Great Freedom 7 puntos
Große freiheite, Alemania/Austria, 2021
Dirección: Sebastian Meise
Guión: Thomas Reider y Sebastian Meise.
Duración: 116 minutos.
Intérpretes: Franz Rogowski, Georg Friedrich, Anton von Lucke, Thomas Prenn, Thomas Stecher.
Estreno: en la plataforma Mubi.
“Entre el 7 y el 8% de los hombres alemanes son homosexuales. Si la cosa sigue así, nuestra nación se desmoronará por culpa de esa plaga. Quienes practican la homosexualidad privan a Alemania de los hijos que le deben”. La declaración pertenece a Heinrich Himmler, líder de las SS, luego de que otro de los hombres fuertes del régimen, Hans Roehm, fuera ejecutado por orden de Adolf Hitler, acusado de traición y homosexualidad. Eso fue en 1934, un año después de que Hitler asumiera como Canciller, y marcó el comienzo de la persecución abierta de los homosexuales. Aunque sus acciones no se desarrollan durante el nazismo, Great Freedom, película dirigida por el austríaco Sebastian Meise, tiene como eje de su relato la forma en que aquella persecución se extendió en Alemania durante 25 años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Su primera escena transcurre en Berlín durante 1968, el año de las revoluciones. Hans, el protagonista, es condenado a dos años de prisión tras ser encontrado culpable del delito de sodomía. Encarcelado por homosexual, una práctica legal por entonces habitual en Alemania gracias a la aplicación de la ley conocida como Párrafo 175. La misma indicaba: “un acto sexual innatural cometido entre personas del sexo masculino o de humanos con animales es castigable con reclusión; también puede ser impuesta la pérdida de los derechos civiles”. Aunque el Párrafo 175 fue incorporado en el código penal alemán en 1871, el mismo fue modificado durante el nazismo para que bastara un rumor o la simple sospecha del “delito” para que la justicia pudiera actuar en contra de sus “perpetradores”.
A pesar de la atroz perspectiva de ir a prisión, Hans (interpretado de forma visceral por Franz Rogowski) no parece preocupado. De hecho una vez ahí se reencuentra con Viktor, otro preso, heterosexual, a quien conoce de antes. En el encierro también reconoce a un joven encarcelado por el mismo delito, a quien defiende del acoso de otros reclusos, acción que le depara unos días en la unidad de aislamiento. Será ese espacio de total silencio y oscuridad el dispositivo que la película usará para dar saltos en el tiempo y crear tres ejes temporales, cuyo relato se irá alternando.
Así, la película regresa primero hasta 1945, justo al final de la guerra, cuando Hans entra por primera vez a prisión, donde conoce a Viktor. A pesar del rechazo inicial que este siente por Hans, de a poco se irá apiadando de él, debido al desprecio general al que este es sometido en la penitenciaría. Esa empatía terminará de consolidarse cuando se entere de que Hans estuvo preso en un campo de concentración, donde purgaba una condena de 18 meses por el Párrafo 175. Solo que en lugar de ser liberado, como el resto de los prisioneros de guerra, simplemente fue trasladado a una prisión regular para cumplir con los cuatro meses que le quedan de pena. Otro hecho habitual tras la guerra y una de las grandes deudas del estado alemán. Alcanza con ver Párrafo 175 (2000), gran documental de Rob Epstein y Jeffrey Friedman, para conocer no solo las atrocidades que sufrieron los varones homosexuales durante el nazismo, sino el estigma que se mantuvo sobre ellos hasta la derogación de la ley en 1969 (y más).
Narrada a través de un montaje paralelo que va de 1945 a 1957 y de ahí hasta 1968, Great Freedom le va dando forma primero al relato de una amistad, surgida al calor de una empatía mutua. Un sentimiento que de a poco irá dando lugar a otros, más profundos, que los protagonistas tardarán no solo en reconocer, sino en aceptar. Filmada con esa luz gris que suele caracterizar a los inviernos alemanes, Great Freedom no duda a la hora de darle forma a una historia llena de aristas duras y conmovedoras, sin que eso se convierta nunca en un calvario para el espectador. Pero tampoco lo sobreprotege con eufemismos o falsos pudores. El resultado es una película tan contundente como conmovedora, que a pesar de su oscuridad consigue iluminar la historia de esas víctimas largamente olvidadas.