Francisco quiere ir a Moscú para hablar directamente con Vladimir Putin sobre el fin de la guerra. Y descarta, al menos por el momento, trasladarse a Kiev, lugar al que ha sido invitado por el mandatario ucraniano Volodymir Zelensky. Jorge Bergoglio hizo estas afirmaciones en el transcurso de una entrevista concedida a Luciano Fontana y Fiorenza Sarzanini, editor y subdirectora respectivamente del diario italiano Corriere della Sera, y que fue publicada en la edición del 3 de mayo.
“El primer día de la guerra llamé por teléfono al presidente ucraniano Zelensky” le dijo Francisco al diario italiano. “A Putin, en cambio, no lo llamé”, agregó para explicar luego su estrategia. “Quería hacer un gesto claro para que todo el mundo lo viera y por ello acudí a la embajada para hablar con el embajador ruso”. Efectivamente, el 25 de febrero, un día después de iniciada la guerra y dejando de lado los protocolos, Jorge Bergoglio se apersonó en la delegación diplomática rusa en Roma en demanda de explicaciones, según él mismo lo reveló. “Le dije: por favor, paren”, subrayó.
En el transcurso de la entrevista el Papa confió que “después de veinte días de guerra” le solicitó al cardenal Pietro Parolín, quien ocupa el cargo de Secretario de Estado del Vaticano y es el virtual número dos de la Santa Sede, que “le enviara a Putin un mensaje para decirle que estaba dispuesto a ir a Moscú”. Con escepticismo, según consignan los periodistas que lo entrevistaron, Francisco confiesa que “todavía no hemos recibido respuesta y seguimos insistiendo, aunque me temo que Putin no puede y no quiere tener esta reunión en este momento”.
El Papa sigue mostrando su preocupación por “tanta brutalidad” y se pregunta “¡cómo no detenerla!”. Sin usar calificativos para describir lo que está pasando en Ucrania, Francisco lo comparó con lo ocurrido en Ruanda en 1994 a raíz de la violencia de los hutus contra los tutsis, con un saldo de muertos estimado en ochocientas mil víctimas.
Razonando sobre los motivos de la invasión rusa, el Papa asintió que quizás hayan sido los “ladridos de la OTAN en la puerta de Rusia” lo que provocó la reacción de Putin. Y buscó no expresarse de manera rotunda respecto del abastecimiento de armas a los ucranianos por parte de Estados Unidos y varios países europeos. En varios de sus documentos Francisco ha sido sumamente crítico con el armamentismo. “No puedo responder a la pregunta de si es correcto abastecer a los ucranianos; estoy demasiado lejos”, le dijo a los periodistas italianos. “Lo claro –siguió reflexionando- es que en esta tierra se están probando armas. Los rusos saben ahora que los tanques sirven poco y están pensando en otras cosas. Las guerras se libran para esto: para probar las armas que hemos producido”, subrayó. Y resumió su denuncia señalando que “el comercio de armas es un escándalo y pocos se oponen”.
Según el Papa “para la paz no hay voluntad suficiente, la guerra es terrible y hay que gritar esta situación”. En varias ocasiones, en documentos oficiales pero también en entrevistas, Francisco ha sostenido su tesis de que la guerra mundial se libra actualmente a través de muchas guerras localizadas a lo largo y a lo ancho del mundo. Pero no se jacta de su predicción. “No fue un mérito haber advertido sobre esta situación. Es solo observación de la realidad: Siria, Yemen, Irak, una guerra tras otra en África” dice, y denuncia la existencia de “intereses internacionales” detrás de cada uno de estos conflictos. “En Ucrania –dijo- fueron los demás quienes crearon el conflicto. Lo único que se le echa en cara a los ucranianos es que reaccionaron en el Donbass, pero eso ocurrió hace diez años”.
En casi todas sus apariciones públicas desde comenzó la guerra en Ucrania el Papa ha manifestado su dolor y preocupación, y siempre pidió oraciones por las víctimas y ruegos en favor de la paz. Pero al mismo tiempo dio instrucciones a sus colaboradores para que hagan todas las gestiones diplomáticas que estén a su alcance. El cardenal Parolin es quien ha comandado esas gestiones. “Verdaderamente es un gran diplomático” dice Bergoglio sobre el Secretario de Estado. “Sabe moverse en ese mundo, confío mucho en él y me apoyo en él”, agrega en su entrevista al diario italiano. Pero simultáneamente a las acciones diplomáticas de Parolin el Papa envió en cuatro oportunidades a Kiev al cardenal Michael Czerny, Prefecto (ministro) del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral y al cardenal Konrad Krajewski (Limosnero del Papa), quien llevó ayuda humanitaria y al regreso de Ucrania le transmitió “el gran sufrimiento” que atraviesa ese país.
Por su parte Francisco se comunicó directamente con el patriarca Kirill, líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, un hombre firmemente alineado con el gobierno de Moscú y muy cercano a Vladimir Putin. “Hablé con Kirill durante cuarenta minutos por zoom –le dijo el Papa a Corriere della Sera-. Los primeros veinte, papel en mano, me leyó todas las justificaciones de la guerra. Lo escuché y le dije: ‘Hermano, no somos clérigos del Estado, no podemos usar el lenguaje de la política, sino de Jesús, somos pastores del mismo pueblo santo de Dios, por eso debemos buscar caminos de paz, para poner fin a los disparos de las armas’. El Patriarca no puede transformarse en monaguillo de Putin”, sentenció.
Kirill y Francisco se reunieron por primera vez el 12 de febrero de 2016 en Cuba en lo que fue señalado como un encuentro histórico en busca del acercamiento entre las dos tradiciones religiosas. Una segunda reunión entre ambos estaba prevista en Jerusalem para el 14 de junio próximo, pero fue suspendida. Según confió Francisco ambos líderes religiosos entienden que, en las actuales circunstancias, “podría ser una señal ambigua”.
Desde su llegada al pontificado Jorge Bergoglio ha sostenido que a las grandes tradiciones religiosas históricas les corresponde la responsabilidad de trabajar para la paz en el mundo. Y con ese propósito ha promovido encuentros y acercamientos con judíos, musulmanes y cristianos. En eso radican también sus expectativas respecto de lo que el patriarca Kirill pueda aportar en favor de la paz, algo que por el momento parece totalmente descartado.
“Soy pesimista, pero debemos hacer todo lo posible para detener la guerra”, sintetizó Francisco al Corriere della Sera.