Laura tiene 33 años y un hijo de 6. Fue violentada por su ex marido, el policía Felipe Manuel Varela, durante casi toda la relación hasta que se animó a denunciarlo en 2020. Sin embargo, la causa fue demorada por la Justicia y luego apelada por el agresor. Este año, y como consecuencia de la falta de protección ante los ininterrumpidos hostigamientos  y el miedo que siente por su vida y la de su hijo, ella se fue a vivir a otra provincia. Varela, nunca fue indagado y sigue trabajando para la Policía de Catamarca.

La mujer relató su historia de violencias y pidió a la Cámara de Apelaciones de la provincia que no deje prescribir la causa.

Laura cuenta que animarse a denunciarlo fue una decisión muy difícil. Varela, cuando la golpeaba o la pateaba en el suelo se burlaba: “¿A quién vas a llamar, al 911?”, le decía con la impunidad de saber que prestaba servicio en esa área y que sus compañeros a ella no la escucharían “porque estás loca”, le repetía.

Fueron años ininterrumpidos de violencia. Primero la desestabilizó, la hizo dudar de su propia percepción, y convenció sus suegros de que él era un “buen partido” el “hombre” que la “cuidaría” porque ella era “mala y loca”. Laura provenía de una familia conservadora. “Me aisló de todos, yo no tenía a quién contarle porque mis padres no me iban a creer lo que él me hacía”, contó.

Cuando Laura se recibió de oficial aeroportuaria y comenzó a trabajar en el Aeropuerto de Catamarca en 2014, comenzó a cobrar más que él. Ella ahorró y se compró un auto y lograron construirse una vivienda. Sin embargo, la violencia se intensificó: “El empezó con que me acostaba con mis compañeros de guardia, fue muy fuerte todo hasta que en enero de 2015, surgió la posibilidad de adoptar a mi hijo. Hablé con Varela y él se mostró emocionado y hasta que pudimos estar con él bebé en mayo de ese año, la violencia frenó”, contó Laura.

“Pero, cuando comenzamos a criarlo las agresiones y los golpes volvieron y  comenzaron a ser cada vez más fuertes al punto de peligrar la vida. Empecé a tener faltas en el trabajo porque él me dejaba encerrada. Se iba con mi auto. No tenía como moverme. Era un barrio aislado y no tenía vecinos cerca”, cuenta Laura y aclara que si bien tenía un celular, llamar al 911 no era opción y a sus padres tampoco, “a mi familia no le conté porque tenía miedo que no me crean por lo que él les decía de mí”.

“Estaba muy sola. Le empecé a contar a mis amigas cuando la violencia fue más extrema. Me veían marcada y tenía miedo por mi hijo. Él empezó a romperme el auto, la cuna, el tv, los muebles. Me golpeaba la cabeza contra la guantera del auto. No había freno. Llegue a hacerme la desmayada o la muerta para que me deje de pegar”, admitió.

Ella ya había comenzado a pedirle el divorcio, pero el policía no quería irse. Estaban en pleno proceso de adopción y su hijo era la otra arma que él usaba para manipularla. “Si me voy o nos separamos te lo van a quitar”, amenazaba cada vez.

Laura hace un alto y reflexiona, “le tenía mucho miedo. Sabía por un lado que no me lo podían quitar, pero él se encargaba de hacerme sentir insegura siempre. Incluso cuando en 2018 nos dieron la adopción plena yo seguía temiendo y no lo denunciaba por eso”, dice.

“Una noche logré pedirle ayuda a mis viejos. Él me estaba pateando en suelo cuando llegaron e intervinieron y le pidieron que se fuera”, recuerda. Sin embargo, la violencia no cesó. Iba cada vez, “uniformado y con el arma reglamentaria” a la casa y los asediaba. Él tenía llave. Ella debió cambiar cerraduras y poner rejas.

Estando separados, la nueva forma que Varela encontró de manipularla fue el régimen de visitas a su hijo. Laura cuenta que se lo llevaba y bloqueaba las redes de contacto para que ella no supiera dónde estaba ni pudiera preguntar. “No sabía que hacía con mi hijo. Empezaron a haber comentarios sexuales. Empujones, golpes, cachetadas y piñas cuando me lo dejaba y siempre me decía que si lo denunciaba la policía no ayudaría y que me  iban a quitar a mi hijo”.

Laura comenzó con crisis de llanto y ataques de pánico. Tenía mucho miedo y no sabía cómo pedir ayuda. Fue en junio de 2020 cuando hijo llegó angustiado contando que su padre lo había obligado a ver cómo mataba a un animal y que no le daba comida cuando estaban juntos y que le pegaba. Ella le reclamó y él la amenazó de muerte.

“El límite fue mi hijo. Pedí ayuda a la Asamblea Ni Una Menos Catamarca. Las chicas se contactaron conmigo y así fue como hice mi primera denuncia. Ahí conté que me amenazaba con ir a casa y prenderla fuego, y muchas cosas anteriores”, dice.

“Seguí teniendo miedo. Él era uno de los jefes de guardia del Comando Policial (911). No le retuvieron el arma reglamentaria hasta que la Asamblea le hizo una nota al entonces Ministro de Seguridad Hernán Martel. Recuerdo que el día que fui a notificarme a la Unidad Judicial de Violencia de Género, él llegó también y estaba uniformado y armado. Yo estaba ahí muerta de miedo”.

A Varela no le importaron las denuncias ni la perimetral impuesta. “Llamaba a mi mamá y a mí todo el tiempo. Hice las denuncias pero él siguió y sigue. Se paseaba por la puerta de mi casa y pasaba a 20 metros mío. Es por eso que pensé y dije que si no me iba me mataba y me vine a vivir a Córdoba".

“Yo no sé cómo hice para sobrevivir. Pero sé que si la causa prescribe él se me viene encima”, concluye.

Apelaciones

El nuevo abogado de Laura, Sebastián Ibañez, explica que Varela sigue cumpliendo funciones para la policía de la provincia en la Comisaría de Banda de Varela.

En noviembre del 2021, el defensor del acusado presentó un escrito solicitando el archivo de la causa por falta de acción. La medida, fue resuelta a favor de Laura por la Jueza de Garantías y apelada nuevamente por el defensor.

Desde entonces, espera audiencia en la Cámara de Apelaciones y Exhortos de la provincia. “Estamos hablando que más allá de la grave historia de violencias, las imputaciones son por amenazas y desobediencia judicial, entonces son causas que pueden prescribir pronto. Creemos que eso está buscando Varela con su apelación. Busca dilatar y de esta forma eludir a la justicia y es por eso que voy a pedir celeridad en la causa”, dijo.