El Gobierno definió un plan de acción para los próximos años en materia nuclear. En ese sendero sobresale el proyecto de la cuarta central con tecnología china y financiada por capitales de ese país, lo cual supone no solo grandes desafíos en cuanto a la ingeniería financiera sino también varias incógnitas en términos de cómo los chinos van a gestionar la construcción y puesta en marcha de semejante obra en un contexto cultural tan ajeno. Pero además, el programa nuclear incluye la extensión de la vida útil de Atucha I, una obra que se calcula en 450 millones de dólares y tendría financiamiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. También hay obras complementarias para ampliar la capacidad de almacenaje del combustible gastado, uno de los puntos sensibles de la energía nuclear en términos ambientales.
Sobre todos los puntos antes mencionados se explayó ante Página/12 Jorge Sidelnik, vicepresidente de Nucleoeléctrica Argentina (NASA), empresa estatal que está a cargo de la operación de las tres centrales nucleares del país, Atucha I, Atucha II y Embalse, y de la comercialización en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) de la energía producida por esas plantas. Sidelnik participó en la reparación de Atucha I en 1990, el cambio de combustible en la central por uranio levemente enriquecido y del aumento de masa en el núcleo del reactor. Participó del estudio de factibilidad para la terminación de la Central Nuclear Atucha II y fue gerente de proyectos para la extensión de vida de Embalse.
-¿En qué consiste el proyecto de extensión de vida de Atucha I?
-Con 48 años de operación exitosa, Atucha I terminó su vida útil de diseño. En su momento se hicieron estudios y la Autoridad Regulatoria permitió continuar la operación entre 4 y 5 años más para después presentar un plan de mejora en la parte de seguridad y en la operativa. Entonces se constituyó el proyecto de extensión de vida útil de Atucha I, que replica más o menos la extensión de vida útil de Embalse. La intención es tratar de operar unos veinte años más de calendario, quince años más de plena potencia.
-¿Cuál es el monto de la obra y cómo es el calendario de ejecución?
-En 2024 tendríamos que parar Atucha I y hacer un mantenimiento prolongado de dos años. Mejoraríamos la instrumentación, incluso la eficiencia de la turbina, para después tener veinte años más de operación. La estimación presupuestaria es de unos 450 millones de dólares, de los cuales la mitad sería en moneda extranjera, para comprar repuestos, y la otra mitad sería mano de obra y repuestos nacionales. Estamos viendo si el FGS de la Anses puede financiar parcial o totalmente el proyecto. Ya tenemos una experiencia respecto de eso, porque el FGS financió una parte de Atucha II. Ese crédito ya casi está abonado, lo devolvimos correctamente, el FGS ganó intereses en dólares y nosotros estamos generando energía. También existe la posibilidad para bucear dentro de la CAF, que ya proveyó financiamiento para la extensión de la vida útil de Embalse. Como proyecto, la extensión de vida útil de Atucha I cierra desde muchos puntos de vista. Son 360MW a 450 millones de dólares, es un precio que no se consigue de otra manera. Hay que recordar que Atucha I tuvo su repago a los 25 años, o sea que ya hace 23 años que trabaja gratis, solo con costos de operación y mantenimiento. Además de eso, es un proyecto de gran importancia para la zona, porque implica unas 2 mil personas trabajando y además poder mantener todo el ciclo nuclear.
-¿Por qué se necesita más capacidad de almacenaje de combustible gastado?
-Los combustibles de las centrales atómicas siguen desprendiendo calor una vez que se dejan de usar, porque las reacciones nucleares continúan. Ese calor debe ser extraído porque de otro modo el combustible se funde, incluso cuando ya no sirve y está en un almacenamiento. Por eso cuando los combustibles salen del reactor se trasladan a la pileta de almacenamiento, que es húmeda, tiene agua. Después de un cierto tiempo, los combustibles de más edad generan una cantidad de calor lo suficientemente baja como para hacer almacenamiento en seco. Atucha I tiene dos piletas y un almacenamiento en seco. Debe haber una transferencia de combustible de húmedo a seco, lo cual permite hacer lugar en el almacenamiento húmedo para contener el nuevo combustible que generaría la central con renovación de vida útil. Esto está dentro del mismo predio. Seguramente cuando hagamos la extensión de Atucha I, un capítulo del estudio de impacto ambiental será el de almacenamientos. En eso estamos trabajando y vamos a tener que hacer las presentaciones correspondientes ante el Ministerio de Ambiente. Por otro lado, en Atucha II necesitamos un almacenamiento en seco, para lo cual la intención es que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) haga la ingeniería y las empresas nacionales hagan la fabricación de elementos, montaje y la puesta a punto.
-¿La guerra en Ucrania complicó los planes para la cuarta central nuclear?
