Con firma de sus autores
Una laguna, las vacas lecheras pastando, los saltos en paracaídas, la casa natal de Juan Domingo Perón. Todo esto es parte de Lobos, ciudad que cada fin de semana recibe a turistas y paseantes de la ciudad porteña, del conurbano y de la cercana Cañuelas. Y allí está el flamante 12 Servilletas, renacida propuesta manejada por la dupla de Ernesto Oldemburg y Carolina Rodríguez Mendoza.
El 12 Servilletas original nació hace más de diez años, en la ciudad porteña, donde se convirtió en un restaurante de culto a puertas cerradas. Luego, con la familia ya mudada a Lobos, renació como food truck de cocina callejera a metros de la plaza principal. Y hace apenas un mes volvió a mudarse, instalándose ahora en el Club Fitti Ferro, con vista a las canchas de tenis y con un precioso patio delantero bajo la sombra de los árboles. Pero lo que nunca cambia es la mano gastronómica de Ernesto y Carolina: no importa si se trata de un plato peruano, de un guiso, de unas pastas o de un vermú improvisado; siempre ellos sumarán toques originales y sabrosos que son marca registrada.
Las empanadas ($200) son imbatibles: las de carne y las de pollo, ambas fritas y en extremo jugosas; la de humita, al horno, es dulce, especiada y patriótica. Siempre hay hamburguesas y sándwiches; los jueves se suman platos de olla (mondongo, locro, carbonada) y los viernes el especial podrá ser pollo al disco o unos ñoquis recién amasados. Los sábados son de la parrilla, con muy buen chorizo y morcilla, una tiernísima bondiola condimentada con semillas de hinojo, el asado tipo banderita y el pollo criado en campo, de piel crocante, carne jugosa y cocción justa. Los domingos hay pastas, como unos canelones con ricota, espinaca y queso, servidos con salsa blanca y un tuco invernal ($1200).
Esta versión de 12 Servilletas no busca lujos escenográficos: es parte de un club deportivo, una apuesta apta todo público, con sabores definidos que gustan a los comensales. Por si queda alguna duda, ahí está el generoso flan con dulce de leche ($400) para demostrarlo.
12 Servilletas queda en la esquina de Albertini y Del Mármol, Lobos. WhatsApp: 11-5701-2383. Horario de atención: martes a domingos, de 11 a 16 y de 19 a 24.
Sabor a mar
Podría estar en una playa de Brasil o de Portugal, en el sur de Italia o en el norte de España. Las paredes coloridas, los carteles con frases y slogans, las lámparas portuarias, la iconografía marítima. En medio de una ciudad rural, en medio de cultivos de trigo y de tambos lecheros, lo de Cantina VillaPicante es tan único como alucinante: un pequeño, luminoso y alegre restaurante sin cartel a la calle que desde su escondite ofrece deliciosos platos a base de pescados y mariscos, con mirada propia y conocimiento del producto. Detrás están Gonzalo Labega y Andrea Bevilacqua, enamorada pareja de gastronómicos que durante varias temporadas veraniegas trabajaron en Cerdeña y que un día decidieron instalarse y abrir este lugar.
Todas las semanas Gonzalo maneja de madrugada hasta el Mercado Central (a unos 70 kilómetros de distancia) para buscar los pescados y mariscos frescos que luego ofrece en carta. No hay un único hilo conductor en los platos: algunos se emparentan con la cocina española (como las jugosas gambas al ajillo, con langostinos grandes y un aceite rojizo donde el ajo se cocinó cuidando su temperatura, $1500); otros coquetean con sabores orientales (como los wonton fritos hechos de masa de pastelito, rellenos de queso y langostinos, y bañados en una salsa agridulce de miel, $220).
Entre lo mejor están los calamaretti rancheros: pequeños calamares limpios y cocinados a la perfección, servidos con panceta, chorizo, papas fritas, cebolla y un huevo frito por encima, una bomba a $1800. Otro hit es el sudado de chernia, ese guiso al estilo peruano hecho al momento se servicio con la cabeza y parte del lomo de este gran pescado ($3500 para compartir). Hay además mejillones a la provenzal, pulpo español (se vende por peso), vieras gratinadas y más.
Si Cantina VillaPicante estuviera en una playa de Brasil, Portugal, España o Italia, igualmente sería un gran restaurante. Pero ahí, oculto en una campestre calle de Lobos, se convierte en una genialidad.
Cantina VillaPicante queda en Lobos. Solo con reserva por WhatsApp: 2227-461-889. Horario de atención: jueves a sábados, de 19 al cierre. Instagram: @cantinavillapicante.
Amor por la picada
A 15 kilómetros de Lobos, Uribelarrea ofrece calles de tierra, una vieja estación de tren e instagrameables paredes de ladrillos gastados. Ahí, apenas alejado del cada vez más nutrido centro turístico, está Pueblo Escondido, que mezcla tradición inmigrante y mirada contemporánea. Con casi 20 años de historia en Uribe, Pueblo Escondido nació como salumería y almacén de campo. De una pequeña esquina sobre la calle principal, el éxito los llevó a mudarse, ocupando hoy un antiguo y precioso caserón del año 1904, donde sumaron restaurante y un parque para aprovechar los mediodías de sol.
Miguel Carello se encarga junto a su padre (comparten mismo nombre) de la charcutería. En 2016 sumaron además a Pietro Sorba, el carismático periodista gastronómico italiano afincado en Buenos Aires, para desarrollar fiambres italianos: por ejemplo la deliciosa nduja (embutido picante y untable típico de Calabria), el guanciale (indispensable para una verdadera salsa carbonara), la bresaola (de carne vacuna curada) y el speck, entre otras especialidades. Pronto presentarán la ricota salatta, de tradición siciliana.
Las picadas son generosas: la del pueblo ($2490 para dos personas) trae salame, longaniza, jamón crudo y cocido, leber, mortadela, bondiola, queso de campo, sardo, pategrás, aceitunas, torta frita y más; la italiana ($2890 para dos personas) incluye salame calabrés, finochionna, nduja, bresaola, spianata, mortadela con pistacho, quesos pecorino, boconccino y gruyere, entre otros. Y la natural es de quesos y conservas como berenjenas en escabeche, porotos a la italiana y tomates saborizados ($2590 para dos). Se suman pastas (torteletis de osobuco braseado con tuco, $1350), parrilla (bife de chorizo con papas y ensalada a $1950) y postres como la tarantela con durazno y crema a $450. Delante del restaurante sigue el almacén donde comprar todo para llevar a casa (ahí cuelgan los guanciale, esenciales para una verdadera salsa carbonara).
Un museo, un restaurante, una postal de historia rural y sabor italiano: eso es Pueblo Escondido.
Pueblo Escondido queda en Don Bosco y Ramona Páez (Uribelarrea). WhatsApp: 11-5625-5080. Horario de atención: martes a jueves de 10 a 16; sábado de 9 a 24; domingo de 9 a 18. Instagram: @puebloescondido.