Las editoriales universitarias constituyen un segmento particular del universo de la edición: gestadas como plataformas de divulgación del mundo académico, no son ajenas a la impronta comercial que marca a toda empresa cultural. Atizadas por esta y otras tensiones, las Jornadas de Edición Universitaria (JEU) proponen una respuesta para afrontar los desafíos que deben sortear este tipo de proyectos: la profesionalización constante.
Las actividades, agrupadas bajo el lema “El libro (no) está listo”, se propusieron compartir experiencias, recorridos y trayectorias posibles para salvar la distancia que divide a una prestadora de servicios de impresión de una editorial capaz de moldear tanto lectores como autores.
Con ese objetivo, como parte de la 46ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, del 26 al 28 de abril, se desarrolló la decimosegunda edición de este evento, que incluyó disertaciones, talleres y mesas diálogo.
Empresas culturales
Uno de los ejes centrales en torno al que giraron las conversaciones fue la idea de reforzar la impronta comercial de las editoriales universitarias. Dentro del rubro –uno de los más afectados por la revolución digital–, todavía persisten los síntomas de incertidumbre a causa de las profundas transformaciones a las que se vieo sometido. La salida a esa angustia, según el experimentado editor Fernando Esteves, es sostener “una lógica comercial y empresarial muy clara, que debe ser debidamente comunicada”.
Esteves, director general de Santillana Perú y autor de varios libros dedicados a la problemática, compartió la mesa con Luis Quevedo, máximo representante de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), en la charla “La editorial universitaria como empresa cultural”.
Los intercambios de la conversación estuvieron hilados por la idea de introducir herramientas y perspectivas para minimizar los riesgos comerciales. Utilización de algoritmos, sondeos de mercado y procesamiento de Big Data fueron algunos de los recursos propuestos como indispensables para sobrevivir a los cambios que afectan al sector.
La pandemia fue, por supuesto, objeto de análisis en cuanto su función de catalizadora de procesos ya emergentes en el campo de la edición.
En diálogo con el Suplemento Universidad, Quevedo explicó que debido a la pandemia “el sector sufrió mucho en términos de ventas, presencia y divulgación”, aunque “crecieron las compras a través de la web y la venta de libros digitales”. Además, señaló que las editoriales debieron “agudizar mucho el ingenio para seguir atendiendo a las necesidades de la universidad, con recursos muy limitados”.
Las negociaciones entre el campo académico y las dinámicas de mercado fueron también la materia prima de las exposiciones de Marcelo Bernal, Andrea Di Pace y Gustavo Martínez de las editoriales pertenecientes a las universidades nacionales de Córdoba (UNC), Mar del Plata (UNMDP) y Entre Ríos (UNER), respectivamente, quienes expusieron en la mesa redonda “La editorial en la universidad”.
Las experiencias de los tres sellos pusieron de relieve modalidades distintas de gestión, en función de la comunidad en la que se enclavan y de las magnitudes de las instituciones de las que dependen –es útil pensar, para comprender esta diversidad, en que la UNC tiene más de cuatro siglos de existencia, mientras que la UNER nació en 1973– y coincidieron en la búsqueda de una intimidad con el lector.
“El trabajo editorial es más que publicar. Hay que entablar una conexión con quien nos lee”, subrayó Martínez.
¿Cuándo se termina un libro?
Si durante décadas, el servicio ofrecido por las editoriales de las casas de estudio se limitaba a recibir e imprimir trabajos, textos y tesis de docentes e investigadores universitarios, durante la última década el componente de la seducción lectora comenzó a ganar cada vez más terreno en el criterio de selección y en el tratamiento que las casas editoras otorgan a las publicaciones.
En esa línea, los sellos cumplen hoy un rol de acompañamiento y formación para con los investigadores y profesores en su camino a convertirse en autores. La culminación de la obra, según esta perspectiva editorial, no finaliza con el punto final de su realizador y su posterior publicación, sino que entre la entrega del original y su puesta en circulación se ha instalado la posibilidad de un trabajo colaborativo que habilite lecturas más cómodas, enriquecedoras y, sobre todo, amplias, que trasciendan los márgenes académicos que circunscribían, hasta hace no mucho, a los posibles destinatarios de las publicaciones.
Para cautivar al lector, las editoriales universitarias han tenido que romper con la premisa de que el texto crudo de un investigador es intocable. Hoy, el proceso de editing es fundamental para construir el puente que ligará la obra a quienes la leerán.
“Todavía estamos trabajando en difundir cómo es esa tarea. Había una concepción de que no se podía tocar el original de un profesor, ni un punto ni una coma”, detalló Marcela Castro, integrante de la cátedra de Edición Editorial de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que organiza el evento junto con Eudeba, la Fundación El Libro y las editoriales de las universidades de Cuyo (EDIUNC) y el Litoral (Ediciones UNL).
Castro estuvo a cargo, junto con su colega Mariana Podetti, del taller “De la propuesta autoral al original editado”, que recorrió las etapas e instancias que atraviesan las propuestas antes de concretarse su salida al mercado.
“Con las Jornadas nos planteamos acercar los mundos académico y editorial. Hacerlos dialogar y entender que hay aspectos profesionales que permiten organizar mejor el trabajo para aprovechar los recursos públicos de una manera racional y evitar algunas consecuencias no deseadas de la falta de planificación”, sintetizó Castro a este suplemento.
Encuentro federal
El evento contó con la participación de representantes de editoriales de todo el país. Durante los dos años en que la pandemia obligó a limitar las reuniones físicas, las JEU se desarrollaron de forma virtual; la felicidad por la vuelta a la presencialidad se hizo visible particularmente en los talleres y en los intercambios de experiencias y comentarios al margen de las actividades o en los momentos de café.
El cronograma incluyó, además de las mesas ya mencionadas, paneles acerca de las dificultades en el registro legal de libros y revistas y sobre los cruces entre edición y diseño gráfico. La faceta más técnica del rubro también tuvo su lugar, con charlas a cargo de gráficos e impresores.
Las JEU 2022 se cerraron con la promesa de un encuentro digital para fin de año, con el propósito de permitir el acceso remoto a quienes tengan intención de capacitarse en esta porción casi secreta del mundo editorial, en la que todo el trabajo tiene sentido –según la reflexión con la que cerró su exposición Martínez, de Eduner– “si al final del día alguien lee lo producido”.