En paralelo a la pandemia de Covid-19, Francia enfrenta una epidemia de gripe aviar que hasta el momento no significó un salto zoonótico --transmisión de animales a seres humanos-- pero sí un grave problema sanitario para los animales con duras consecuencias económicas para los productores, algo que las autoridades galas buscaron controlar en el último año con el sacrificio de 16 millones de aves de corral.
Se trata de un número récord de sacrificios para el país. "El pico de la epidemia quedó atrás a finales de marzo y la epizootia se desacelera", explicó el ministerio de Agricultura francés. Desde el primer caso detectado en el norte de Francia a finales de noviembre, el virus se propagó a 1.364 granjas, más de la mitad en el oeste del país, donde las autoridades llevaron a cabo sacrificios masivos, incluso de animales sanos de forma preventiva.
Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia de Covid-19, las noticias sobre sacrificios de animales de cría como método de prevención de nuevos focos de virus se sumaron a la agenda mediática, debido a que el origen zoonótico del coronavirus es de la hipótesis más fuerte de su origen, pero sin cuestionar los modos de producción ni el avance sobre los ecosistemas.
Una de las primeras noticias al respecto fue la decisión de Dinamarca de sacrificar toda la población de visones (unos 15 millones) para contener una mutación del Covid-19 detectada en esos animales. Luego, se repitieron otras en relación a la gripe aviar, como ocurrió en Corea del Sur y en Italia.
Gripe aviar
Las crisis vinculadas a la gripe aviar suelen concentrarse en el suroeste del Francia, sobre todo en las explotaciones de patos destinados a la producción de paté. En 2021, se registraron casi 500 focos y se sacrificaron a 3,5 millones de animales, sobre todo patos.
La gripe aviar, que propagan animales migratorios procedentes de Asia, posee un carácter estacional: comienza normalmente en octubre en Europa y se prolonga hasta el mes de abril. Por primera vez, aves salvajes contaminaron granjas al regresar de los países del sur, lo que ha provocado una segunda oleada que está llegando a su fin.
Estas crisis generan importantes costos para los criadores, a causa del cese de la producción y del cierre de mercados a la exportación, y para el Estado, que abona indemnizaciones por animales sacrificados y pérdidas asociadas.