Parada frente al público y con la instalación sobre Otilia Vainstok detrás, Magdalena Jitrik empieza a hablar. A su lado, sentados, están su padre y su madre, Noé Jitrik y Tununa Mercado, quienes fueron amigos y “familia” de la socióloga y feminista que a los 12 años sufrió una poliomielitis que le causó una parálisis por lo que vivió el resto de su vida en una silla de ruedas.

“Eva Grinstein me invitó a participar y me dijo que la muestra tenía un carácter documental. ¿Cómo sucede que llego a tener todo el archivo de Otilia?”, se pregunta Magdalena y se responde: “era amiga de mi familia. Me enteré que la biblioteca y otros archivos no tenían destino, que no tenían herederos o herederas. La mezclé con cuadros míos como un dato de simultaneidad porque los pinté con la presencia de todo este acervo” cuenta a Las12.

Otilia fue una de las primeras mujeres en recibirse en la Carrera de Sociología de la UBA. Durante la última dictadura militar tuvo que exiliarse en México y allí también compartió su vida con Jitrik y Mercado. Defendió desde siempre el desarrollo científico del país. En 2001, Adriana Puiggrós, que dirigía la Secretaría de Ciencia, la invitó a coordinar un equipo dentro de la institución y así conformó el Comité Nacional de Ética en la Ciencia y la Tecnología (Cecte). Otilia fue quien escribió los prólogos a libros de Simone de Beauvoir y de Angela Davis, editados por el Centro de Editor de América Latina, que hoy se exhiben en la Casa del Bicentenario.

“En los últimos meses volví a reclasificar según mi criterio: feminismo, marxismo, sociología, literatura. Con esta exposición podemos rescatar a Otilia”, dice Magdalena. La artista también contó que encontraron una fotocopia de una carta de Allende a Perón, que era de Alicia Eguren (amiga de Otilia, de Jitrik y de Mercado). “Hay documentos sobre violaciones a los derechos humanos anteriores al 76, documentos sobre los antecedentes de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos”, rescata Magdalena.

En la muestra pueden verse los libros de la biblioteca personal de Otilia, documentos suyos, cartas, objetos de decoración que traía de sus viajes por el mundo porque, según la recordó una amiga en la presentación, ella siempre viajaba y encontraba alguien en la calle y en los aeropuertos que la ayudaba a moverse. “Era una presencia muy fuerte y desde el punto de vista de ella, nosotros éramos sustitutos de su familia parental. Todo lo que emprendía, nos incluía, como fue con la asociación de profesores universitarios, por ejemplo, o en el Comité de Ética”, dijo Noé Jitrik en la apertura.

“Esta muestra pone de relieve a alguien que no desapareció por la figura que encarna: lo que significa Otilia, sigue presente. Ella fue muy significativa en la construcción de una cultura que podríamos llamar de izquierda, a través de una reflexión permanente, del interés, de la presencia, de su manera de residir. La Argentina no es un país homogéneo en materia de cultura de izquierda, ya lo sabemos, pero ciertas actuaciones suscitan un resplandor. Ahí está el libro de Simone de Beauvoir El segundo sexo que fue una explosión y la presencia de Otilia también fue un resplandor en ese sentido”, dice Noé mientras señala la exposición.

En palabras de Magdalena: “fue darle un sentido al esfuerzo que implicó rescatar todo el material de Otilia, revisamos papeles de toda una vida. Significó un alivio porque sino esta tarea no hubiera tenido ningún sentido y más alegría me da que sea de interés universal. Toda su vida y todo lo que hizo condensa mucho de la historia argentina por eso me parece que es significativo. En el caso de Otilia, cuerpo y mente son hijas de su tiempo. Otilia podría ser una especie de Ángela Davis, una contemporánea de Davis que vivió su tiempo con la misma intensidad”. 

"Las olas del deseo" puede visitarse de miércoles a domingos, de 15 a 20, con entrada libre y gratuita en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985).