Este ensayo medular, tan original como desafiante, representa un hito en la bibliografía del profesor Zaffaroni, por ser el primero que publica después de haber ejercido como Juez durante décadas y porque vuelve, desde nuevas perspectivas de historia comparada de los derechos, a las cuestiones analizadas en sus precedentes trabajos En busca de las penas perdidas (1989), en El enemigo en el derecho penal (2006) y, de manera especial, en su Derecho penal humano. La doctrina de los juristas y el poder en el siglo XXI (2017) en el cual ya se anuncian aspectos esenciales de la obra que se presenta hoy en la Feria del Libro, sobre la configuración histórica de los derechos en los mundos extra-europeos. El autor reconstruye y nos hace penetrar en los laberínticos itinerarios que las potencias reunidas en Berlín en 1885 trazaron para la colonización económica del mundo, exportando a la vez los conflictos ideológicos y militares de los nacionalismos europeos, que Zaffaroni acertadamente llama nacionalcolonialismos. Itinerarios de los diversos procesos usurpadores que a base de genocidios y expoliaciones marcaran a sangre y fuego el nuevo siglo, como lo predijo John Hobson en su estudio de 1902, Imperialism. En este análisis de la criminalización punitiva que acompañó el proceso imperialista, de tercermundización de Asia, África y América Latina a lo largo del siglo XIX, Zaffaroni logra escribir páginas de formidable agudeza desde el punto de vista jurídico y de admirable coherencia intelectual. En este sentido es de notar que esta obra actualiza y amplía - en este comienzo del siglo XXI - la metodología crítica y los aportes de otro insigne militante americano de la descolonidad cultural, el caribeño Frantz Fanon.
Itinerarios históricos que habían sido precedidos por la excepcional suma de acontecimientos que se disparan a partir de 1492, año bisagra de la historia occidental, a partir del cual cambia la colocación (no solo geográfica) de Europa respecto a las sociedades y hombres radicalmente diferentes a los hasta entonces conocidos. Con lo cual se plantea con violencia atroz, conceptual y física la definición de nuevos sujetos humanos de derechos que implica al mismo tiempo reconocer (o combatir) que esos diversos y tantos derechos existían antes e independientemente de lo que se había configurado en los espacios europeos. La resistencia y la pugna por la afirmación de los derechos (o de su negación) es en efecto la contracara de la Conquista de América, experiencia institucional de larguísima duración que sobrevivirá y llegará hasta nuestros días.
Al comienzo se impuso la criminalización del otro y la denigración ideológica que siempre acompañaba y encubría con aborrecibles infamias de los conquistadores, como lo denunciaba Bartolomé de las Casas en su contundente y polémica Brevissima Relacion de la Destruyción de las Indias (1552), directamente dirigida a nuestro señor don carlos quinto emperador y rey de España en la cual se pueden leer diversas, fulgurantes denuncias de crítica tajante y subversiva a las terroríficas violaciones de derechos perpetradas por los encomenderos en contra de esas ovejas mansas criadas por dios sin maldades ni doblezes (...) encomenderos que otra cosa no han hecho de quarenta años a esta parte hasta hoy e sino despedasarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas. Estos textos de crítica liberadora, lejos de ser supuestas elucubraciones de la famosa leyenda negra, en realidad constituyen la partida de nacimiento de los Derechos Humanos formulada, en nuestramérica, desde y para la defensa de los indios de las comunidades que, el valiente jurista sevillano, conoce y defiende. Fueron, en efecto, estas sistemáticas denuncias las que permitieron que Las Casas concibiera y teorizara su innovadora concepción de los derechos según la cual a las sociedades indianas y sus habitantes se debían aplicar las reglas de los derechos humanos confirmados por la razón y la ley natural, y por mucho más por la ley de charidad y christiana porque de esos derechos son portadores, escribe rebatiendo punto por punto las tesis de Ginés de Sepulveda. En sintonía con el legado de Las Casas, de su indignación ética y su humanismo jurídico, Zaffaroni ha recogido - con formidable acuciosidad y pasión - en este libro las bases documentales, las pruebas y evidencias para poder juzgar pasado y presente de la barbarie colonizadora en los mundos extraeuropeos.
Juicio historico-juridico sobre el pasado y el presente, al que nos llama el maestro nuestroamericano, al que están convocados a participar todos los condenados de la tierra re-ligados por la utopía concreta del espíritu del Sur, como nutriente de los Derechos Humanos, que los aúna en la militancia cultural por la libertad y la igualdad, junto a aquellos que resultan ser imprescindibles aliados que tenemos en los Nortes de Occidente. Porque en realidad, como ama repetir el Papa Francisco, esto no se sostiene y es nuestra tarea imaginar formas de lucha común sin fronteras, que sea al mismo tiempo por la PachaMama y la dignidad humana.
* Filósofo, Universidad de Roma La Sapienza.