El Foro resultó ser antesala de la programada visita de Estado del presidente Macri para el Tercer Diálogo China-Argentina para la Cooperación y Coordinación Económica. El tema prioritario fue la búsqueda de financiamiento para obras públicas, luego mejorar el balance comercial —desfavorable para Argentina— y finalmente las esquivas inversiones productivas.

El saldo de este diálogo fue la confirmación de un amplio plan de obras públicas —cuyas líneas generales ya fueron trazadas en el gobierno de CFK en 2013— financiado por la potencia asiática. En un primer tramo contará con el aporte de 17.000 millones de dólares asignados a la construcción de centrales nucleares (no hay estudios de impacto ambiental ni de costo final de la energía); a la rehabilitación de redes ferroviarias (prioritariamente líneas San Martín y Belgrano cargas); a instalar una estación fotovoltaica (energía solar). Todas estas obras contarían con participación de empresas locales en distintos porcentuales a cambio de adjudicaciones directas. El resto hasta llegar a 32.000 millones son promesas que a la luz de anuncios anteriores no concretados se verá si efectivamente se cumplen.

El hecho de que China resulte prácticamente el único prestamista de largo plazo de Argentina implica una doble dependencia. A la tradicional subordinación con las grandes potencias occidentales y los organismos multilaterales de crédito se agrega ahora la de China y sus instituciones financieras. Con ellas tendrán que luchar quienes en el futuro intenten construir una nación independiente y soberana