces no te adaptás a la Puna y sentís la presión de la falta de oxígeno, dolor de cabeza a la noche… muchos cuerpos no están acostumbrados. Pero a pesar de eso le ponemos toda la voluntad porque los chicos son los que te esperan y eso es lo más importante, si uno se compromete con los niños, no les puede falla.


En Salta, luego de su andar puneño, Bruno Arias se dirigió a la localidad de Pichanal, donde visitó diferentes comunidades. “Estuve con la etnia Ava-Guaraní, con el grupo ‘Los Changos Ava’, que son un grupo de música del lugar. Los subí al escenario, canté con ellos, y de ahí surgió una colecta porque queremos juntar violines para llevar a la comunidad. Porque hay como 30 alumnitos de violín y solo hay 15 violines. Ya conseguimos dos y si la gente quiere donar algo para Pichanal, sería buenísimo”.

Todo aquel que quiera aportar para la cruzada solidaria que propone Bruno, puede comunicarse al instagram del cantante @brunoariasargentina y coordinar las acciones.