-La idea sigue siendo poner entre 300 a 400 personas a trabajar entre fin de año y comienzos del año que viene. Ahora el desafío más importante que tenemos es cerrar el capítulo financiero, que originalmente era del 85 por ciento chino y 15 por ciento de Argentina. Como para que el proyecto no tenga zozobras en ese sentido pensamos la posibilidad de que China financie el 100 por ciento. No es una locura, porque en las centrales hídricas del sur se llegó a esa posibilidad y hay un guiño de los chinos en ese sentido. Como el Banco Central Chino a través del acuerdo país-país no puede financiar más del 85 por ciento, vamos a tener que ir con bancos privados. La adhesión del país a la Ruta de la Seda da mayores posibilidades para esto. El crédito se comienza a pagar una vez que la central empieza a vender energía.
-¿Cuáles son los otros puntos a definir antes de cerrar el contrato?
-Todo el aspecto técnico y comercial está cerrado, eso es lo que firmamos el 1 de febrero. Quedan nueve condiciones precedentes que hay que realizar antes de activar el contrato. Entre las condiciones más sensibles está el financiamiento, pero también el estudio de impacto ambiental y acuerdo de transferencia tecnológica para fabricar el combustible en Argentina, lo cual es muy importante para la industria nacional. Hay que recordar que cuando nosotros nos fuimos de la gestión en 2015 teníamos dos nuevas centrales en vista. Habíamos hecho un acuerdo con China para primero hacer un reactor Candu uranio natural y agua pesada de 700MW, donde Argentina cuenta con gran experiencia, y después un Hualong, de uranio enriquecido y agua liviana. El proyecto nacional fue desestimado en el gobierno de Mauricio Macri. Quedó el Hualong, y lo tuvimos que priorizar como primer reactor. Otro punto importante es el estudio de impacto ambiental, que se requiere que esté aprobado para concretar los desembolsos. Tendremos que hacer la audiencia pública correspondiente. Nosotros tenemos un sistema de gestión ambiental y de medición en el sitio desde hace más de cincuenta años. Nunca hemos tenido ningún evento importante, eso nos da confiabilidad.
-China exportó este tipo de centrales nucleares solamente a Pakistán. ¿Cómo responde a las críticas y/o preocupación sobre este punto?
-Cada vez hay menos empresas que hacen reactores nucleares. Están los rusos, ahora los franceses podrían apuntar a hacerlo de nuevo. Pero China es el país que más centrales construye hoy en día. Hacerlo adentro del país o afuera desde el punto de vista de la central, en términos de equipamiento, seguridad y calidad, es lo mismo. La central tiene que ser confiable. El tema es lo comercial y la adaptabilidad de la cultura. Pakistán no deja de ser una zona de influencia de China. En cambio, para ellos construir una central en Argentina tendrá dificultades e iremos aprendiendo. De la máquina no tengo ninguna duda, tendrá que cumplir con todas las condiciones que impone la autoridad regulatoria, iremos a verificar la construcción, la calidad, como en cualquier contrato. Por ahí el tema va a ser el choque cultural respecto del método de construcción de China. Ahí estaremos nosotros para tratar de hacer el puente.
-¿Cuál será la participación del personal argentino?
-Nosotros pondremos gente pero por supuesto que en una inversión tipo llave en mano, los responsables son los chinos. Para la puesta en marcha, queremos participar activamente, por ahí negociamos hacer la puesta en marcha nosotros. En cuanto a la operación, tanto en Atucha I como en Embalse, nosotros pusimos un plantel de entre 500 y 700 personas. Por ahí un jefe de turno porque ejemplo, hasta que terminen las garantías, deba ser de la gente de China.
-Ann Ganzer, subsecretaria de Política de No Proliferación del Departamento de Estado, visitó el país hace varias semanas y dejó en claro el rechazo de Estados Unidos al acercamiento de Argentina con China en la energía nuclear.
-A Estados Unidos no le agrada que China venda tecnología a países de Sudamérica. Todos sabemos que para Estados Unidos el enemigo estratégico comercial es China y no quiere que se expanda. Desde el punto de vista de la confiabilidad, haremos todos los controles correspondientes. China nos da una oportunidad de alto financiamiento. Nosotros le preguntamos a esta funcionaria qué posibilidades había que Estados Unidos financie un proyecto como el Candu y no contestó.
-¿En qué está el proyecto nacional, relegado por la central Hualong?
-Todo el ciclo del sector nuclear argentino está focalizado en el reactor de agua pesada y uranio natural, tenemos mucha experiencia en eso. En un proyecto así creemos que podemos localizar hasta un 70 por ciento de una obra. Tenemos experiencia con la operación y con la extensión de vida que hemos realizado en Embalse. Dadas las obvias restricciones financieras, lo que decidimos es primero hacer la ingeniería de especificación técnica de compra. Después de eso, comenzar a adquirir equipamiento y desarrollar proveedores. Y una vez que las condiciones del país mejoren, empezar el montaje. Así no perderíamos el know-how que hemos adquirido con Embalse. Todavía no tenemos un lugar físico para la quinta central. Pensemos que esto va a llevar 10 a 15 años y parte del tema es encontrar una localización. El predio de Atucha es una posibilidad, pero nos gustaría desarrollar otro sitio. La provincia más amigable es Buenos Aires, provincia nuclear por excelencia.