Las toxicomanías, el alcoholismo, las adixiones, ¿forman parte de esos “nuevos síntomas”? ¿Hay nuevos estilos de vivir la pulsión?
La subjetividad actual se define por el consumo, el acento está puesto en los objetos de goce; a diferencia de otros tiempos donde la felicidad era una cuestión objetiva que se encontraba en Dios o en el Bien supremo. Con la caída de estos supremos, la felicidad se habría vuelto un problema subjetivo, es decir el modo en que cada cual goza de sus objetos y ya no el modo en que cada cual participa del goce de Dios.
En el texto El porvenir del Mycroplasma laboratorioum, Jacques-Alain Miller habla de “programa de goce”, lo que va de lleno al cuerpo. Pero ¿de qué cuerpo hablamos? Más allá del cuerpo de la imagen, o del cuerpo simbolizado, nos detendremos en el cuerpo vivo, es decir, el cuerpo afectado por el goce. Como dice Lacan, para gozar se necesita un cuerpo. “Solo hay goce con la condición de que la vida se presente en un cuerpo vivo”.
Retomando la cuestión del cuerpo, en el Curso La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Miller opone dos operaciones: la significantización y la corporización.
En la primera, el significante se materializa en el cuerpo, tal como lo testimonia el síntoma en la histeria, por ejemplo. O también algo se anula en el cuerpo y se eleva a la categoría de significante.
La corporización, en cambio, es el reverso de esta elevación, es más bien el significante que entra en el cuerpo, el significante tiene así efectos no de significado sino de goce, es productor de goce. La corporización del significante se evidencia en el cuerpo tomado como superficie sobre la cual se escribe, se decora o se pinta, se mutila, o bien se infiltran diversas sustancias ofrecidas por el mercado.
“La corporización contemporánea en la que el Otro no existe, donde el cuerpo tiende a ser abandonado por las normas y es retomado, pasa a ser el asiento de invenciones que intentan responder a la pregunta sobre qué hacer con su cuerpo. Asistimos, pues, y a veces sorprende, a esas invenciones de corporización que son los piercing, el body art, pero también lo que inflige al cuerpo la dictadura de la higiene, o incluso la actividad deportiva, a veces ayudada por la ingestión de sustancias químicas (…)”.
Poder indagar al servicio de qué está el consumo es la vía que abre el punto de responsabilidad de cada quien, y esto nos posibilita ir más allá de cualquier categoría diagnóstica preestablecida, porque pone sobre la mesa la dignidad del síntoma.
*Psicoanalista. Integrante de TyA Argentina.