Con un programa atractivo comienza este miércoles a las 20 en el Teatro Colón el ciclo dedicado a las músicas actuales. Sequenza VIII, para violín solo, de Luciano Berio, interpretada por Francesco D’Orazio; el estreno latinoamericano de Kuleshov, para piano y orquesta, de Oscar Strasnoy, con Marcelo Balat como solista, y la primera audición en Sudamérica del Concierto para violín y orquesta de Gyorgy Ligeti, con el mismo D’Orazio, articularán, con el ensamble instrumental dirigido por Pablo Druker, la primera fecha de “Colón Contemporáneo”. A lo largo de la temporada, la serie presentará además un concierto dedicado a la Sonata Concord, de Charles Ives (con el pianista Joonas Ahonen, el 15 de julio) y el Ballet Mécanique, de George Antheil (el 11 de octubre). Antes del concierto, el mismo miércoles a las 17 en el Salón dorado del Colón, Strasnoy conversará con Martín Bauer, curador del ciclo, sobre la memoria, lo memorable y la música.
Más de cuarenta años separan la Sequenza VIII de Berio, compuesta en 1976, de Kuleshov de Strasnoy, de 2017. En el tránsito del siglo XX al XXI la idea de “contemporáneo” aplicada a la música cambió precisión por amplitud y, acaso en sintonía con el mundo, reflexión por exposición. Si en la obra del compositor italiano se presenta una búsqueda eminentemente instrumental en íntimo diálogo con la historia, la pieza del argentino traslada, con particular sensibilidad tímbrica y dramática, los principios que el ruso Lev Kuleshov aplicaba al cine: lo que una imagen sugiere a los espectadores radica más en la secuencia de montaje que en sí misma. En el medio de estas obras, representativas de su tiempo, el programa propone el impresionante Concierto para violín y orquesta de Gyorgy Ligeti, una obra absoluta, seguramente una de las más importantes del siglo XX.
“Creo que en la música de hoy, respecto a aquellas vanguardias de la segunda mitad del siglo XX, se escribe con mayor libertad. Hay una multiplicidad de lenguajes que hacen de la nuestra una época muy interesante, reflejo de este mundo en el que todo convive con el contrario de todo”, comenta D’Orazio en conversación con Página/12. “De todas maneras no hay dudas de que este Concierto para violín es una de las obras más importantes de la literatura para este instrumento, por lo menos desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy. Tanto como lo es la Sequenza VIII”, continua el violinista italiano. “El ‘Concierto’ de Ligeti es un trabajo extraordinario, que revela su gran belleza y el virtuosismo del solista en la primera audición, pero que para penetrar en la gran sapiencia contrapuntística del compositor demanda mucho más al oyente. Ligeti es el Bach de nuestros días, capaz de trabajar materiales diversos y distintos tiempos, coordinados como en un gran mecanismo de relojería”, agrega.
D’Orazio, destacado en el mundo por la amplitud de su repertorio y la precisa profundidad de sus interpretaciones, cuenta que estuvo antes en Buenos Aires en dos oportunidades. De aquellas visitas promovidas por el Instituto Italiano de Cultura dice recordar “una ciudad con una electricidad creativa muy fuerte”. Además de la presentación el miércoles en el Colón, el violinista ofrecerá un recital solista en el auditorio del Instituto Italiano de Cultura (el jueves a las 18.30 en Marcelo T. de Alvear 1119). “El violín italiano entre los siglos XX y XXI” se llama el programa que incluirá obras de Salvatore Sciarrino, Ivan Fedele y Luca Antignani, además, claro, de la Sequenza VIII de Berio, esta vez combinada con la “Ciaccona” de la Partita nº2 para violín solo, de Johann Sebastian Bach.
“La Sequenza VIII para mí es la obra más extraordinaria que se ha escrito para violín, junto a la ‘Ciaccona’ de Bach, que le sirvió como modelo a Berio”, explica D’Orazio. “Tengo una relación íntima con esta obra, que trabajé con el mismo Berio en numerosas oportunidades, que posibilitó además que estableciéramos una relación hermosa y que me llevó a tocar también Corale --la versión de Sequenza VIII con orquesta de cuerdas y dos cornos--, dirigido por él mismo”, continua el violinista y concluye: “En la potencia expresiva y la cohesión formal de la Sequenza resuena la historia del violín. Por eso me gusta mucho proponerla junto a la “Ciaccona”, porque en el contraste se revela la actualidad de Bach y de algún modo la ‘antigüedad’ de Berio. Es decir, la modernidad en la escritura de Bach y la manera en que esta obra de Berio está arraigada en la historia de la música para violín”.